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Tosí repetidas veces para no vomitar, bebí agua de la canilla de la cocina y me moje los ojos. Me sentía muy mal, era un sentimiento desagradable que me estaba carcomiendo. No solo me sentía ansioso, me dolía el estómago, estaba tan solo. Comencé a desesperarme, insoportable.

   Era culpa. Culpa de sentirme como me sentía. Parecido a lo que experimentaba unos días después de la tragedia, espantoso.

   Llevé mi cuerpo, deslizándome, hasta el piso sin poder respirar, dejé la canilla abierta porque no tenía fuerzas para levantarme a cerrarla. Las lágrimas se me empezaron a caer e intenté dar una bocanada profunda de aire para quitar este malestar, fue imposible. Sollocé. Me hubiera gustado que Poly estuviera ahora mismo y se sentará en mi regazo para calmarme pero, estaba solo. Como siempre. Estaba totalmente solo en Los Ángeles. ¿Qué diablo hacía en Los Ángeles? Aferrarme a recuerdos.

   Limpiándome las lágrimas con una mano, agarré mi teléfono y aunque veía extremadamente borroso, llame a mi terapeuta. Necesitaba hablar con alguien y que me entendiera. Quería dejar de sentirme de ese modo.

-Mateo ¿¿Que sucede? -Contestó al segundo tono.

-Rebecca -Rompí en llanto, no lo soportaba. -Hice algo muy malo, me siento mal, necesito hablar con alguien.

-Respira, Mateo. Cuéntamelo, estoy aquí.

-La veo en todos lados, en cada maldita parte. Ella debe saber lo que hice y está mal, está totalmente mal. -Explicaba y explicaba, pero mis palabras no tenían sentido. La terapeuta me respondió con voz suave

-¿Que hiciste, Mateo??

-Me avergüenza decirlo. -Respiré hondo. -Me está gustando otra mujer. En años no me había sentido así y tengo un sentimiento de culpa espantoso que me ahoga. Siento que le estoy fallando a Maggie.

-Mateo....

-¡Lo se! Sé que ella no está y que no volverá jamás pero no quiero, no quiero sentirme así por nadie más. Realmente no quiero. -Sorbé mi nariz húmeda y luego pase la mano. -Lo siento, Rebecca.

-No tienes que pedirme disculpas. ¿En que lugar de tu casa estás?

-En la cocina.

-¿Puedes moverte?

-No lo sé, no quiero moverme. -Otra nueva lágrima se deslizó por mi rostro. -Me gustaría que Maggie esté aquí, ¿está mal?

-No, Mateo. Esta excelente pero sabes que no debes dejar que el sentimiento te consuma. Hagamos esto juntos, vamos a respirar suavemente... -Oí como respiraba tras la línea y seguí lo que me decía. -... siente como el aire entra a ti, y cuando exhales, elimina todo ese malestar. Hagámoslo juntos un par de veces.

    La doctora me ayudo a meditar y relajarme, aunque me costó más de veinte minutos y una larga charla sobre sentimientos encontrados, logre pararme y llegar hasta la habitación. Me masturbé pensando en Nicole, lloré por culpa de eso, rompí el vidrio del baño con mi puño y luego me dormí.

No Volveré a Caer |MetGala 2| - TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora