Capítulo 20

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Lujuria líquida fluía por el torrente de emociones que Dean sentía en ese momento. Ese sueño no era como otros. Ese sueño no era como alguno que hubiera tenido antes. Los labios que estaba besando eran demandantes, salvajes por momentos y por otros precavidos, se sentían tan reales que él se estremecía de placer. Podía sentir la respiración de esa persona agitada, el aliento caliente quemándole por dentro y esa lengua, esa lengua venenosa llena de deseo le estaba haciendo puré el cerebro de la manera más erótica posible.

—Dean... —escuchó su nombre ser susurrado por la versión de Castiel de su sueño. Una versión que se escuchaba y sentía demasiado real, haciendo que sus alarmas sonaran fuerte, pero que a él no le importó una mierda.

Él necesitaba más.

Él necesitaba sentir su piel.

Jaló más la tela que tenía sujeta fuerte en un intento de hacer que el Castiel de su sueño caiga sobre él y de ese modo poder sentirlo mejor, pero la fuerza que ejercía el hombre era bastante así es que con un gruñido bajo levantó la otra mano, pero fue interceptada rápidamente.

—Dean —esta vez la voz era de ruego y a la vez demandante mientras seguía saqueando su boca, eso solo avivó el fuego que estaba en sus venas, así es que forcejeó más y casi lo lograba cuando el beso fue cortado abruptamente.

Dean estaba agitado y estaba convencido que jamás había tenido una erección tan dolorosa como la que tenía en ese momento. Entre abrió los ojos y vi a Castiel frente a él respirando fuerte, sus labios estaban hinchados y rojos, mostrando que habían sido muy bien usado y eso solo lo hizo querer más de él. Así es que se levantó un poco y con toda la fuerza que pudo lo jaló a la cama soltando un jadeo de agradecimiento cuando la ropa de su amigo rozó su cuerpo desnudo y su erección quedó atrapada entre los dos cuerpos. La tela rozaba maravillosamente su sensible piel de su miembro que ya tenía fugas.

—Dean, esto no es...

No supo que más iba a decir Castiel porque sin esperar más, lo besó devorándolo, absorbiendo su calor, sus gemidos, disfrutando de sus movimientos que solo lo hacían perder la cabeza y gozar como nunca antes lo hizo con nadie. Sus manos le quemaban la piel por el deseo, necesitando que ese sueño jamás fuera interrumpido, pero sabía que no podía estar soñando, era demasiado perfecto, demasiado real.

Sin querer perder tiempo averiguando si era o no un sueño, abrió la camisa que le estorbaba y cuando lo logró pudo tocar la piel de quién lo traía literalmente loco. Rozó los pezones pellizcándolos a intervalos irregulares logrando que Castiel soltara jadeos y gemidos que solo lo estimulaban mucho más a seguir torturándolo, así como él lo hacía con Dean. Porque Castiel lo torturaba cada día que lo veía, que le hablaba o lo tocaba inocente por alguna razón.

Sus caderas no podían dejar de frotarse con las de Castiel, pero necesitaba también sentirlo, aunque sabía que eso pudiera llevarlo a perder no solo la cabeza sino también su carga. Así es que cuando sintió las manos de su amigo en su erección soltó un gemido largo cortando el beso en el que  había estado sumergidos, su cabeza se echó un poco hacia atrás y los sonido que escuchaba, estaba seguro de que nunca los había soltado con nadie. La mano de Castiel era precisa, el agarre justo como a él le gustaba, fuerte y rápido en todo el tronco y lento y suave en la punta.

Dean no lo iba a soportar más.

—Cas... —su voz mendigaba llega de pasión.

Sintió el cuerpo alejarse de él, el agarre mantenerse hasta que lo soltó, pero no tuvo tiempo de quejarse porque sintió el calor más intenso y voraz que jamás hubiera podido creer que soportaría en una zona tan sensible. Alzó la cabeza gimiendo y pudo ver la cabeza de Castiel subir y bajar por toda su longitud. Veía con asombro y delirio como su miembro desaparecía casi total en la boca de su amigo para luego aparecer casi por completo. La lengua jugaba con su punta torturándolo mientras su mano hacía pequeños movimientos en la base que evitaba y alargaba lo inevitable, su corrida; sin embargo, tensó las piernas cuando sintió que sus bolas comenzaban a meterse dentro de su cuerpo cuando él comenzó a lamer todo lo largo de su tronco hasta las bolas.

El vacío que llenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora