🌌Capítulo 27🌌

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Yoongi removió la tierra de la base de la clemátide que se encaramaba al emparrado de metal. En aquella zona del jardín todo estaba tranquilo. Los arbustos y árboles ornamentales, los senderos y los macizos de flores separaban lo que él seguía viendo como la casa de invitados de la casa principal.

Los dientes de león ya habían empezado a abrirse, con aquel luminoso amarillo contra el verde de la primavera. Los próximos serían los tulipanes. Eran una de las cosas que más le gustaban de la primavera, así que había plantado un macizo de tulipanes junto a la puerta de la cocina de su casa.

La casa era una antigua cochera remodelada y, según todos los hombres que había llevado allí, era encantadora. «Como una casa de muñecas» , era la opinión más generalizada. No le importaba. Aunque él lo veía más bien como la casita del vigilante o el guardabosques, con las tejas encaladas de cedro del tejado a dos aguas. Era acogedora, por fuera y por dentro, y más que suficiente para sus necesidades.

A unos metros de la entrada de atrás había un invernadero que le pertenecía solo a él. La casita estaba lo bastante lejos de la casa grande para permitirle intimidad, así que no tenía que sentirse incómodo cuando invitaba a algún hombre a pasar la noche con él. Pero también estaba lo bastante cerca para estar allí en cuestión de minutos si su padre lo necesitaba.

No le gustaba que su padre estuviera solo, aunque siempre tuviera a Jackson a mano. Y gracias a Dios que lo tenía. Por muy autosuficiente que fuera, por mucho que fuera el hombre más fuerte que conocía, no le gustaba pensar que andaba solo por aquel caserón, día tras día y noche tras noche.

Aunque desde luego mejor eso que tenerla en el caserón con aquel imbécil con el que se había casado. No había palabras para describir lo mucho que despreciaba a Lee Hyukjae. El hecho de que su padre se hubiera enamorado de él demostraba que no era infalible; para ser alguien que casi nunca se equivocaba, había sido un error muy grave.

Aunque era cierto que cuando había llegado el momento lo había echado sin piedad, Yoongi había temido que el hombre no se lo tomara muy bien: quedarse sin Jin, sin casa, sin dinero.

Que lo aspen si no había tratado de colarse allí una vez, la semana antes de que el divorcio se hiciera efectivo. Seguramente su padre podría haberse arreglado muy bien solo, pero su presencia en la casa no estuvo de más. Y contribuyó a la bonita patada que le dio en el culo a aquel avaricioso y mentiroso.

Pero quizá ya había pasado el suficiente tiempo. Y, desde luego, últimamente no se encontraba precisamente solo. Dos hombres y dos niños hacían mucha compañía. Entre ellos y el negocio, estaba más ocupado que nunca. Quizá tendría que empezar a pensar en buscarse una casa para él.

El problema era que no se le ocurría ninguna buena razón para hacerlo. Amaba aquel lugar como no había amado nunca a ningún hombre. Con apasionamiento, respeto y gratitud.

Los jardines eran su hogar, puede que más incluso que la casita. La mayoría de las veces salía por la puerta y con una caminata agradable y sana ya había llegado al trabajo.

Joder, y no quería trasladarse a la ciudad. Tanto ruido, tanta gente... Answer estaba bien para alguna salida nocturna: una discoteca, una cita, los amigos. Pero en un mes ya estaría agobiado.

Tampoco le interesaban las urbanizaciones. Lo que quería era exactamente lo que tenía. Una casita, grandes jardines, un invernadero y poder estar en el trabajo en un momento.

Se acuclilló y se ajustó la gorra para que el pelo no le cayera sobre los ojos. La primavera se acercaba. Y no había nada como la primavera en su casa. Su olor, su aspecto, hasta el sonido.

Ya estaba atardeciendo y la luz era suave. Cuando el sol se pusiera, refrescaría, pero ya no sería el frío cortante del invierno.

Cuando terminara con aquellas plantas, entraría a buscar una cerveza. Y se sentaría fuera a disfrutar de su soledad bajo el frescor y la oscuridad de la noche.

Dalia Azul¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora