Capítulo 4

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La mañana se presentaba bastante interesante.

Había conseguido rápido un taxi y por eso llegó a tiempo al trabajo. Catarina todavía no llegaba y él fue directo a su oficina a comenzar su día, pero al ver la cafetera vacía, decidió ir al área de refrigerio que había en el piso de abajo a recargar una taza. Debía recordar traer su taza favorita a la oficina al día siguiente porque de ese modo podría disfrutar mejor de su líquido favorito después de la cerveza, también necesitaba tener una cafetera en su oficina porque no interrumpiría a cada momento a la secretaria por un café, menos se veía a él mismo bajar a cada instante por uno.

Ya en la zona del pequeño y acogedor comedor, llenó su jarra y fue a un lado por algunas galletas cuando un grupo de empleados entretenidos en su plática no notaron que estaba entre los aparadores del fondo.

—Yo digo que Gabriel es su novio —hablaba una chica con voz nasal—. Se nota que le gusta porque es tan protector con Castiel ¡qué envidia me da!

—No seas tonta, Jully, sabes muy bien que ese par son como hermanos —habló un chico de voz un tanto chillona que acompañaba a la tal Jully mientras escuchaba otra voz con tono infantil quejarse porque no había té de sabor naranja en la alacena.

—Yo pienso que Castiel es hermoso —dijo la otra chica con el tono de voz infantil mientras buscaba su té— ¡Aquí está! —Chilló de alegría, mientras que sus dos compañeros reían—, pero es una lástima que esté fuera de nuestro alcance, ambos son hermosos.

—A mí me vuelven loco esos ojos azules —aseguró el chico después de soltar un suspiro algo dramático.

—Y esa mirada inocente que tiene cuando le hablas —acordó Jully y escuchó a los tres suspirar fuerte. Dean frunció el ceño, se sentía intrigado—, pareciera que te presta toda la atención del mundo y que eres lo más importante en ese momento para él —volvió hablar y los otros dos estuvieron de acuerdo.

Ellos realmente estaban embelesados por ese tal Castiel.

¿Quién sería?

— ¿Saben que ya hay nuevo subgerente? —Habló la chica que aún no identificaba por nombre que tenía voz infantil.

—Ruth me dijo que es precioso —respondió el chico con un tono de voz como si estuviera suspirando otra vez. Dean sonrió satisfecho, era heterosexual, pero que lo corten en tiras y lo despellejen vivo si no se sentía bien darse cuenta de que un chico lo encontraba atractivo—, aunque dice que es algo serio. Al parecer viene con todas las baterías cargadas para trabajar.

Los tres soltaron un quejido de pesar y Dean se extrañó. Él no pensaba ser un explotador ni mucho menos un acosador por trabajo extra.

—Roman fue el que le dio el recorrido, y yo me lo perdí porque justo había ido a revisar el almacén. No fue justo, ¿verdad que no lo fue Tif? —Dean se asomó y pudo ver a la que era la tal Jully hacer un mohín de lo más gracioso a su amiga. La chica tenía una nariz perfilada muy pequeña que le daba un aspecto gracioso a su cara de niña.

—No amiga, no lo fue.

Dean sonrió extrañado ante el extraño apelativo de Tif ¿a quiénes se les llamaban "Tif"?

Así como llegaron se fueron con sus respectivas tazas y Dean se quedó un momento en ese lugar pensando en la peculiar conversación que había escuchado. Tenía bastante curiosidad por conocer a ese tal Castiel que traía a todos suspirando por sus ojos azules.

Decidiendo que ya tendría tiempo para averiguarlo, salió de su escondite improvisado, tomó su taza que al parecer nadie se había percatado de ella y fue a su oficina. Una vez allí, se dedicó a revisar los papeles que tenía cuando al pasar varios minutos escuchó un grito que venía de afuera de su oficina. Dean sin pensarlo dos veces se levantó alarmado, salió y vaya la sorpresa que se dio cuando vio que toda la recepción del área de gerencia era una lluvia de chispas que salían de los aparatos luminarios que estaban en el techo.

El vacío que llenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora