capítulo 10: Alex, Alexa

9.2K 727 61
                                    

•••

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

•••

—Entonces fue así, Daniel, Daniela, Alex, Alexa. Ni cómo defender lo indefendible —El estómago se me comenzó a revolver, sentía el jugo gástrico asomarse por mi úvula. No sé si la historia me había causado nauseas o es porque no he comido desde hace horas. Cerré el libro y se lo di a Diana—. Haré las maletas ¿te vas o me ayudas? —dispuse.

—¿A dónde se supone que irás? ¿Un hotel? Porque creo que conseguir un buen departamento te tomará algunos días. Puedo hablar con Sebastián y hacerte un espacio en la casa si te apetece, solo lleva tu almohada porque ya no tengo —se encogió de hombros.

—No, cómo crees, no quiero ir a incomodar, debo arreglármelas sola, debo aprender, no puedo estar dependiendo de alguien para siempre. Me iré a un cuarto de paso unos días hasta encontrar algo decente y con pocas cucarachas, creo que todo es mejor a estar en esta casa con un mentiroso —hice un mohín.

Me siento como un diente en donde la fresa está tocando las fibras nerviosas y me recorren esa electricidad donde no sé si duele, incomoda, hiere, o lastima.

Hice memorias de cuanto tenía ahorrado en los cajones del armario, comencé a hacer un conteo con los dedos sobre cuántas semanas podría solventarme en lo que me acostumbraba ahora a tener todo el cargo de mi vida.

—¿segura que no hablarás con él antes? Sonará raro y parecerá que lo estoy defendiendo, pero todo el tiempo has hablado maravillas de él aun cuando yo me empecinaba en decirte lo contrario. Entonces quiero darle el beneficio de la duda. Tal vez él no tenga nada que ver con la vieja esa y solo es alguien que le inspira a dibujar. Vamos, tú lo leíste, Daniela se inspiró en la modelo rubia como si se hubiese enamorado, pero no lo estaba, y con Daniel puede pasar exactamente lo mismo, tú lo has dicho, Daniel nunca sale ¿en qué momento se ve con Daniela? ¡En ninguno! No ha viajado a España nunca ¿no? Entonces no es un infiel del todo —Dijo Diana con ese tono de documental donde se trata de explicar lo inexplicable como si fuera lógico—. Aparte ya está todo lo de la boda y ya tengo mi vestido.

—Ya no me importa —mentí—, solo sé que tengo que irme de aquí, de todas formas, mintió, de ser verdad tu teoría ¿por qué no contármelo? —me crucé de brazos.

—¡Emilia! Sé una adulta madura, tienes veintinueve años, eres una mujer hecha y derecha. Si él te ha mentido, no seas cobarde tú, enfréntale, hablen y déjense formalmente. Aquí el de la vergüenza y la cara gacha debe ser él, porque tú le has sido fiel y sincera hasta el final ¿me equivoco? —me apuntó con su dedo acosador. Yo negué con la cabeza—, has apoyado cada una de sus decisiones, te has acoplado a su estilo de vida. Hablen cara a cara, no es necesario discutir, sincérense sin tapujos o sino... —Diana hizo un gesto malévolo—, ¿Cuándo vuelve Daniel? —inquirió.

—En dos o tres semanas supongo...

—Entonces... averigüemos todo nosotras —Diana dio una hojeada rápida al libro.

—Supongo, trataré de terminar ese libro a ver qué encuentro, dámelo.

—Emilita, no me refiero a eso. ¿Y si buscamos a la Daniela? Debe seguir en la ciudad, hace años que no volvía ¿no? Debe seguir aquí, hablemos con ella, vayamos en situación de admiradoras, que nos cuente más del libro, de la historia y así cuando regrese Dan, veremos qué tanto miente.

—Estás loca —Dije alterada.

—¡Por favor! Llega al fondo de esto. No hay nada qué perder. Escucha. hay dos hoteles en los que puede estarse hospedando, vamos a fisgonear, preguntamos a los botones qué saben, ellos se pasan toda la información, se la venden a los paparazzis. ¿Qué dices? —levantó las cejas pizperetas esperando un "sí".

—No tenemos dinero para comprar la información.

—Pero tenemos otras cosas —meneó la cadera.

—Déjame pensarlo —Bajé la mirada y jugueteé con los dedos. No creo que la encontremos y de hacerlo ¿qué diré? ¿fingiré amarla y pedirle que me cuente acerca de su novela? Seguro al tenerla de frente querré romperle los dientes. Pero no niego que me gustaría que cuando llegue Daniel yo tenga todas las palabras necesarias respaldadas por hechos, decirle que ya no es una alucinación, ni una pelea más por tontos celos.

—Hecho —sostuve.

—Mira, debe estar en el hotel Gillow, ahí van todos los famosos. Acuérdate que me la pasé en una banca esperando que saliera Pedro Infante, que en paz descanse y lo pillé.

—Déjame cambiarme, parezco desquiciada —me eché un vistazo a los zapatos rojos y la falda lila.

—Y maquíllate, la frente en alto, querida —frunció el ceño.

Traté de vestirme lo más decente que pude, si tenía que hablar de nuevo con ella, no quería verme como vagabunda. No me sentía con los ánimos suficientes para usar algo colorido, así que busqué un conjunto negro, zapatillas punta de aguja del mismo color, un sombrero y unas gafas de sol para disimular mi rostro molido, me hice una trenza francesa con caída hacia el lado derecho.

—Creí que íbamos al centro, no a un funeral —me dijo Diana al verme bajar las escaleras.

—Literalmente no, pero figuradamente estoy en uno. En serio, dime dramática, pero siento algo muerto ¿te ha pasado? Como que algo dentro dejó de latir, no hablo del corazón, no estoy segura de qué, es un vacío, como un globo que se me ha atorado aquí en el esternón. Lo sentí cuando murió mi madre, entonces, sí, también hoy estoy de luto —Diana me abrazó y eso conmovió las lágrimas que estaba reteniendo.

—Estoy contigo, que se vayan todos, pero aquí me tienes, vamos a averiguar qué pasa —Sacó un labial de su pequeño bolso, y me pintó los labios. Y con una pequeña brocha usó el mismo para darme color en las mejillas—. ¿Una sonrisa?

—Sí —ladeé un retazo de sonrisa.

Salimos camino al centro histórico. En el autobús solo observaba a Diana leyendo el libro, sonreía y también carcajeaba. Me contenía las ganas de preguntar, solo estiraba un poco mi cuello para leer de reojo, pero veía un "Alex" y se me erizaba la piel.
Una sensación áspera donde quieres saber, pero tampoco quieres. Me distraía mirando de la ventana los edificios y tiendas como si fuera la primera vez que lo hacía, en eso Diana soltó una risa explosiva.

—¡Ahg! ¡¿Qué tanto dice?! —vociferé.

—Está buenísimo, no te molestes, independientemente de que sé quienes son, es bueno, cursi, meloso, pero creo que un poquito mejor que las novelas de la radio.

—¿Qué más dice? —No sé ni para qué pregunté.

—Ella recreaba historias de sus pinturas, él pintaba sus escritos, suena de cuentito ¿no? Voy a adelantarme un poco, porque es mucho romance, creo que la mujer exageró, lee esto...

•••

•••

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Eres el amor de mi otra vida (✔️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora