[Un milagro]

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Su vista comenzaba a acostumbrarse a la luz que emanaba de la ventana, los párpados aún le pesaban pero ya no demasiado. Observó todo a su alrededor hasta que dejó de verse desenfocado, eso no era la cafetería, estaba...MinA se encontraba en la enfermería. Y cuando recordó el porqué, se hizo desaparecer cubriéndose por completo con la manta azul que la cubría, quería que la camilla le tragase y la botara en su casa para no salir nunca más de ella.

—Y-ya despertaste, es un a-alivio—dijo su amiga entrando al lugar—Mu-muchos ya se han ido a casa. ¿T-te sientes mejor?

—Siento que alguien presiona mi cabeza con fuerza—respondió.

—Aún te ves muy pálida, pero no morirás—siguió Hanse entrando después de su hermana—O al menos eso nos dijo la enfermera.

—¿Q-qué fue lo qué pasó? ¿Cómo llegue aquí?

Si bien recordaba haberse desmayado frente a su crush, no recordaba que había pasado después. ¿Quién la había traído? ¿La había visto toda la escuela? ¿Qué sucedió exactamente?

—Te desmayaste en la cafetería, después recuperaste el conocimiento un momento y luego volviste a dormir, SeokJin te trajo cargando. Tú ritmo cardíaco cambio de marcha y perdió sincronización. ¿Qué te hizo presionar tanto?—le cuestiono el chico algo confundido y preocupado.

—¿Dónde está él?—pregunto lo suficientemente avergonzada como para mirarle en ese momento, ignorando completamente la pregunta de su amigo.

¿Cómo volvería a verlo después de eso?

—Aquí estoy—menciono entrando de igual manera—¿Estás bien? Traje tus cosas para que no tengas que ir a tu salón nuevamente—explicó dejando su mochila en el suelo.

—¡Estoy que me quiero morir!—exclamo aún bajo la cobija—Acabo de hacer el ridículo frente a él. Perdí la oportunidad de acercarme.

—¿Enserio MinA? ¿Todo este asunto fue por él tarado de Jun?—se quejó Hanse incrédulo.

El peli morado lo observó serio mientras tomaba asiento en una camilla a su derecha. Sabía que su amigo si era un tarado, pero al final de cuentas, su amigo.

—¿Todo el tiempo eres tan dramática?—le cuestiono Seok esta vez a MinA —Tranquila Kang, no es el fin del mundo. Aún quedan cuatro pasos más.

La chica un poco más convencida, asomó sólo la mitad de la cabeza, cruzando mirada con aquel joven.

—¿Seguro? ¿Crees que aún tengo oportunidad?

—Por supuesto, podemos intentarlo otra vez—le dijo Jin tratando de subirle el ánimo—¿Te sientes mejor? ¿Quieres que te acompañe a casa? ¿Sabes que pesas mucho? Porque mi espalda si lo sabe.

—N-nosotros la acompañaremos—contestó esta vez Hana con amabilidad—Descuida.

Jin la miró y una ligera sonrisa adornó su rostro, causando que Hana sonriera tímida de igual manera.

—Muy bien, mi trabajo por ahora está hecho—exclamó levantándose de la silla.

—Oye...—interrumpió Hanse haciéndole detener—Gracias por no dejar que cayera y traerla aquí para que la revisaran.

—Descuida, solo hice lo que creí correcto—respondió tranquilo—Te veré mañana para continuar, adiós.

Dijo por último antes de salir de la enfermería dejando a los tres amigos ahí dentro. MinA con algo de dificultad se incorporó y bajó de la camilla con ayuda de Hana quien sostuvo su brazo y proporcionó sus zapatos. Después de platicar un poco con la enfermera acerca de un mejor rendimiento y cuidado, salieron de ahí camino a casa.
La peli negro caminaba hacia la salida del la escuela sumida en vergüenza y arrepentimiento, sin embargo, y sorprendentemente, un brazo rodeó sus hombros, la mirada de MinA partió desde la mano hasta girar para toparse con el dueño de esa mano. Puedo jurar que casi le da un infarto ahí mismo cuando vio de quien se trataba.

—¿Ya a casa, bella durmiente?—preguntó Se Jun—Yo aún tengo práctica de fútbol.

¡SI! ¡Era Lim Se Jun!
¡El chico que le había gustado desde hace años! ¡Estaba ahí, a su lado, básicamente abrazándola, y la había llamado por un sobrenombre! ¡Un sobrenombre que escogió solo para ella!

—Y-yo, s-si, y-yo...

¡¿Era necesario lanzarse un ladrillo en la cabeza para que reaccionara?! No, eso sólo la haría perder el conocimiento.
Pero, un pequeño golpe en la mejilla, tal vez.

—¿Estás bien? ¿Mañana si comerás con nosotros?—le cuestiono sonriendo.

¡Él estaba sonriéndole! ¡Sólo a ella! ¡Y joder, lo único que la chica podía pensar era que tenia la sonrisa más hermosa en todo el universo!

—Me encantaría, claro, si es que ustedes están d-de acuerdo—respondió correspondiendo esa sonrisa.

—¡Pero claro! Ahora ya eres una de nosotros—le respondió con obviedad— Quien sea amigo de Jin, también es mío. Entonces...hasta mañana bella durmiente. Lindo suéter.

Y con eso se despidió, dejando a una pelinegro básicamente al borde del colapso.
Por otro lado se encontraban sus dos amigos completamente absortos y confundidos, habían sido ignorados por completo por ese peli negro.
Tal vez que un chico popular le hablara a su amiga era normal, pero que... ¡Dos! chicos populares la invitarán a su mesa, el mismo día, eso si ya era una locura.

—¡¿Qué acaba de pasar?!—exclamó Hanse acercándose a MinA—¡¿No era el tarado de Jun?!

—¡El chico que te gu-gusta, acaba de invitarte a su mesa!—espetó Hana lo bastante sorprendida y emocionada por su amiga. Eso no pasaba todos los días.

Y MinA. Bueno, no podía evitar pensar en que Jin era lo que ella podría llamar como: Un milagro.

 Bueno, no podía evitar pensar en que Jin era lo que ella podría llamar como: Un milagro

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—¡Estoy en casa!—gritó una vez entro al lugar.

Pero no recibió respuesta alguna.

De cierta manera, para MinA eso ya era algo que formaba parte de su cotidianidad. Cuando tienes padres divorciados, te acostumbras a una vida algo solitaria.

La peli negro vivía con su madre, una maestra que trabajaba en la facultad de artes en la universidad donde MinA aplicaría una vez diera por terminada la secundaria, y su padre era un oficial de policía, a quien veía solo los fines de semana.

Si a la peli negro le pidiesen definir a sus dos progenitores empleando solo una palabra, diría que su mamá era dulce y su papá, amargo. Un complemento que se odiaba.

La chica se quitó con prontitud los zapatos y caminó hasta la cocina en busca de algo para comer, sin embargo, no encontró nada más que una nota que decía:

"Yo llevaré la cena esta noche, espérame despierta. Te quiere, mamá"

Algo reasignada y con la panza vacía, decidió esperar en su habitación tal vez estudiando, leyendo, o haciendo alguna actividad para matar el tiempo. Sin embargo, el tiempo la envolvió, el sueño le noqueó de un golpe, su madre no llegó, ella cayó rendida ante el profundo adormecimiento.

Deseando desesperadamente que el "mañana" llegará lo antes posible.

Cómo conquistar a tu crush en 5 pasos [Jin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora