Dabi. Parte final

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Nunca imaginé que hacer este tipo de cosas despertaría un lado que creí inexistente. Mi experiencia sexual se limitaba a un par de minutos cada tantos días, siempre en una habitación ya sea de una casa, un hotel o algo similar. Nunca recibí más atención de la necesaria pero si di toda la que podía ofrecer, investigando para hacer sentir bien al otro en vez de a mi misma. Y eso no lo supe apreciar hasta que estuve sola.

Aprendí a autocomplacerme, consiguiendo las zonas erógenas de mi cuerpo y aprendiendo a como darme el mejor placer. Y lo logré, volviendome un tipo de especialista online en la sexualidad femenina, siempre en soledad. Sin embargo, estaba experimentando tantas sensaciones en este momento que me sentí estallar de placer, de incredulidad, de lujuria. No creí capaz a alguien más de lograr que se acumulara tanto deseo y excitación en mi ser.

Y ahora, teniendo a Dabi saboreando mi cuerpo con su boca y jugueteando con mi silueta contra la pared, descubrí una nueva forma de placer y erotismo en otro nivel. Las ideas no se formulaban en orden en mi mente, vagando entre las ganas de más unión, conteniendo los gemidos a un rango audible solo para él pero con la necesidad de gritar a todo pulmón, alargando la sensación de presión en mi vientre para no acabar tan rápido y disfrutar así de ser anhelada por más tiempo.

El pelinegro estaba degustando mis senos con una delicadeza interrumpida por ratos de rudeza. Estaba aún con las piernas enrolladas en su cintura, solo que me había levantado un poco más para que su rostro quedara a un nivel más cómodo de esa parte de mi piel, dando un amplio acceso para que puderia lamer, succionar uno y masajear el otro.

Mis manos estaban en su cabello, acercando más su rostro a mí, si es que era eso posible. Dabi sabía cómo tocar mi piel, disfrutando de mis gemidos ahogados, insultos entrecortados y su nombre real saliendo entre suspiros cada que mordisqueaba delicadamente mis pezones endurecudos por la excitación, su lengua juguetona y la brisa que se enfriaba con el pasar de los minutos, acercándose a cierta hora de la madrugada.

- Dios Liz, eres jodidamente deliciosa. Tus malditos senos me volverán loco.- Gruñó mientras succionaba uno de ellos, mordiendo la pieza y pasando lentamente su lengua por mi desnudez.

- Ya estás loco.- Solté como pude, gimiendo al sentirlo tomarme de mi trasero con ambas manos y apretarlo con urgida necesidad.

- Lo sé. Pero esto es mucho mejor que todo lo demás.- Dijo burlón, bajandome un poco para ahora atacar mi cuello. Al hacerlo, sentí como su erección se posó en todo su tamaño en mi entrada, rozando y frotándose contra mi húmedo sexo, empapándose lentamente con mis fluidos que el mismo "creó".

Siguió bajandome, presionándose más conmigo hasta quedar a la misma altura, los ojos al mismo nivel. Una sonrisa ladeada adornaba su rostro mientras seguía moviendose contra mí. Suspiros incontrolables salían de mi cada vez que su glande chocaba con mi hinchado y necesitado clítoris. Unas inmensas ganas de sentirlo dentro se apoderaron de mi, una incontable necesidad de unirme de una vez por todas con él. Comencé a mover las caderas, intentando en vano que se adentrara en mi.

Dabi sintió mi urgencia y rió, totalmente divertido por como estaba en ese momento. Sabía que lo disfrutaba, no solo el tenerme desnuda en un techo al fino, sino por las reacciones y el deseo de tener su miembro en mí.

- Vaya, vaya. ¿Que tenemos aquí? Parece que cierta gatita está muy necesitada.- Resopló divertido, estudiando mis facciones.

- Dabi...- Jadee moviendo las caderas. Se quedó quieto de tal forma que no pude lograr nada más que otro roce.

- Dime que quieres y te lo daré.- Habló rudo, apretando más mi trasero.

- ... Por favor...- Jadee.

Boku no hero academia. Mini Historias LemonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora