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Se llegó el día, la chica de la radio del programa del clima predecía una gran tormenta eléctrica que azotaría la ciudad, por un momento me alegré, pues pensé que posiblemente se cancelaría el evento. Tormenta o no, no me doy el lujo de descansar. Así que me fui al consultorio, ni siquiera desayuné nada, Daniel había capeado pan con huevo y solo el olor me revolvió el estómago, más cuando lo vi echarle miel y sal.
—Dianita, me alegra verte —llegó veinte minutos tarde, jadeando por venir corriendo, me dio risa que en la mano traía un paraguas, aunque todavía no se asomaban si quiera las nubes de tormenta.
—Perdón, no hallaba el tonto vestido café que te comenté, así que hice un desmadrito en mi recámara, pero encontré algo mejor ¡ya verás más tarde!
—¡Ja! Diana, es solo un recital...
—Que puede estar el amor de mi vida ¿no entiendes? No puedo dejar que me vea en fachas. Tú como ya lo encontraste —bufoneó.
—¿Sebastián no es el amor de tu vida? —inquirí.
—¡Ay, Emilia! Sí, un cincuenta por ciento —dijo dudosa.
Decidí no incomodarla más.
Para mi sorpresa esas horas pasaron rápido a diferencia del resto de la semana. Cerramos a las cinco para que nos diera tiempo ir al recital.
Nos arreglamos dentro del consultorio, ni ella ni yo teníamos idea de cómo se debe uno de vestir para esos sitios, si formal, casual o un tanto más elegante. Opté por una falda lisa color negro con lunares blancos, la cual me llegaba hasta las rodillas, un tanto elegante, pero a la vez atrevida, acompañado de una camisa blanca d manga tres cuartos color blanca, me rodeé con una mascada a juego con la falda. En cambio Diana llevaba una falda tableada color vino y unas plataformas del mismo tono. Nos pintamos los labios con el mismo labial color terracota, también tomé un poco para colearme las mejillas que hacía buen juego con mi piel apiñonada. Esponjé un poco mi cabello con algo de laca por detrás, con ambas manos hice presión para marcar las ondas naturales del mismo, y el fleco lo acomodé con unas orquillas a los lados. Me observé de perfil, hace tiempo que no cortaba mi cabello, ya me llegaba a la cintura.
—vámonos, mujer, se hace tarde —vociferó Diana desde la puerta principal, pero no podía dejar de verme al espejo, sentía que no estaba a gusto con mi apariencia, es como si todo por separado luciera bien, más en conjunto todo fuera un desastre.
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Eres el amor de mi otra vida (✔️)
Dla nastolatkówEmilia, una joven odontóloga, está comprometida con un pintor famoso de la ciudad de México, Daniel Gastón, reconocido por siempre pintar a la misma mujer. Este menciona que no es más que un alter ego de él mismo en femenino, pero Emilia no está con...