🌌Capítulo 4🌌

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Mansión Kim, enero de 2022

No podía permitirse dejarse intimidar por la casa ni por su dueño. Los dos tenían una reputación.

Decían que la casa era elegante y antigua, con jardines que rivalizaban con el del Edén. Eso lo había comprobado por sí mismo.

Del hombre se decía que era interesante, algo solitario y puede que un poquito "difícil". Y Taehyung sabía que eso tanto podía significar que tenía un carácter fuerte como que era un idiota.

Fuera como fuese, podría manejarlo, se dijo mientras se resistía al impulso de levantarse y ponerse a andar arriba y abajo. Había pasado por cosas peores.

Necesitaba el trabajo. No solo por el sueldo, que sería generoso, sino porque suponía un desafío, no podía seguir aceptando que la rutina guiara su vida, como hacía en casa.

Necesitaba vivir de verdad, no limitarse a dejar que el tiempo pasara y a cobrar un cheque que quedaría absorbido por las facturas. Por muy de libro de autoayuda que sonara, necesitaba algo que lo llenara y le supusiera un desafío.

Kim Seokjin era un hombre realizado, de eso estaba seguro. Una bonita casa antigua, un negocio próspero. ¿Cómo sería, se preguntó, levantarse cada mañana sabiendo exactamente cuál era el sitio de uno y adónde lo llevaba la vida?

Si una cosa tenía que conseguir por sí mismo y por sus hijos, era esa sensación de seguridad. Y lamentablemente la había perdido desde la muerte de Yuta. Cuando se trataba de actuar, de trabajar, no tenía problema. Si alguien tenía una tarea o un reto y los medios para resolverlo, él era la persona ideal.

Pero esa sensación íntima de saber quién era él había quedado destrozada aquel día de septiembre de 2019 y no la había vuelto a recuperar.

Volver a Daydream era un nuevo comienzo. Aquella entrevista cara a cara con Kim Seokjin. Si no le daban el trabajo... bueno, ya encontraría otro. Nadie podría decir que no trabajaba o no era capaz de mantener a sus hijos.

Pero, por Dios, quería aquel trabajo.

Enderezó los hombros y trató de no hacer caso a las dudas que lo asaltaban. Este seguro que se lo daban.

Se había vestido con esmero para la entrevista. Para dar una imagen eficiente pero no remilgada, con traje color terracota y una camisa blanca. Zapatos buenos, joyas sencillas. Nada ostentoso, un pequeño pendiente en forma de argolla en su lóbulo izquierdo y dos cadenas delicadas rodeando su cuello, una simple y otra con un dije de esmeralda en forma de lágrima. Un maquillaje sutil para resaltar el azul de sus ojos.

Seokjin lo hacía esperar. Seguramente quería ponerlo nervioso, pensó Taehyung mientras sus dedos toqueteaban la correa del reloj. Dejarlo allí solo, muriéndose de impaciencia en el espléndido salón, dejando que se fijara en los adorables objetos de anticuario y los cuadros, en la suntuosa vista de las ventanas delanteras.

Y todo en aquel estilo grato y de ensueño del sur que le recordaba que era un pez fuera del agua.

Allí las cosas iban muy despacio, se recordó. Sí, tendría que tenerlo en cuenta, allí la vida seguía un ritmo muy distinto de aquel que él estaba acostumbrado, era una cultura distinta.

La chimenea seguramente era Adams. La lámpara sin duda era Tiffany's original. Y las cortinas, ¿las seguirían llamando cortinajes, o sonaba demasiado a Scarlett O'Hara? ¿Los paneles de encaje que había bajo las cortinas eran una herencia familiar?

Dios, ¿había estado alguna vez más fuera de su elemento?

¿Qué hacía un viudo de clase media de Begin en medio de tanto esplendor sureño?

Dalia Azul¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora