Red

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Jeno aceptó quedarse por un tiempo en el departamento junto a JaeHyun. Desde hace seis días que tuvieron aquella charla y ninguno volvió a dirigirse la palabra a menos que fuese un "buenos días" o "buenas noches".

Jeno evitaba salir cuando JaeHyun se encontraba en el comedor o en la cocina. Verlo lo hacía sentir extraño.

Un martes por la mañana el mayor salió como de costumbre. Antes de irse dijo;

—No salgas, permanece aquí a menos que yo esté contigo. —ordenó, mejor dicho. 

Pero por su puesto desobedeció, pues al dar las cinco de la tarde se preparó para visitar a JaeMin, con quien únicamente estuvo en contacto por mensajes de texto.

Su trayecto fue lento y tranquilo a diferencia de sus abrumadores pensamientos que eran completamente sobre JaeHyun y sus padres. Nunca imaginó que él estuviese de alguna manera involucrado. Una parte de si lo hacía sentirse traicionado pero la otra le pedía a gritos que buscara más y más respuestas.

Al llegar a la librería lo volvió a ver como era costumbre envolviendo un par de libros. Abrió la puerta y esperó a que JaeMin volteara como siempre cada vez que lo visitaba pero sólo recibió una bienvenida ordinaria.

—Buena tarde, ¿en qué puedo ayudarle?

—¿Podría estar conmigo un momento? —desanimado respondió de inmediato. Y por fin JaeMin levantó su rostro.

—¿Qué haces aquí? —se acercó a donde él.

—Quería verte.

—¿Por qué no has venido? ¿Crees que tus mensajes son suficiente? —reprochó. De inmediato fue atrapado entre los brazos de Jeno.

—Te extrañé... —musitó sumergiendo su rostro en su cuello. JaeMin correspondió aquel fuerte abrazo; tomando con un brazo su nuca y el otro apretando con un puño en el pecho la chaqueta roja que llevaba puesta.

—¿Por qué no has querido verme?

—No es eso, han ocurrido algunas cosas que...

—Puedes contarme todo lo que quieras. —Jeno apretó más su cuerpo y soltó un suspiro sintiéndose más relajado.

Después de minutos entre ese abrazo JaeMin cerró la librería. Ofreció a Jeno ir a su apartamento y no se negó, así que caminaron un par de cuadras, no se encontraba muy lejos en realidad. Marcaron pasos lentos entre el fresco viento de la noche y los murmullos de la gente al rededor.

—No es mucho recorrido en realidad.

—No, no lo es. 

—¿Te gusta estar en la librería?

—Es el único recuerdo de mi madre. —mostró una sonrisa triste.

—¿De tu madre?

—Falleció hace dos años. Estaba por establecerla pero no estuvo en el momento correcto...

—¿Has estado solo?

—No en realidad, TaeIl me visita con frecuencia. Durante las vacaciones se queda en casa conmigo.

—¿Quién es TaeIl? —cuestionó con recelo.

—Mi hermano mayor. 

—No sabía que tenías un hermano. —Jeno giró su rostro avergonzado.

—Nunca lo conociste. —rio. —De cualquier modo no estoy solo.

—Me hace sentir mejor saberlo.

—También estas tú, ¿no es así?

—¿Cómo?

—¿Me dejarás?

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