Capítulo 21

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En mi cabeza, mi futura confrontación con Aaron sería incómoda, carente de cualquier indicio que nos diga que lo estamos pasando bien sin la otra persona.

En la vida real, la verdadera confrontación se da en una fiesta, si es que por "confrontación" me refiero a un incidente que debí prever pero que, como siempre, se escapó de mi estúpida cabeza.

En mi defensa, no estaba en mi conocimiento que Aaron asistiría a una fiesta la noche siguiente del desastre que vivimos los dos. Aunque yo también asistí, y no sé si debería reconocer eso como una señal de que no puedes predecir nada, ni tu propio comportamiento.

Vine porque tenía asuntos pendientes, no por pretender que podría disfrutar de una fiesta cualquiera el mismo día de mi cumpleaños. Estoy agradecida con Paul y Lu, que me acompañaron.

Lu.

Suspiro.

Paul y yo decidimos mantener en secreto lo que pasó la noche anterior, cuando me sentí perdida y busqué en él lo que no he podido encontrar en Aaron desde que empezamos nuestra relación casual. Naturalmente, las cosas se sienten un poco raras entre ambos, pero el entendimiento silencioso que hubo entre los dos durante el camino a mi casa fue suficiente para mantenerme tranquila. Lo nuestro no volverá a pasar.

Mi asunto pendiente es Martín, con quien me he estado encontrando casualmente en fiestas para un polvo rápido, en quien también busqué una salida del millón de pensamientos que protagonizaban Aaron. No funcionó del todo, porque cuando el momento se acababa, la bulla en mi cabeza aparecía de nuevo, haciendo que la media hora con Martín no valga tanto la pena como creí al principio.

Sólo cuando cruzo la puerta de la casa de quien ha organizado la fiesta, es que llega un pensamiento que debí haber permitido abrirse paso tiempo atrás.

Eres una zorra.

Traté de ahogar mis penas con sexo administrado por dos personas diferentes a Aaron. Uno de ellos repetidamente, y el otro, el hermano de mi mejor amigo.

Vaya.

Zorra, sin duda.

No dejo que mis propios pensamientos me alteren el humor esta noche. Aunque sigo destrozada por lo que pasó ayer, el tiempo que Paul y Lu me regalaron todo este día me ha devuelto la esperanza que perdí en la humanidad.

A pesar de que no dormí anoche, después de que Paul me deje en casa a las 2 am, la mañana empezó muy bien cuando mamá dejó que Lu pase a mi habitación con un ramo de flores y un desayuno gourmet que me levantó el ánimo desde que lo vi aparecer. Cuando vio mi rostro, aún con los restos de maquillaje y lágrimas de la noche anterior, contuvo su sed de información hasta que me sentí lista para contárselo, a excepción de la parte donde casi abusé de su hermano mayor en un mirador en las afueras de la ciudad.

Ahora, Lu odia a Aaron tanto como yo, y por eso me ha acompañado a esta fiesta, para evitar que mis desgracias me acompañen y decidan por mí que el alcohol es mi mejor amigo. Paul, como el excelente caballero que es, quiere asegurarse de que estaré bien, luego de haber llorado desconsoladamente en su hombro sin haberle contado nada. Sé que, si sabe los detalles, no dejará que Aaron se acerque a mí por el resto de su vida, y por alguna razón no puedo permitir que eso pase.

Pude no haber venido, pero necesito hablar con Martín, y su mensaje de esta tarde me dijo que no estaba disponible antes de las nueve de la noche, afuera de esta fiesta. En contra de mi propia sanidad mental, decidí venir para deshacerme del peso que tengo encima desde que empecé a "salir" con él. Es un buen chico, como he dicho, pero no es lo que busco y sé que él apreciará que le diga las cosas de frente. Sabe que las cosas están complicadas con Aaron, y aunque ha aceptado mi relación con él, no quiero que malinterprete mi decisión.

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