-No podré convencerte, ¿Verdad?-
Hal y yo nos encontrábamos acostados en la cama de mí habitación. Yo estaba, prácticamente, arriba de su cuerpo mientras el acariciaba mí espalda por debajo de la tela de la bata de seda.
-No.- contesté y el suspiro.- Pero se qué eres tan terco que seguramente intentarás encerrarme aquí mañana antes de viaje, solo para evitar que vaya. Así que le pedí a la sirvienta que enterrara todas las llaves de está habitación en un lugar oculto del jardín.- apoye mis codos a cada lado de su cuerpo para enderezarme y verlo. El tenía una expresión de sorpresa e incredulidad marcada en su rostro. Sonreí.- Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas.
Soltó una pequeña risa sin gracia.- Eres increíble.
-Gracias, mí Rey.- nos observamos en completo silencio, consientes de que está guerra podría matarnos a los dos y no podríamos volver a vernos.
-¿Que harás si muero, mí lady?- ladee la cabeza y sonreí, tomando aquella pregunta como un chiste y sin querer admitir en voz alta que eso era una posiblidad.
-Si mueres...- empecé con voz lenta y baja, buscando las siguientes palabras que describieran lo que pasaría.- Me acostare pegada a ti y ahí me quedaré hasta el fin, sin comer ni beber; te pudriras entre mis brazos y te amaré carroña; pues no se ama nada si no se ama todo.- acaricie su cabello y dejé un beso en sus labios, siendo correspondida al instante por Hal, quien agarró mí cadera y nos giró hasta quedar arriba de mí cuerpo.
-Te amo, Tesa.- murmuró sobre mis labios, con un brillo en los ojos que no sería capaz de olvidar nunca.
-Te amo, Hal.- susurré.
Nuestros labios se unieron de nuevo y esta vez sus manos se deslizaron por la bata, deshaciendo él nudo de está y tirando de la tela para dejar mí cuerpo desnudo al descubierto. Sus manos recorrieron cada pequeño tramo de mí piel, acariciándola con cariño y lujuria al mismo tiempo.
Sus labios se perdieron en la curva de mí cuello y mis manos se desesperaron por quitarle la camisa. Mis dedos temblaban tanto por el nerviosismo que me era imposible desabotonar los malditos botones. Sonriendo por mí interminable necesidad, se arrodilló en la cama y el mismo se sacó toda la ropa, sin quitar sus ojos de los míos.
Cuando volvió a quedar sobre mí no perdió tiempo y bajo hasta mí entrepierna, donde acarició el pequeño botón y beso mis muslos interiores con lentitud y parsimonia, volviéndome loca.
Y antes de que pudiera llegar al tal placer inmenso, Hal subió hasta mí boca y me beso, callando mis quejas. Sentí la punta de su miembro en mí entrada, empujando levemente y mi boca soltó un gemido cuando el Rey entro en mí de a poco.
Su rostro se había ocultado en mí cuello y podía sentir su respiración entrecortada contra mí piel, de vez en cuando susurrando mí nombre. Sus manos seguían junto a mí cabeza y las mías se habían quedado en la espalda de Hal, clavando mis uñas cuando el placer era más intenso de lo que imaginaba.
Cuando su miembro entro por completo en mí, empezó con lentas y cuidadosas embestidas, hasta que finalmente estás se volvieron rápidas y fuertes hasta el punto de hacer rechinar la cama.
Estaba casi segura de que mis uñas llegaron a lastimarlo.
Aún así, él no se quejó.
-Hal...- solté en un gemido entrecortado.
-Tesa..-
Ambos estábamos tan cerca del placer inmenso, aquel que nos encantaba tanto a algunos humanos.
Y cuando por fin llegamos al límite, nuestras respiraciones se calmaron y nuestros corazones dejaron de latir con tanta rapidez, él se acostó a mí lado y me abrazó toda la noche, y aquel acto me pareció el más romántico de la noche apesar de que habíamos hecho el amor.
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ℳ𝓎 ℒ𝒶𝒹𝓎 || ℛℯ𝓎 ℰ𝓃𝓇𝒾𝓆𝓊ℯ 𝒱
Fanfiction"Me basto verla para descubrir que, en estos años, no la había olvidado un solo momento, que estaba tan enamorado de ella como el primer día." •Mario Vargas Llosa || Travesuras de la niña mala.