Capítulo 1

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Princesa Artemisa III en multimedia.

-El Rey Wenceslao de Bohemia le presenta este regalo al Rey de Inglaterra por su buena salud.-

El recién nombrado saco una urna bañada en oro y la observo por pocos segundos.

-Hermoso.- su voz retumbó por la habitación y se oyó clara gracias al silencio.- Como todos saben, mí hermana Felipa nos acompaña hoy, Reina de Dinamarca.- se levantó de su asiento y rodeo la mesa.- Agradezco que ella y su esposo, el buen Rey Eric, viajarán hasta aquí. Deseo que acepten está urna, querida, y su belleza represente la tuya, que a su vez representa la de Inglaterra.- dejo el objeto con delicadeza sobre la mesa.

-Gracias, mí señor.-

-El Sultanato de Delhi le presenta esta pequeña reliquia por una gran vida de prosperidad.-

Una caja fue llevada hasta las manos de Hal, quien la abrió y saco un hermoso collar, al cual todos observamos con admiración. Tenía un zafiro en el centro, este era rodeado por diminutos diamantes que brillaban apesar de que la habitación estaba en una leve penumbra. Se escucharon exclamaciones de sopresa y admiración al mismo tiempo en que Hal sonreía.

-No creas que me he olvidado de ti, mi lady.- volteó y me miró con una pequeña sonrisa, con ojos resplandecientes.- La princesa Artemisa III de Italia, caballeros. Ven.- tendió una mano a mí dirección y espero con el brazo en el aire.

Me levanté lentamente y rodee la mesa hasta estar a su lado. Estaba segura de que mí rostro expresaba todo lo que mí boca se negaba a decir por el asombro, la timidez y la vergüenza.

Él se paró a mis espaldas y levantó el collar por sobre mí cabeza para apoyarlo en mí pecho y abrochar la delicada cadena de oro.

-Tranquila.- susurró en mí oído a un nivel lo bastante bajo para que solo yo lo escuchará, acariciando mis brazos con las puntas de sus dedos, provocando que mí piel se erizara y Hal sonriera contra la piel de mí cuello al notarlo.

-Es demasiado, Hal.- susurré, y volteé la cabeza para verlo.

-Tonterías.- negó.- Te queda perfecto.- beso mí coronilla y se alejo.

-Su serenidad, el dux, de la República de Venecia.- volví a mí asiento sintiendo el sonrojo en mis mejillas, sonrojo que incremento cuando Felipa me sonrió con picardía.- Presenta este regalo en su honor, mí señor. Dice que es un ave de Constantinopla.

-¿Un ave? Debe estar muerta, supongo.- reí al igual que los demás. Hal agarró un ave de madera.

-Si me permite, señor.- un hombre a su lado murmuró. Hal le entrego el extraño regalo y el desconocido le dio cuerda.- Mecánica no natural en la orilla de la cristiandad.- lo dejo en la mesa y el pájaro empezó a caminar pausadamente.

Aplaudí y sonreí. Me parecía maravilloso.

-Una maravilla.- volvió a agarrarlo.- Esto le pertenece a mí primo, Cambridge. De todos en esta mesa, no he conocido a nadie mejor que ti. Ciertamente te conozco mejor que a mí hermana, fuimos criados juntos, eres como un hermano para mí.- se la entrego con una sonrisa.- Así que es apropiado que tengas está ave mágica. Espero que no sea magia negra y profana.- susurró, aunque todos pudimos oírlo.

-Del Delfín, hijo de Su Majestad, Carlos, Rey de Francia.-

Cuando Hal se acercó a ver el contenido de la caja, parecía sorprenderse tanto que se quedó quieto por unos cuantos segundos, en dónde el silencio y la expectación reinaba entre todos los invitados.

-Una pelota.- comentó mientras la sacaba.- ¿No la acompaña un mensaje del Delfín?- le preguntó al hombre de los anunciados.

-No, mí señor.-

-Conservaré este regalo. Fue enviado para mí.- levantó la mirada.- El niño que era antes.- la lanzo a la pared y la recogió cuando está rebotó.

Editado

 ℳ𝓎 ℒ𝒶𝒹𝓎  || ℛℯ𝓎 ℰ𝓃𝓇𝒾𝓆𝓊ℯ 𝒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora