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Regresamos al hotel, estábamos un poco mojadas por la ligera lluvia vespertina. Daniela estaba secándose el cabello con una camiseta y en cuanto me vio tomar la toalla y pasarla por toda la cabeza me detuvo.
—¡No! Espera, vas a romperte el cabello —me quitó la toalla y me dio otra camiseta—, mira, usa esto. Verás que el cabello se maltrata muchísimo menos.
Pedimos de cena panecillos con miel y leche caliente. Por lo visto en los ojos de Daniela se le había pasado un poco lo que hablamos hace rato y lucía un semblante un poco más radiante, tal vez ya es costumbre eso de bajonearse y reponerse de manera rápida varias veces al día.
—Mira ¿qué es eso? —apunté al tocador. Había un pequeño ramo de nardos. Daniela se levantó y lo olió.
—Huele a funeral, ja, ja, ja, espero no sea un mensaje secreto.
—¿Quién lo manda? —pregunté curiosa.
—¿quién más? Oliver, es seguro.
—¡Ah! Tu representante. Pero a ti no te gustan los nardos ¿verdad? «era de esperarse».
—No, en realidad muy poco. Cuando murió mi madre fueron las flores que más abundaron por todos lados, entonces me da algo de escalofríos.
—Oh, bueno, deberías contárselo a Oliver, quizás así para la próxima pensaría en otra especie de flor —Danny acariciaba los nardos que aún no estaban del todo abiertos.
—Él ya la sabe —soltó una risilla nerviosa.
La cena había llegado con la misma señorita amable de la noche anterior. No quería quedarme con las dudas así que de caradura me atreví a preguntar.
—¿Hay algo más entre ese Oliver y tú?
—Mmmm... —Daniela se mordió los labios y comenzó a mirar a ambos lados—, ¿Algo cómo qué?
—Sabes a lo que me refiero...
—pues... no sé, en realidad nada, amistad, eso sí. Pero si te refieres a algo sentimental, Oliver ha estado por meses haciendo este tipo de cosillas, florecitas, dulces, tarjetas como la que me dejó con el policía, a veces me ha invitado a cenar, lee mis manuscritos, es algo distraído también. Pero es un buen hombre.
—Piensas darle una oportunidad un día ¿verdad? «mujer metiche me dicen» —Dan volvió a mirar a ambos lados y a fruncir el ceño.
—Tal vez, creo que tal vez sea lo mejor. No puedo quedarme guardándole luto a alguien que ni siquiera a muerto, debo retomar mi vida de una vez por todas, es decir, quiero retomarla —dijo Daniela un tanto desanimada. Tenía razón en gran parte, eso de retomar su vida y no seguir llorándole al pasado, pero... bueno, no conozco a ese Oliver, pero me parece algo terrible lo que hizo con esas flores, vamos una anécdota así no se te puede pasar.
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Eres el amor de mi otra vida (✔️)
Teen FictionEmilia, una joven odontóloga, está comprometida con un pintor famoso de la ciudad de México, Daniel Gastón, reconocido por siempre pintar a la misma mujer. Este menciona que no es más que un alter ego de él mismo en femenino, pero Emilia no está con...