capítulo 1

48.3K 778 86
                                    

La segunda vez que veo a Aaron es en una fiesta a la que Alex me invita en su departamento.

—No tengo ganas —le digo por teléfono. Estoy acostada en mi cama, y veo a Lucas, mi mejor amigo, acomodarse en el centro de la alfombra de mi habitación. Está haciendo ángeles de nieve porque la textura de la alfombra se lo permite. Sonrío antes de lanzarle una almohada. La esquiva y me muestra su dedo del medio.

—Vamos, Leah —reclama Alex—. Dan muere por conocerte —Pongo los ojos en blanco. Desde hace meses me ha comentado el poco creíble enamoramiento de su amigo. He oído hablar de Dan un par de veces, pero nunca he tenido la oportunidad de conocerlo, y Alex no deja de recordármelo cada vez que organiza alguna fiesta en su departamento. Gruño, y Lucas alza su cabeza para que lo vea. Me pregunta con la mirada. Me alejo del teléfono y tapo el micrófono.

—Es Alex —explico—. Quiere que vaya a una fiesta en su casa...

—¡Vamos! —exclama emocionado. Se levanta del suelo y me empuja para hacerse espacio en mi cama. Me quita el teléfono y, antes de que pueda hacer algo, se dirige a Alex—. Cuenta con nosotros, Alex —cuelga sin dejar que incluso Alex responda afirmativamente—. No me mires así —responde a mi rostro fruncido—. Hace tiempo que no hemos ido a una fiesta; además, es Alex, sus fiestas son siempre buenas —mueve sus cejas, y entiendo lo que dice. No se refiere a las fiestas. Habla de las chicas que van a esas fiestas. Normalmente, son mayores, de más de veinte, y Lucas prueba su suerte cada oportunidad que se le presenta. Suspiro, una fiesta no puede hacer daño.

...

Aaron nos recibe en la puerta, no Alex. Lucas no le da importancia y corre a la mesa de snacks, donde hay dos chicas que lo esperan con una sonrisa. Lucas tiene su encanto. Saludo a Aaron y él espera que entre. Voltea a ver a una chica, como esperando que ella lo siga, y cuando lo hace, cierra la puerta en su camino hacia afuera. No hay mucha gente, pero el reducido espacio de un departamento de un chico universitario logra amontonar a la que está. Lucas y yo, junto con un par de chicas de mi colegio, somos los únicos de menor edad. Aún así, no nos quedamos atrás, pues muchos de nuestros amigos están aquí, siendo mayores que nosotros. El hermano de Lucas, Paul, es cinco años mayor que nosotros, y siempre supo cómo incluirnos en sus planes para evitar las reprimendas de sus padres por no cuidarnos cuando estábamos en su casa, por lo que nos acostumbramos a la compañía de personas mayores. Así conocí a Alex y a casi todo su grupo de amigos. Ahora, Lucas y yo no necesitamos de Paul para entrar a una fiesta. Con Alex en mente, lo busco con la mirada, y él me encuentra primero, agarra mi brazo y me guía hacia el balcón, donde un chico alto y rubio nos sigue con la mirada. Es Dan.

—Alex me dijo que te gusta —veo lo que sostiene y sonrío. Agarro un cigarrillo de la cajetilla y dejo que su encendedor lo prenda.

—Qué detallista —digo, después de dar una pitada y dejar salir el humo. Sin darme cuenta, Alex se ha ido y nos ha dejado solos—. Soy Leah.

—Dan —sonríe y me acerca su mano para apretarla. Es fuerte y un poco callosa.

—¿Juegas tenis? —pregunto y asiente; antes de que me pregunte, respondo—: Tus manos. Son claramente de un tenista.

Sé esto por mi padre, que ha jugado tenis toda la vida y no desperdició la oportunidad de enseñar sus habilidades a su única hija.

Dan sonríe y logro ver sus dientes. Blancos, igual de limpios que su apariencia. Conversamos un rato, y no es hasta que siente un poco más de confianza cuando decide comentar.

—Déjame decirte, no pareces una chica de diecisiete —sonrío, es algo que escucho mucho, pero me es indiferente—. Digo, eres alta y tu mirada es... —busca la palabra pero no parece encontrarla—. No sé —ríe—. Olvídalo —Conversamos por más tiempo, y concluyo que me agrada.

TravesurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora