capítulo 16: Corazón de acuarela III

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—¡Alexa, despierta! —me zangolotearon la cama.

—¿Qué pasa, mamá? ¿Qué hora es? —ya había abierto los ojos, pero ella seguía meneándome bruscamente. Miré por la ventana, pensando que se me había hecho tarde, pero no, el sol todavía no salía.

—¡Mira! Lee esto —tenía un sobre en las manos el cual tomé.

«Universidad de letras, Madrid, España»

Cuando vi de donde provenía esa carta sentí que el aliento se me iría, leía una y otra vez el título porque no podía creerlo, no entendía el por qué estaba aquí ni por qué tenía mi nombre. Las manos comenzaron a temblarme. Como pude abrí el sobre. Mamá me miraba con cara de alegría, sorpresa y nerviosismo, entrelazaba sus manos una y otra vez para contener la ansiedad, olvidándose que también habían llegado cartas de adeudo.

—léelo en voz alta, cariño —dijo mamá.

—Sí, sí, voy.

«Srita. Alexa Nerea:

Hemos leído su manuscrito, ha sido revisado por varios de nuestros miembros del comité de letras de Madrid, y hemos tomado la decisión de hacerle la cordial invitación de entrar de manera directa a la facultad de letras de la capital con una beca del cien por ciento. Si así lo desea y lo solicita, podemos buscarle estancia en el campus. Pedimos nos envíe su respuesta antes de las inscripciones de otoño.

Le mandamos un cálido abrazo esperando tenerle pronto por acá.

F. G. Lorca»

—Hija, no me habías dicho que mandaste un manuscrito —comentó mamá igual de confundida que yo.

—No, yo no hice esto. Pero, sí, hay un manuscrito que no tengo en mis manos, sé quién lo tomó —contesté.

—¿De qué hablas, Alexy?

—Le di un manuscrito a Alex para que me diera su opinión hace como tres meses, debió ser él.

—¡Qué bárbaro! ¡Gracias a Dios! Pues a agradecerle al joven, tú deseabas esto, cariñito ¿no? ¿por qué no te veo entusiasmada? —me levantó la barbilla y puso sus ojos frente a mí.

—Lo estoy, de verdad lo estoy. Sí me entusiasma, creo que cualquiera que sueñe con escribir esto sería como una carta del cielo, solo que, no creí que a ellos les interesaría mi trabajo, es decir, es malo ¿no será una broma? —revisé el sobre, traía en orden los sellos oficiales.

—Y si eres mala ¿qué? —mamá me tomó por los hombros—. Ve y fracasa, qué importa, no pasará nada, vuelve a casa y ya está, comenzamos de nuevo, triunfando o fracasando sigues teniendo el mismo valor, hija —expresó. Yo asentí con la cabeza. Aparté las sábanas de la cama. Busqué algo en el armario, un vestido color magenta, unos botines y mi sombrero negro. Ni siquiera me pasé un cepillo por el cabello, solo lo mal trencé para que no me estorbara en el rostro. Quería ir corriendo al apartamento de Alex.

Eres el amor de mi otra vida (✔️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora