Emilia, una joven odontóloga, está comprometida con un pintor famoso de la ciudad de México, Daniel Gastón, reconocido por siempre pintar a la misma mujer. Este menciona que no es más que un alter ego de él mismo en femenino, pero Emilia no está con...
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EMILIA
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Me sentía avergonzada por lo sucedido aunque ya llevara poco más de un año. Oliver me recogió en el aeropuerto, como pude le di la mano, porque la cara se me estaba derritiendo, pero para mí sorpresa, actuó como si no hubiera pasado nada. Me dio un abrazo y la bienvenida. Me aseguró que Danny no guardaba ni una gota de rencor y que algunas veces carcajeaba al recordar lo sucedido y que incluso me hará firmar un documento donde autorizo que escriba mi historia.
Llevábamos seis días en esta sala de espera, aguardando que el médico nos dijera algo bueno, hace media hora que ha pasado Oliver, y yo trato de no comerme los dedos. Me tallé el rostro, pequeñas gotitas de sudor se resbalaban por mi frente.
Abrieron la puerta y salió Oliver, lo primero que hice fue inspeccionar sus ojos, al verlos llorosos, se me paralizó el corazón, pero en cuanto sonrió, pude exhalar.
—¿Está bien?
—¡Sí! Está bien, ya despertó, quiere verte.
—¿De verdad? —mi tripa bailarina hizo de lo suyo al retorcerse como de costumbre.
—De verdad, pasa.
Inhalé hondo y caminé titubeante. Daniela estaba semi sentada, un poco pálida, con los labios un tanto secos y grises. El cirujano se encontraba a su lado haciendo anotaciones.
Al verme sonrió y extendió su mano.
—Hola —saludé nerviosa.
—Creí que no vendrías —dijo con lentitud. Le sostuve la mano. Me sonrojé.
—Imposible no encariñarse contigo, Danielita —me senté a su lado. Y le acaricié el cabello, estaba repleta de nudos. Saqué un peine de mi bolso y le separé el cabello para desenredarle.
