C a p í t u l o 8

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"¿Quién es Tomas?"

Él llega a mí corriendo pero me observa con la foto en la mano y se tensa, su mirada parece pérdida en sus propios pensamientos pero yo lo miro sorprendida sin saber que decir

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Él llega a mí corriendo pero me observa con la foto en la mano y se tensa, su mirada parece pérdida en sus propios pensamientos pero yo lo miro sorprendida sin saber que decir.

—Debes irte. —Dice sin mirarme.

—¿Qué? ¡No! —Digo exaltada—. Tienes que explicarme quiénes son... por qué... —me interrumpe.

—Chiara, por favor sal de aquí. —Me pide aún sin mirarme. Lo observo unos segundos y aprieto los labios.

—Bien. —Me alejo de él, tomo mi falda y zapatos para ponérmelos al igual que la camiseta de Dominique—. Idiota. —Digo antes de irme y doy un portazo al salir.

Le marco a Dominique para que venga por mí dado que es la única persona que puede ayudarme ahora sin juzgarme. A los diez minutos él llega y mira el residencial sorprendido.

—¿Cómo rayos llegaste aquí? —Me dice sorprendido mientras observa todo.

—Te explico en el camino, vámonos. —Digo mientras me subo al auto y él asiente.

De lejos veo a Tomas asomarse en la calle sin camiseta pero al verme subir al auto sólo se lleva las manos a la nuca y regresa a la casa. Acabo de acostarme con un reverendo patán genial... algo que agregar a la lista.

—Bueno... —rompe el silencio—. Parece que has tenido un día alocado con, quiero suponer, el chico sexy del bar nuevo pero... no ha sido tan bueno.

—Sólo... —pienso si decirle—. Necesito que me ayudes con algo.

—¿Qué pasa? Sabes que cuentas conmigo para todo. —Dice mientras me mira de reojo.

—Pues... si he tenido algo con Tomas. —Confieso y él se echa a festejar en su asiento con vítores mientras mueve un poco las manos, sin despegar la vista del volante.

—¡Esa es mi chica! —Canturrea pero yo le doy una media sonrisa.

—Pero... —él me interrumpe.

—¡No me digas! ¿Fue el peor sexo de tu vida o tiene el pito chico? —Cuestiona mirándome con atención por el retrovisor y yo lo miro extrañada.

—¡No! y... no. —Hago un gesto de aprobación y él se ríe.

—Pues si han ido a su casa, que cazón eh —me dice aún riendo. Suspiro pesadamente.

—Es un patán —continúo—. Y no sé cómo un bar tender tiene tanto dinero para un auto descapotable precioso, una mansión enorme, ropa cara y restaurantes caros.

—¿Será narcotraficante? —Interroga con la ceja alzada pero yo niego con la cabeza.

—No es de ese tipo, hay algo raro —murmuro nerviosa—. Sé que no lo es porque salía abrazado con los reyes de Inglaterra en una foto que encontré, y definitivamente no era Photoshop o algo así; porque cuando encontré la foto, él se puso bastante serio y me corrió de su casa. —Resoplo y Dom se gira hacia mí unos segundos.

𝘚𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢 || THDonde viven las historias. Descúbrelo ahora