Capítulo 9

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El pueblo de Eastcheap era lo que se veía a través de la ventana de aquella gran biblioteca. Un libro pequeño y de color rojo escarlata era sostenido por mis manos mientras mis ojos estaban distraídos en el paisaje que había al otro lado del vidrio.

Además de mí, no había nadie más allí. Hal estaba en la antigua oficina de su padre, la cual no estaba muy lejos.

La única presencia que me acompañaba era la de miles de personajes atrapados entre hojas, páginas y libros. La chimenea le daba un aspecto más hogareño y el olor a libros solo podía maravillarme de sobremanera.

Un par de brazos se ciñeron en mí cintura y un mentón se apoyó en mí hombro mientras alguien, a quien ya había reconocido, me abrazaba por la espalda.

-¿Recuerdas nuestras escapadas a Eastcheap?- murmuró cerca de mí oído. Asentí con una pequeña sonrisa.- Siempre terminábamos regañados por nuestros padres.- río.

-Las primeras veces pensaron que nos habían secuestrado. Todos estaban tan desesperados.- hice una mueca.- Ahora me siento culpable de tanta desesperación.

-Solo eran travesuras de niños, Tesa. Tranquila.- beso mí mejilla y se quedó callado por unos minutos, perdido en sus recuerdos.- Cuando viajamos a Italia para visitarlos, me di cuenta de que era tan distinto allá. Todo era alegre y colorido y aquí es totalmente lo contrario. Somos la representación perfecta de nuestros pueblos.- me hizo girar y junto nuestras frentes.- Tu eres maravillosa, una especie de luz cegadora.- acarició mí mejilla y me observó con detenimiento, apreciando cada pequeño detalle de mí rostro.- Y yo... Yo solo soy un desastre.- hizo una mueca y bufó.

-Tu eres el mejor Rey que pude haber conocido.- acaricié nuestras narices en un beso esquimal.- Levantaste este Reino de las cenizas y estás tratando de mejorarlo. Eres tan inteligente que ni siquiera te importaba el trono, por qué sabías que Inglaterra estaba perdida. Si, fuiste un desastre.- asentí.- Pero cambiaste por tu pueblo y eso no lo hace cualquiera.

No hablamos por lo que pareció una pequeña eternidad, mirándonos en completo silencio. Fue un tiempo para apreciar el arte del otro, el brillo en los ojos de ambos al cruzar miradas, el roce de nuestra piel y la sensación de que estábamos juntos.

Y es que la sensación de estar juntos era tan simple pero hermosa a la vez que parecía abrumarnos aunque sea un poco.

Pero nos encantaba.

~•~

Ahora mismo nos encontrábamos en su oficina. Yo estaba sentada en su regazo y él estaba firmando algunos papeles. De un momento a otro, un sobre firmado con una letra que conocía de sobra llamo mí atención.

-¿Padre te mando una carta?- intenté tomarla, pero él fue más rápido y la quitó de mí alcance.

-Si. Es que...- abrió un cajón y guardo la carta allí, cerrando el cajón con fuerza y manos nerviosas.- Yo también quise preguntarle si podías quedarte aquí en Inglaterra y esa es su carta de respuesta.

-Hal, eso fue hace dos meses. Incluso más.- insistí e intenté abrir el cajón y agarrar la carta, pero el me abrazó y apresó mis brazos.- ¿Porque no me dejas leerla? ¿Acaso paso algo malo?- pregunté con temor.

-No, no es eso.- negó con rapidez.- Es que... Bueno... Yo le pregunté algo a tu padre hace un par de semanas y aquella carta tiene la respuesta.

-¿Que le preguntaste?-

-Eso es una sorpresa.- evadió el tema, con una sonrisa cómplice que solo él entendía. Al notar mí ceño fruncido por el tema de la carta, Hal agarro mí cintura y beso mis labios hasta hacerme olvidar de lo que hablábamos con anterioridad.

Editado

 ℳ𝓎 ℒ𝒶𝒹𝓎  || ℛℯ𝓎 ℰ𝓃𝓇𝒾𝓆𝓊ℯ 𝒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora