Abro mis ojos, desconcertada. Tardo un minuto en recordar lo que pasó y por qué estoy acostada en una cama que no es mía, con unas manos ajenas rodeándome la cintura. Veo la zona de la habitación que me permite ver mi posición, y en la oscuridad puedo ver sólo ciertos detalles.
Siento calor. Estoy debajo de las cobijas. No recuerdo que nos hayamos acobijado, pero deduzco que el responsable es Aaron. Miro a mi alrededor, y por primera vez noto el orden que cualquiera esperaría de alguien como él. Los muebles son negros, y el contraste con las paredes y el piso blanco me recuerdan el estilo del chico que tengo a lado.
Me acomodo un poco, y siento a Aaron abrazarme más fuerte. Saco mi brazo de las cobijas, acalorada, y acomodo mi cabeza en el bulto de cobijas que he creado como una segunda almohada. Regreso a ver a Aaron, dormido, pero abre los ojos y me encuentra mirándolo.
A diferencia de otras veces, el silencio nos abraza, consintiendo lo que está pasando. No hay luz artificial que nos permita ver bien, pero la ventana está sobre nuestras cabezas y la luna nos ofrece un haz de brillo suficiente para saber dónde encontrarnos.
Despierto, también saca su brazo de las cobijas y me acaricia el cabello. Su toque es tan delicado, que me olvido de tener cuidado, y dejo que mi corazón se permita sentir, por primera vez, una tibia caricia, agradecido.
Me siento protegida en sus brazos, y admito que, aunque lo único que conozco de él es su lado sexual, siento curiosidad de saber más; de su vida, sus gustos, sus disgustos. De repente, tengo miedo, y recuerdo el comentario que hizo antes de sumergerme en el sueño del que acabo de despertar. ¿Y si esto es más que sólo sexo? Me pregunto.
Con la mirada, ambos seguimos el camino que recorre con su mano. La mete por debajo de las cobijas y pasa por mi cintura para detenerse en mi vientre, desde donde me hala hacia él, y siento en mi trasero algo duro. La tela del bóxer que estoy usando es fina y lo siento perfectamente. Me muerdo el labio. Su mano continúa su camino hacia arriba, a mis pechos, y los aprieta con ambas manos.
La recurrente sensación de deseo cuando estoy cerca de él responde mi pregunta. No es nada más que sexo, me respondo, incluso consciente de que algo tan íntimo como eso puede unir a dos personas de más formas.
Su rostro está ahora cerca de mi nuca, y apretar mi pecho logra que mi espalda toque enteramente con el suyo. Su boca se abre camino por mi cabello y llega a mi nuca. Me da un beso antes de llegar a mi hombro, donde también me besa.
Mueve su pelvis hacia el frente, y siento que su miembro se endurece más. Una de sus manos se queda en mi pecho mientras la otra se mueve hacia bajo, y entra al bóxer que estoy puesta. Su mano, siempre fría, hace contacto con mi sexo, y dejo escapar un suspiro.
Se da cuenta de que estoy lista y me baja el bóxer con una mano.
Él también se saca el suyo y siento su miembro jugar en mi entrada.
No me hace suplicarle, y entra en un movimiento. Lo escucho respirar hondo antes de empezar a moverse. Esta vez, me siento sensible, y me duele un poco, pero pronto el placer que he empezado a desear llena cada célula de mi cuerpo.
Incluso si sólo es sexo, pienso, no me hará daño disfrutar también de los momentos en que no parezca que sólo es eso.
Su mano me sostiene el vientre y su otra mano me acaricia el pecho. Es suave y lento.
Me sumerjo en la sensación de cada centímetro que entra y sale.
Entra y sale.
La mano que acariciaba mi pecho ahora está en mi cabeza, jalándome el cabello. La punzada de dolor me hace sentir un cosquilleo en el vientre y no tardo mucho en llegar al orgasmo. Mis piernas tiemblan y Aaron aprovecha para moverse más rápido.
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Travesuras
RomanceLeah es menor de edad, y eso podría evitar que Aaron intente algo con ella, pero cuando ésto no lo hace, una nueva aventura, llena de descubrimientos emocionales y sexuales, los une. ⠀ Mature content [+18] Se recomienda discreción.