Capítulo 19

144 25 5
                                    


No supo bien cuanto tiempo se quedó de pie sin hacer el menor movimiento. Sabía que no debía mirar, sabía que no podía hurgar en la intimidad de Dean y sobre todo sabía que no debía hacerse ilusiones porque podía darse una desagradable sorpresa. Miguel le había dicho que no viera lo que tenía debajo de la almohada si no quería respuestas, Castiel no quería descubrir a lo que se refería, pero él ya había caminado hasta la cabecera de la cama, porque no debía mirar.

Aun así lo hizo.

Con sumo cuidado, intentando que Dean no despertara de su sueño, metió la mano debajo de la almohada que usaba su amigo, no pudo evitar inclinarse un poco más. En un inicio no sintió nada, así es que metió un poco más la mano con sumo cuidado y cuando ya la iba a sacarla desilusionado por no encontrar nada, sintió que sus dedos rozaban algo.

Respiró hondo, cogió con los dedos con mucho cuidado lo que había debajo y fue jalando poco a poco hasta que pudo ver asomarse por debajo lo que era claramente una fotografía. En un inicio no sabía de quién era la imagen y a pesar que podía darse cuenta de que fuera una foto de liz, siguió sacándola con la clara intensión de torturarse a sí mismo y de esa forma, olvidarse de que Dean pudiera sentir algo profundo por él, salvo una amistad fuerte y leal, pero a medida que la foto se iba revelando, pudo darse cuenta de cual era y eso lo dejó conmocionado al punto de exhalar el aire que había estado reteniendo.

Una vez tuvo la imagen fuera y en sus manos, volvió a mirar a Dean y comprobó que él seguía durmiendo. Allí se dio cuenta de que su amigo tenía los ojos levemente hinchados y su piel se veía algo pálida y demacrada. Volviendo su vista a la foto, pudo darse cuenta de que era una imagen suya, pero no cualquiera, era una que pertenecía a la colección que tenía guarda en su cajón de la mesa de noche y la cual no se había percatado de que faltara.

La vio algo maltratada, no mucho, pero se notaba que la habían estrujado no hacía mucho, sin contar que parecía que se hubiera mojado por alguna razón. Frunciendo el ceño quiso saber por lo que esa fotografía había pasado y cómo era que llegó a manos de Dean, en especial, a estar debajo de la almohada.

Dean se movió un poco quejándose en sueños y se giró hacía el otro lado, dándole la espalda. En su trayecto de girar, se llevó las mantas con él dejando que su espalda y parte de sus piernas quedaran al descubierto, Castiel se quedó inmóvil hechizado por la vista que tenía en ese momento. Sin saber muy bien qué hacer, miró con algo de aprensión toda la habitación en busca de alguna manta para cubrirlo cuando una de las piernas de Dean salió de debajo de las sábanas y la dejó descubierta totalmente sobre la cama.

Allí, con la vista del trasero cubierto por una bata de baño, su pierna descubierta y parte de su cadera, ya no sabía qué hacer sino mirar la imagen que tenía frente a él. Se sintió un mirón y por más que hubiera intentado no hacerlo, era muy difícil hacer lo correcto en ese instante. Otro movimiento y Dean volvía a la posición que estaba antes, de costado mirando hacia él. Castiel tragó saliva al darse cuenta de que su amigo no llevaba ropa interior. Podía ver la parte delantera de la bata que se había abierto por más que estaba anudada, pero no le cubría nada por delante. Su vista repasó el pecho de Dean con un hambre feroz que lo tomó por sorpresa y al llegar a la ingle necesitó parpadear y tragarse cualquier ruido que pudiera hacer que lo despertase, así es que su vista estaba bloqueada en el miembro en reposo de su amigo, descansando a un lado de pierna, mientras que sus bolas estaban aprisionadas entre las piernas pudiendo captar su leve movimiento natural.

La boca se le secó de la asfixiante necesidad de probarlo.

Sí, se sentía un acosador, un ser despreciable por aprovecharse de ese modo de su amigo indefenso, pero por más que hubiera querido o lo obligaran a mirar a otro lado, él no lo haría.

Con la foto en la mano ya olvidada, su vista recorrió el cuerpo de Dean y comprendió que nunca en su vida lo iba a poder tener, no cómo él deseaba en realidad y eso por más que le dolía, lo comprendía, incluso lo aceptaba. Así es que, supo que su destino no era estar con Dean como él deseaba, sino que estaría a su lado siempre como su mejor amigo, aunque por dentro él se estuviera muriendo de amor por él. Y en ese instante tomó la decisión de que debía decirle lo que sentía, porque su amistad era muy importante y quería dejarle en claro que a pesar de lo que pudiera sentir, ellos siempre serían los mejores amigos.

Pero necesitaba que él supiera la verdad, aunque eso quizás al final los separaría, debía hacerlo.

Sabía lo que podía significar que tuviera su foto debajo de almohada, sabía que su amigo tal vez sintiera mucho más que una simple amistad por él, pero si Dean no hacía nada para que su estatus de amigos cambiara, Castiel no lo forzaría a hacer algo que no quería. Así es que de inclinó de nuevo y despacio bajó la mano y comenzó a meter la foto de nuevo donde estaba, poco a poco hasta que estuviera a salvo de donde la había sacado, pero cuando alzó la mirada para ver que Dean siguiera durmiendo, vio que unos ojos verdes soñolientos, inyectados de un rojo que lo sorprendió por completo lo veían desenfocados, aun cuando esa mirada le daba la impresión de que era distante y algo perdida, se veían centrados en él.

Castiel se paralizó.

—Cas... ¿por qué te veo hasta en mis sueños? —La voz ronca susurrante de Dean y su mirada desenfocada por el sueño fue un disparo de lujuria directo a su ingle que le produjo un escalofrío de placer que lo dejó casi sin aliento.

—¿Me ves en sueños...? —Murmuró bajo incrédulo por el momento.

—Sí —respondió con un suspiro sin dejar de mirarlo con los ojos entrecerrados y sus labios ligeramente abiertos.

—¿Y por qué crees que esto es un sueño? —Preguntó con la voz gruesa sin poder creer que Dean estuviera del todo dormido o consciente.

—Porque solo en sueños podría hacer esto.

Antes que Castiel pudiera tan siquiera terminar de escuchar toda la frase, Dean lo había tomado de la corbata, lo jaló hacia él.

Y lo besó. 

El vacío que llenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora