Capítulo 22 x

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NA: Omg, respira antes de leer este cap, plis, porque se viene algo demasiado bueno.

¿Preparadx?

¿Sí?

¿No?

Respira.

3.

2.

1.





Aaron

Nunca he sido bueno con las palabras.

Nunca lo he sido en temas personales.

Y especialmente no lo he sido con Leah.

Estoy afuera de su casa, en la noche, esperando reunir coraje para decirle que quiero verla. Estas semanas han sido difíciles, sin poder verla, sin poder tocarla, pero el miedo que tengo de enfrentarla ha superado mis deseos por tenerla de vuelta. Por eso, he recurrido a la humillante acción de venir a su casa en las noches, mil veces con la intención de llamarla pero siempre decidiendo que no es el momento.

Necesita su espacio. Necesita tiempo. Necesita darse un momento para perdonarme, para soltarme un poco.

Pero, ¿qué sé yo lo que ella necesita?

Tal vez soy yo el que necesita espacio, tiempo. Soy yo el que quiere evitar confrontarla, el que no quiere lidiar con las emociones que eso representaría.

Soy un cobarde.

No hay otra explicación para el lío en el que me he metido.

Soy un cobarde.

Y no soy bueno con las palabras.

No he podido confesar lo que siento por ella, ni me he dado la oportunidad de intentar explicar lo que vio hace unas semanas. Cada vez que lo he intentado, un puño se cierra con mi corazón adentro, y un nudo en mi garganta me impide hablar.

Por eso siempre he tratado de comunicárselo en las noches, con ella atada a mi cama o amordazada con un pañuelo, dentro de ella.

Resulta obvio que eso no fue suficiente.

Nunca quise que esto se fuera de mi control.

Al principio, había querido tenerla porque sí, porque es una chica que puede ser extremadamente dulce y extremadamente sexy, una chica algo ingenua pero no tonta, una chica hermosa, sincera, relajada. Porque vi en ella alguien que no podía decir que no a lo que le ofrecía y eso me prendió como nada en el mundo.

Al principio, no quise que lo nuestro la confunda, haciéndole saber que no estaba dispuesto a nada serio, pero si me admito algo, tal vez no quise que lo nuestro me confunda a mí, acostumbrado a tener relaciones casuales, sin las mil complicaciones que una relación exclusiva me ha traído. Al principio, no vi precisamente lo especial que era Leah, no vi lo bien que me hacía tenerla cerca, y no vi cómo su existencia combinaba tan bien con la mía... hasta que sus sonrisas empezaron a iluminar mis días, y su presencia en mi departamento se sentía como un rayo de luz que calmaba cualquier tormenta.

Hasta que mi corazón empezó a responder antes que mis instintos más carnales. Y vaya que instintos tengo.

Como un cobarde, dejé que Leah leyera entre líneas lo que en realidad quería, en lugar de decírselo yo mismo. Sé que fui un idiota, pensé que no habría problema en dejar que las cosas fluyan a su manera. Dejar que lo nuestro se transforme en algo más por sí solo, sin etiquetas.

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