Capítulo 6

202 27 13
                                    


El golpe fuerte y contundente que recibió el despertador de Dean fue la consecuencia a estar sonando por más tiempo del debido; al menos, eso pensó después de tener que frotarse la mano en un intento por calmar el ardor que sintió debido al fuerte golpe que le dio.

Murmurando lo maligno que pueden llegar a ser ciertos aparatos para los seres humanos tan temprano por la mañana, se levantó algo sonámbulo y fue a ocuparse de sus asuntos mañaneros y a darse un baño para poder estar medio despierto. Con solo una toalla en la cintura fue a prepararse el café que sería el real responsable de ponerlo en marcha, así es que cuando el líquido oscuro y amargo golpeó sus papilas gustativas, fue como si un interruptor se hubiera encendido despertándolo de inmediato.

«Bendito sea el brebaje de los dioses.»

Sonrió cuando vio hacia su sala y recordó cuando estuvo con su nuevo amigo, Castiel, hasta muy entrada la madrugada conversando como si se hubieran conocido desde hacía demasiado tiempo. El pecho lo sentía ligero y no pudo evitar respirar hondo con una satisfacción que no pensó que la hubiera sentido antes.

El sonido de su celular lo hizo soltar un gruñido debido a la interrupción, pero volvió a sonreír cuando vi quién era.

—Hola a ti, ¿por qué recién te reportas? —Recriminó con voz divertida a su amigo de la universidad que no lo había llamado en varios días.

—Hola a ti también ¿cómo te está tratando "Cazando Soluciones"?

—Bien, bueno, el gerente es fantástico —dijo con una nota demasiado entusiasta que le hizo fruncir el ceño a pesar que estaba sonriendo como un estúpido—; es decir, hay un muy buen ambiente de trabajo y todos son bastantes ordenados. La verdad no sé muy bien porqué necesitaban a otro gerente si las cosas marchan bastante bien de por sí.

Dean no había querido pensar mucho en eso, porque era verdad, la empresa bien podía andar sin siquiera la presencia constante del gerente, pero Castiel era muy apegado a sus empleados y le gustaba trabajar su cuota diaria y eso le gustaba.

Mucho.

—Tal vez es el destino que quería que estuvieras en esa empresa.

—Miguel —amonestó a su amigo de toda la vida—, olvida eso del destino, sabes lo que pienso sobre ese tema, así es que está demás tu comentario.

Miguel, solía tener pensamientos bastante lógicos y calculados, pero también solía ser un romántico empedernido aunque no le gustaba ser llamado de ese modo: "un romántico". Él era un chico que no aparentaba su edad en lo físico, sino mucho menor, sin embargo, en mentalidad era un total anciano y en muchas ocasiones era un arcano. Era bastante amable, para lo serio que se ponía la mayoría de las veces, a pesar de todo, sentía que lo conocía lo suficiente para saber que le gustaba divertirse, sobre todo hablar mucho de sus hermanos a los que solo había conocido a algunos. Ellos eran una familia muy grande, su padre había adoptado a muchos chicos y les había dado una vida muy buena a todos. 

Su amigo se hacía cargo de la empresa familiar de guardaespaldas con un muy curioso nombre que era bastante gracioso para él.

"Ángeles Guardianes Inc.".

—De acuerdo, dime cómo te va y si ya hiciste amigos, aunque al parecer el gerente ese es...

—Un amigo —por alguna razón necesitó dejarlo en claro y eso lo fastidió un poco. La risa conocedora de Miguel le dijo que se había dado cuenta de que estaba nerviosos incluso antes de que él lo notara —hemos congeniado mucho y trabajamos bastante bien juntos.

El vacío que llenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora