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Salí del aula, con el estrés pisándome los talones, Tenía que llevar el borrador de algún poema para pulirlo en la siguiente clase, y para mi suerte, el síndrome de la hoja en blanco ya se había apoderado de mí. Buscaba en el cielo, debajo de la cama, entre mis libros y nada, ni una pizca de inspiración, no podía formular ninguna frase, pues de hacerlo, solo escuchaba las bullas del profesor mientras estruja mis poemas.
Quise darme una última oportunidad antes de rendirme e irme a casa. Comencé a caminar por los jardines de la escuela, husmear las clases de las otras aulas. En el ala derecha estaban los músicos, tocando violín, chelo, guitarra, otros tocando el pandero y danzando de manera espontánea, preparando la coreografía del festival de primavera. Parece fácil, pero yo creo que no podría bailar, lo he intentado y no me da más que mover un poquito los pies, pero, una rama en medio de una ligera ventisca tendría más ritmo que yo ¿cómo hacen para mover todos los músculos? Nací tiesa, creo yo.
Las chicas de los panderos llevaban vestidos largos y sueltos de colores pasteles, a sus panderos ataban listones del mismo color de su vestido. Era una escena encantadora, pero no pude escribir nada sobre ello. Me quedé nuevamente con una palabra y de ahí no brotó más.
Caminé a la otra ala, ahí se encontraban los cantantes, dos mujeres entonaban con dulzura Pie Jesu, como todas unas profesionales, y eso que eran de primer año. Hoy parecía que todos estaban llenos de inspiración y yo aquí, con una página solitaria.
Ya solo me quedaba ir al jardín principal, de toda la escuela, era mi lugar favorito, la verdad es que el gobierno le había invertido bastante en esta área, pues a su cargo estaban seis jardineros que mantenían los rosales siempre perfectos, parecía que aquí no pasaban las estaciones, siempre estaban abiertos, así fuese otoño, así hubiese sequías.
Vi varios chicos con sus libretas tumbados en el suelo criticando sus bocetos, algunos dibujaban frutas, barcos, flores. Se mostraban entre ellos sus avances y realizaban cambios una y otra vez. Más al fondo, cerca de la fuente, tres chicos con sus caballetes estaban rodeando a una mujer, al parecer era su modelo. Los pintores tenían cierta fama, a veces le pagaban a mujeres para que posaran desnudas para ellos en el teatro. Aunque algunas otras lo hacían gratuitamente.
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Eres el amor de mi otra vida (✔️)
Novela JuvenilEmilia, una joven odontóloga, está comprometida con un pintor famoso de la ciudad de México, Daniel Gastón, reconocido por siempre pintar a la misma mujer. Este menciona que no es más que un alter ego de él mismo en femenino, pero Emilia no está con...