Aaron me mira desde su cama, con la sábana apenas cubriendo su cuerpo más allá de su abdomen, somnoliento.
—¿Tienes que irte? —pregunta cuando termino de ponerme una blusa de mi cajón asignado.
Desde nuestro acuerdo, nuestra relación ha permanecido como antes, pero ahora todo se da con más naturalidad. La incomodidad que me habría alejado de la posibilidad de tener un cajón en su habitación, con algunas de mis prendas en caso de necesitarlas, como ahora, ya no está, y me muevo por su espacio como si perteneciera en el lugar.
Con un acuerdo y casi tres meses después, sin desapariciones de ningún tipo, la mera posibilidad de haber dejado una prenda de vestir en el lugar habría puesto una miserable luz sobre lo que nuestra relación carece; ahora, sin embargo, con ambos conscientes de lo que es, la misma posibilidad se siente normal, casi tan lógico como tener mi propio cepillo de dientes en el baño.
Recojo mis cosas y me acerco a su lado de la cama para darle un beso de despedida. Mi mente se detiene un momento, pensando en la acción como una idea arriesgada, pero mi instinto la resume. Él tampoco parece incomodarse con ese movimiento, e incluso le da la bienvenida con sus brazos, abrazándome y llevándome con él. Me sonríe cuando lanzo un grito ahogado, sorprendida por su respuesta y la sensación del duvet en mi costado cuando aterrizo en su cama.
—No te vayas —murmura, cerca de mi oído, y puedo escuchar el deseo en su voz, la necesidad en su tono.
Y el tiempo se detiene como un auto frente al semáforo, lentamente desacelerando pero de inmediato cuando llega al paso de peatones.
Suspiro, de repente consciente de lo que estamos haciendo.
Esto no hace un chico que no quiere compromiso.
Esto hace un chico que se preocupa por ti y al que le gustas tanto que no quiere que te vayas al día siguiente después de hacer el am—tener sexo toda la noche.
—Tengo que irme —digo, e intento mitigar la punzada en mi corazón cuando mi piel deja de sentir la suya. Escondo mi rostro en la cortina de mi cabello para no delatar mi decepción al deshacerme de su abrazo. Cuando encuentro coraje que no siento, le sonrío—. Le prometí a Lu que... —Me siento atragantar con mi propia mentira, dicha y emitida un millón de veces.
Después de nuestro acuerdo, me prometí que dejaría mis sentimientos en la orilla de una playa llena de complicaciones y me alejaría en un salvavidas que me aseguraría de la caída en un mar de decepciones.
Luego de la tercera mentira, Aaron pareció entender mis intenciones, y nunca ha cuestionado mis salidas, "planeadas" como si mi vida social fuera igual de ocupada.
Su rostro no le dice nada al mundo, pero todo el tiempo que esto lleva pasando entre nosotros ha sido suficiente para que llegue a encontrar pequeños indicios de una expresión antes de que desaparezca por completo, como una aguja en un pajar en movimiento.
Decepción, determino, pero no le hago caso, especialmente porque incluso ese indicio puede ser reflejo de lo que quiero ver en él y no la realidad.
—Tengo que irme, pero en la noche... —empiezo, pero un pequeño rubor sube a mis mejillas, consciente de lo que estoy pidiendo sin completar la oración. Aaron sonríe de lado.
—Te recogeré a las 11.
Caminando hacia la salida, Ely me mira desde su posición de guardián en la sala y bosteza, estirándose. Le sonrío y salgo del departamento, llevándome conmigo todo tipo de sensaciones y pensamientos para que no inunden su espacio con incertidumbre como lo han hecho con mi mente.
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Travesuras
RomanceLeah es menor de edad, y eso podría evitar que Aaron intente algo con ella, pero cuando ésto no lo hace, una nueva aventura, llena de descubrimientos emocionales y sexuales, los une. ⠀ Mature content [+18] Se recomienda discreción.