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ERA COMO SI EL MUNDO ESTUVIERA en contra de Elara. A la mañana siguiente después de haber desayunado, Elara había tratado de encontrar a Katie Bell por todas partes, sin embargo, no había rastro de ella.

Hasta que decidió preguntarle a Harry, y su respuesta le había sentado como una bofetada.

—Han trasladado a Katie al hospital de San Mungo de Enfermedades y Heridas mágicas —le comentó Harry—. Le echaron una maldición.

Genial. Ahora que Elara sabía que una de las dos personas que podían ayudarla estaba prácticamente fuera de juegp, no le quedaba otra que esperar a que Parvati Patil tomase una decisión: hablar o callar.

Sea cual sea, Elara no la podía presionar. La rubia quería que si la india hablaba, lo hiciera porque se sentía lista y preparada para asumir todo lo que venía después.

Entre otras cosas, Elara estaba bastante distraída.

La mayoría de sus pensamientos eran ocupados por el suceso de Katie, pero había otra parte. O más bien, otra persona que llenaba cada rincón de la mente de la rubia.

Elara se encontraba pensando en Draco muy a menudo. Recordaba cómo la besó para que se callase, las cosas que dijo y su estúpida sonrisa antes de entrar al baño.

Sobre todo esa estúpida y encantadora sonrisa.

La chica estaba en clase de transformaciones, sentada al final del aula. Y sus ojos estaban fijos en la nuca rubia y pálida de Draco.

Lo que más intrigaba a Elara era que, cuando sus labios se habían rozado después de tanto tiempo, ella solo pensó en él. No pensó en nada, ni nadie más. Su esencia y su aroma habían invadido a la chica por completo, encerrándola en una burbuja de seguridad y paz que se había roto exclusivamente cuando Elara se fue.

Elara estaba asustada y emocionada por ese nuevo sentimiento. Quería explorarlo más a fondo para ver a donde podía llegar.

Quizás por eso, al acabar la clase de transformaciones, la rubia saltó de su asiento y se acercó a Draco, que caminaba a paso ligero por los pasillos del castillo.

—Draco —le llamó, para que frenase su rápida caminata— ¡Draco!

El chico, que por fin la había oído, paró de caminar y se dio la vuelta para encarar a la rubia.

Elara avanzó dando grandes pasos hacia él y le tiró del brazo, para volver a caminar.

—¿Te vas a saltar la siguiente clase? —preguntó Elara.

Draco se acomodó las mangas de su camisa blanca y miró a Elara de soslayo.

—Habíamos dicho que nada de preguntas.

Elara resopló y, con timidez y sintiendo como sus mejillas tomaban un color carmín, enganchó su brazo al del chico. Los músculos de Draco se tensaron ante esto, pero no se apartó.

—Ya, lo sé —se sinceró Elara—. Pero esperaba poder pasar un rato contigo. Haciendo lo que sea. Y después de clase no tengo tiempo, tengo que entrenar con el equipo de Quidditch.

Draco miró al techo, pensando.

—Está bien. Al fin y al cabo tengo herbología, así que tampoco pensaba ir a la clase.

Elara asintió y tiró del chico.



—¿ESTÁS NERVIOSA POR el partido de mañana? —le preguntó Draco a Elara mientras ambos subían unas escaleras.

𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐒𝐄𝐗 ,, Draco Malfoy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora