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Maggie me miraba parada desde el sótano

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Maggie me miraba parada desde el sótano. Ese sótano oscuro y tenebroso que había en nuestra antigua casa, el sótano donde todo pasó. Ella estaba ahí. Tenía el cabello mojado y maquillaje negro corrido en todos los ojos como habitualmente, llevaba una remera mía puesta que le quedaba bastante grande. Una de The Rolling Stones desgastada.
   Estaba flaca, flaquísima.

   El corazón me latió fuerte cuando comenzó a mover su delgado brazo encendiendo la luz. La vi mejor. Estábamos lejos, Maggie al comienzo de la escalera y yo al final.
   Levantó la cabeza para mirarme, sus ojos estaban hundidos al igual que sus pómulos por la falta de grasa en el rostro, me llamó la atención el largo de sus dedos y piernas, no lo recordaba. Lo que más me dolió ver fue su enorme cicatriz roja en el cuello, parecía que todavía tenía cáscaras o quemaduras de la soga.

-¿Amor? -Hablé asustado, confundido. Le dije amor, extrañaba llamarla así.

 No me contestó. En respuesta comenzó a subir las escaleras extremadamente lento. Yo comencé a sudar, se estaba acercando. Maggie se estaba acercando a mí, la estaba viendo y ella a mi.

-Te extrañé. -Dijo casi inaudible, tenía la voz seca y entrecortada, como si no tuviera aire. -No me dejes.

 Estiró la mano casi tocándome, me encontraba inmóvil pero la sentí. Senti su mano tan fría que podía cortarme la piel. Helada, como cuando la encontré; colgada. Muerta. Hasta que la escalera comenzó a hacerse más larga y el sótano más profundo. Se alejó mientras la escalera se volvía una goma elástica que nos separaba. Quería bajar y tomarla en mis brazos, me permití bajar un escalón. Tenía que calentar sus manos, darle de comer algo, curar su herida en el cuello.

-Ven conmigo, amor.

Una lágrima cayó por mi ojo, quemándome la piel. Estiré temblorosamente la mano, muy poco, tenía miedo pero quería tocar a Maggie, quería sentirla. Tenía qué.

-Ven conmigo. -Repitió. -Puedes ayudarme ahora.

Bajé otro escalón respirando entrecortado, estaba aturdido aunque todo estaba silencioso, lo único que nos acompañaba era el ruido de la madera vieja que hacían sus pies descalzos mientras subía en cámara lenta. Las tablas se veían más negras y rotas. ¿Había vuelto realmente a ese sótano? ¿Se veía así después de tantos años?

   No tenía muy claro que estaba pasando. Comencé a sentir sudor extremo en mis manos, taquicardia, se me dificultaba respirar, estaba mareado, tenía miedo a desmayarme, un ataque al corazón, un derrame cerebral... tenía miedo a morir. Estaba muriendo. Estaba perdiendo el control de mi cuerpo poco a poco, dejé de sentir la mano que estiraba para tocar a Maggie, dejé de sentir mis piernas y cuando me quise dar cuenta de la situación; ella ya no se encontraba al final de las escaleras. Bajé un escalón más intentando no hacer ruido, ella ya no estaba.

-Me cambiaste. -Su voz seca me hablo al oído como un susurro, pero no estaba a mi lado, me asusté aún más. -Me cambiaste.

-¿Maggie? -La llamé asustado viendo hacia ambos lados, no estaba junto a mi, pero hacía ruidos en mi oreja.

No Volveré a Caer |MetGala 2| - TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora