Mis labios envuelven su miembro, y veo en su mirada la misma posesión con que me ha mirado desde que lo conozco, pero esta vez siento que es recíproco. Yo también lo siento mío, lo siento entregado a mí, y eso me motiva a chupar cada centímetro de su deseo como si no hubiera un mañana. Sus gruñidos y sus manos, que han recogido mi cabello, se encierran y me indican qué tan bien lo estoy haciendo. Mi propio sexo palpita con anticipación y aprovecho para dejar entrar dos de mis dedos en mi entrada mientras él guía mi boca de arriba hacia abajo, adentrándose en mi garganta y dejándome un segundo sin respiración. La sensación no es realmente placentera, pero sentirlo que lo disfruta vale la pena, y sin duda el acto me humedece más de lo que quisiera admitir.
Yo gimo en respuesta a esos momentos donde mi calor parece insoportable, y Aaron decide solucionar eso al acomodarme sobre él, mi boca todavía lamiendo su pene, pero ahora con mis piernas a los costados de su cabeza, y cuando su rostro encuentra mi entrada, en esta posición, ahogo voluntariamente un grito al ahogarme con su pene en mi garganta. Hemos hecho el sesenta y nueve antes, pero hoy parece prueba de que ambos disfrutamos del placer del otro, y soy feliz con ese pensamiento.
Su lengua es el paraíso, y entra en mí al seguir los movimientos que hago yo con mi boca en su miembro. Entiendo lo que trata de hacer, y acelero mi ritmo para conseguir que él también lo haga. Puedo sentirme chorrear como nunca, mi humedad tan incontrolable como mi deseo por él. Mientras mi boca recibe su pene, la suya recibe mi entrada. Muevo mis caderas para sentirlo más cerca, y él también lo hace para encontrar más profundidad, y es cuando mi cuerpo empieza a responder de la única manera que sabe: con un orgasmo.
Aaron se da cuenta, pues mis movimientos se desaceleran, y me posiciona debajo de él, su miembro todavía en mi boca y la suya en mi sexo. Siento que su pene entra hasta el fondo de mi garganta, quitándome un poco la respiración y casi creando una arcada, pero su lengua también entra en mí con más rigor y es mi fin. El orgasmo llega a mí sin avisar, tan fuerte y seguro que me cuesta creer que se pueda sentir tanto placer en unos segundos.
Cuando regreso al momento, siento unas pequeñas lágrimas dejar mis ojos, y no sé si ha sido por el orgasmo o por la sensación perdida de su pene en mi boca.
—No puedo más —le suplico, viéndolo acomodarse sobre mí pero de frente esta vez—. Te quiero dentro, por favor —Su mirada es suave, y su sonrisa casi imperceptible, pero puedo identificar una dulzura que he visto contadas veces—. Por favor.
—Tus deseos son órdenes, princesa —Sus ojos no dejan los míos cuando vuelve a acercarse, su pene a meros centímetros de mi entrada. Es difícil concebir el recuerdo de su ausencia, especialmente ahora.
Nuestras miradas no dejan la del otro. Ni cuando su miembro alcanza la profundidad que ambos deseamos, ni cuando los movimientos nos llenan de una satisfacción que sólo podríamos encontrar en el otro.
El ritmo es lento, pero puedo sentir cada centímetro que entra y sale hasta el fondo, y saber que el chico que tengo encima es tan mío como yo soy de él me llena de algo indescriptible y emocionante. Saber que no estaba loca cuando lo creía así, que lo que sentía no era para nada unidireccional alivia mi mente como nunca.
Me propongo disfrutar estos momentos y celebrarlos como los primeros de muchos, porque lo siento como un nuevo inicio, como una nueva historia entre los dos. Esta vez, nada de malentendidos, ni mala comunicación. Sé que no he dejado que Aaron me explique todo antes de atacarlo con sexo, pero estoy completamente segura de que cualquier cosa que tenga que decirme no será lo suficientemente grave para no quererlo de vuelta.
Su entrar y salir se acelera, y arqueo mi espalda para sentirlo más cerca. Su pulgar acaricia mi cuello, haciéndome entender que podría usar más fuerza, que podría colocar toda su mano en él y controlarme, pero que no lo hace en este momento porque ambos lo entendemos como un mejor y nuevo inicio. Ya tendremos tiempo de satisfacer esa necesidad suya de usarme como le plazca, y la mía de entregarme a él sin condiciones, sin límites.
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Travesuras
RomanceLeah es menor de edad, y eso podría evitar que Aaron intente algo con ella, pero cuando ésto no lo hace, una nueva aventura, llena de descubrimientos emocionales y sexuales, los une. ⠀ Mature content [+18] Se recomienda discreción.