C a p í t u l o 2

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"Frustración"

Siento el aire corriendo con más fuerza en cada abrazada o tal vez soy yo sintiéndome cada vez más débil

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Siento el aire corriendo con más fuerza en cada abrazada o tal vez soy yo sintiéndome cada vez más débil.

—En verdad lo siento, no debí... –digo alterada, acabo de besarla.

—Chiara está bien. —Me mira compasiva.

—¡No! tú... por favor no vuelvas a hablarme, sólo aléjate.

Veo como abre la boca para seguir hablando pero la interrumpo.

—¡Sólo vete, sal del maldito auto! —exclamo.

Mara se sobresalta pero sólo baja la mirada y sale del auto con pesadez. Me siento una total mierda.
De camino a casa, mis ojos divagan entre las nubes y la luna brillante... no encuentro consuelo, son casi las doce de la madrugada y el latido de mi corazón aún retumba en mis oídos mientras que mis dedos no dejan de temblar. Lo acabo de joder todo, lo jodí todo y ahora no es más que mi culpa.

Cuando observé a Mara no podía ni siquiera decirme una palabra y la noche de ayer había tenido uno de mis peores días, ya no tengo amigos, no tengo familia, no tengo nada. Estoy sola y mi corazón se siente cada vez más apretujado dentro de mi caja torácica y respirar se vuelve pesado, entonces comienzo a llorar desesperada, grito, me llevo las manos al cabello y lo revoloteo en busca de calma, no la hay más. No quiero sentir esto, no quiero sentirme así, no quería besarla, no quería sentirme débil, no quiero ser la víctima.

<<Esto no es mi culpa>> me repito constantemente. Pero ¿por qué se siente cómo si lo fuera? ¿por qué estoy mi mente piensa en mi mamá acusándome de serlo? ¿por qué pienso en mi familia diciendo que lo es?

[...]

Despierto tirada en el piso de mi habitación, siento el cuerpo completamente frío y mi corazón en calma...

No tengo la menor idea de cómo o cuándo he llegado aquí... sólo recuerdo haber manejado a casa, nada más. Escucho los pasos de alguien acercándose a mi puerta. Velozmente me levanto del piso y la puerta se abre.

—¿Qué rayos te pasa Chiara? —Me reprocha Sean con las manos en las caderas justo como mamá suele hacerlo cuando se molesta.

—¿Qué quieres? —Respondo seria; mirándolo con el ceño fruncido. Él parece aguantar una risa y se echa hacia adelante vacilante.

—Chiara te encontré en la azotea tirada a las tres de la madrugada ni siquiera puedes disimular lo ebria que llegas a tu casa. —Me dice con el ceño fruncido y las manos en el aire.

Típico gesto de Sean pero definitivamente hubiera deseado llegar ebria anoche. Eso no había pasado, creo.

—No eres precisamente un ejemplo.

Me volteo para ir hacia el baño totalmente dispuesta a ignorar sus preguntas, no debería meterse en lo que no le importa. Él me sujeta del brazo antes que termine de irme y me mira molesto.

—No seas igualada, Chiara —frunce el ceño mientras hace una pausa—. Sigo siendo tu hermano mayor —me suelta de golpe el brazo provocando que me vaya un poco para atrás.

—Y un completo idiota si me lo preguntas. —Digo sarcástica y me meto en el baño.

Inmediatamente al cerrar la puerta las lágrimas brotan y la frustración regresa. Odio esto, odio sentirme sola, odio sentir que me han robado algo que jamás voy a recuperar, odio que me haga sentir inferior a él. Odio haber sido tan tonta.

Me quito toda la ropa, prendo la regadera y dejo que el agua caiga sobre mi cuerpo. Siento marcas en él, marcas que no existen físicamente pero existen en mí... es cómo si las manos de un extraño estuviesen sobre mí; porque lo estuvieron. Trato de bañarme lo más lento posible para poder recuperar mi respiración y parar las lágrimas, pero siento un agujero en el pecho que parece no tener fondo, algo que no acaba y no se llena es algo inclusive más fuerte que yo.

Termino de ducharme y salgo del baño con la toalla enrollada al cuerpo. Miro el espejo pegado a la pared de mi cuarto y suelto la toalla. Observo mi cuerpo detenidamente... nunca me había visto así; siento escalofríos al imaginar que alguien me vio así, que alguien me tocó así, me tocó...

Aprieto los ojos un momento e intento reprimir la sensación de asco. Quiero vomitar y quiero arrancar cada pedazo de piel hasta que no quede rastro de aquella que fue vulnerada. De un segundo al otro me encuentro en el piso, con la mirada perdida y el conocimiento a penas de vuelta. Miro encima de la mesita de noche y veo mi reloj; ocho y media. Maldición, de nuevo.

Se suponía que tenía que ver a papá a las ocho en nuestro café usual pero como siempre voy tarde. Tomo mi celular del piso y entonces me percato del montón de notificaciones; diez mensajes y tres llamadas pérdidas de Mara, cinco llamadas pérdidas de papá y... cinco mensajes de Alex Carter.

Siento la sangre subirme a la cara y la ira irradiando brillante en mi pecho. Abro los mensajes de Alex por impulso.

"Alex: Hey."
"Alex: Las cosas se salieron de control, Chiara."
"Alex: Tú sabes que somos amigos desde niños..."
"Alex: Cuando veas esto por favor márcame."
"Alex: Necesitamos hablar."

¿Hablar con mi abusador? Hablar con mi maldito abusador, aclarar las cosas ¡y claro asegurarse de que no diga nada!
Aprieto el celular en mi mano y siento la impotencia, la rabia, el odio, todo retorciéndose dentro de mí.

Alguien toca mi puerta nuevamente, parpadeo varias veces para espantar las lágrimas, aún sigo en cuclillas en el piso y con el celular en la mano.

—Tienes visi... —abre la puerta—. ¿Chiara qué... rayos pasa? ¿estás bien? —pregunta mi madre con preocupación mientras se acerca a darme una mano para levantarme. Me levanto del piso sin aceptar su mano y la miro algo incómoda.

—Todo está bien, ahora bajo. —Respondo con un tono sereno. No debo preocuparla.

—Chiara estás desnuda en medio de tu habitación, tirada y pareces fantasma ¿Qué está pasando? —me pregunta y toma de mis brazos para verme directamente a los ojos.

—Primero que nada no estoy desnuda mamá, a esto. —Pellizco la toalla—. Se le llama toalla... y ciertamente lo que esté o no pasando ¿qué no es algo que nunca te importó? —digo cortante, tomo mi ropa tendida en la cama y comienzo a cambiarme frente a ella. Honestamente ya me da igual como me vea.

—Yo... yo lo estoy intentando, Chiara no puedes ser así conmigo —me dice con la voz entrecortada.

—¿Tú lo estás intentando? ¿lo dices de verdad? ¿cuándo comenzó? —digo sarcástica, ella lo nota y baja la mirada—. Tú solo vuelves cuando te sientes sola y crees que puedes comprar un poco de comida, pagar los servicios e irte como si nada. —Digo mientras salgo de la habitación dando un portazo.

Todo es un maldito desastre y un desastre que ella no va a reparar, que yo tampoco sé cómo reparar pero eventualmente lo averiguaré... con o sin ayuda. Miro hacia la sala y mi corazón da un vuelco.

|...|
Muy ruda Chiara Costa por ahora, ya la comprenderán... un beso, lxs quiero. ❤️
—@Maref_Mendes.

𝘚𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢 || THDonde viven las historias. Descúbrelo ahora