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EL CALLEJÓN DIAGON ERA un lugar desierto y triste. Sirius decía que antes no era así, que estaba lleno de vida y alegría. Pero ahora no quedaba rastro de eso.

Elara empujaba el carro de Régulus por la calle casi desierta, su padre, buscaba por todo el lugar con la mirada y el ceño fruncido.

—¡Allí están! —dijo Sirius señalando hacia la izquierda. Elara volteó y efectivamente, allí estaban Rubeus Hagrid, Arthur, Molly, Ron y Ginny Weasley, Harry Potter y Hermione Granger; los Lupin también estaban con ellos, por supuesto.

Molly hablaba en voz alta sobre cómo debían organizarse, cuando Arthur anunció su llegada.

Georgia saludó alegremente a Elara sacudiendo su mano. Elara le devolvió el saludo con un leve asentimiento de cabeza.

—¡Aquí está la criatura! —dijo Molly muy feliz mientras se asomaba al carro para ver a Régulus, que estaba medio dormido. Después saludó a Elara con dos besos.

—Le estaba comentando a Molly que deberíamos de ir unos a Flourish y Bloots y otros con Madame Malkin —dijo Arthur.

—Sí, eso está bien —asintió Sirius, suspiró—. Yo iré con mi hija y mi ahijado, Ron, Hermione y con Hagrid. A Madame Malkin.

—Pues entonces nos vamos a la librería los demás—dijo Molly—. No vamos a estar más tiempo del necesario aquí, dentro de una hora nos encontramos delante de la tienda de Fred y George ¿de acuerdo?

Todos asintieron.

Los cuatro adolescentes, Sirius, Hagrid y el bebé partieron hacia Madame Malkin.

—Ahijado, ¿qué tal estás? —preguntó Sirius—. ¿Qué pasó al final con aquella chica...? ¿Malfoy?

Harry Potter se puso tenso y apretó la mandíbula.

—Ahora es Cruello, se ha casado este verano —explicó mirando hacia el suelo—. No pasó nada. Solo fui una diversión de serpientes —se quejó malhumorado.

—Te recuerdo que soy una Slytherin —le dijo Elara con obviedad—. Te lo habría dicho si eso fuera verdad.

Harry la miró divertido.

—Eso no te lo crees ni tú.

—¿Cómo es estar en libertad? —preguntó Hermione con curiosidad.

Sirius suspiró.

—La verdad es que ahora no tengo tiempo para hacer nada, tengo un mocoso del que encargarme —dijo mirando a Harry—, y a Régulus.

Ron rio al igual que Hagrid.

—¿Y qué hay de tu hija? —respondió Harry ruborizado de la vergüenza— ¡Deberías de vigilarla más a ella!

—Mi hija sabe cómo defenderse sola.

Elara sonrió amargamente aunque no creía del todo en esas palabras.

—Estaremos un poco apretados todos juntos adentro —dijo Hagrid, parándose en el exterior del comercio de la señora Malkin y doblándose hacia abajo para mirar con fijeza a través de la ventana—. Estaré cuidándolos desde aquí afuera, ¿está bien?

Elara, Sirius, Harry, Ron, y Hermione entraron en la pequeña tienda juntos. Parecía, a primera vista, estar vacía, pero en el momento que la puerta se cerró detrás de ellos oyeron una voz familiar que salió de detrás de unas perchas de túnicas de vestir adornadas con lentejuelas verde y azul.

—...No soy un niño, en caso de que no lo hayas notado, madre. Soy perfectamente capaz de hacer mis compras solo. —Elara sintió su corazón dar un vuelvo al escuchar esa voz. Había un ruido de cloqueo y una voz que Elara suponía, era de la señora Malkin, la dueña, diciendo:

𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐒𝐄𝐗 ,, Draco Malfoy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora