Capítulo 7

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Mí sueño, más que un sueño, fue un recuerdo. Un recuerdo que volvió a varios años atrás, cuando tenía 8 años y pasábamos un pequeño periodo en Inglaterra, junto a la familia de Hal en su castillo.

Fue una noche cualquiera. Había tenido una pesadilla por lo que desperté sobresaltada, tan sobresaltada como cuando Hal me sorprende cada vez que aparece.

Baje de la cama y observé a mí pequeña hermana Giselle, de tan solo 5 años, dormir en una cama junto a la mía. Recuerdo como el frío cemento me hizo estremecer al chocar con mis pies desnudos, pero no me importo y salí de la habitación. Recorrí lo largos y altos pasillos del castillo, esquivando a los guardias, ya que sabía que llamarían a mis padres si me encontraban por ahí.

Uno de los pasillos, donde estaba la biblioteca y la oficina del Rey Enrique IV, tenía una especie de jardín interno, con varias esculturas y una gran fuente con agua cristalina en el medio. Me senté en el pasto y observé mí entorno hasta que mis ojos se detuvieron en la pequeña figura de Hal, quien estaba escondido detrás de un pilar de mármol blanco.

Para ese entonces, él estaba perfeccionando su habilidad de caminar en absoluto silencio y asustarme cada vez que podía.

-¿Hal? ¿Que estás haciendo?- mí voz resonó en el profundo silencio. Su rostro, iluminado por la luna, se asomo desde detrás del pilar, con ojos nerviosos y una nueva en sus labios por haber sido descubierto.

-Hola, Tesi.- me sonrió y salió de su escondite, dejándome verlo por completo.- Es que... Te vi caminar sola por el castillo e imagine que habías tenido una pesadilla. Cómo no fuiste con tus padres supuse que querrías un tiempo sola y... Yo no quise volver a mí habitación por qué creí que te perderías al querer volver.

Su flacucho cuerpo de 10 años se balanceo sobre las puntas de sus pies, nervioso, mientras sus manos estaban unidas y ocultas tras su espalda.

Sonreí mientras me sentía derretir ante tanta ternura.

-Gracias, Hal.- me levanté.

-De nada, mí lady.-

Esa fue la primera vez que me llamo así. Y creo que nunca sería capaz de olvidarla.

-Hay que volver a nuestras habitaciones antes de que nos descubran.- ambos salimos del jardín para empezar a caminar por los pasillos, de nuevo, en silencio.

Cuando llegamos a la puerta de mí habitación, nos detuvimos frente a esta, quedando frente a frente.

-Gracias de nuevo, noble caballero.- ambos reímos por lo bajo.

-Deberé corregirla, señorita, pero yo soy un príncipe.- siguió con mí juego y saco pecho para darle más dramatismo a nuestra actuación.

-Oh, lo lamento, mí querido príncipe, eso fue muy...- me detuve al no saber que palabra decir.

-¿Indebido? ¿Inapropiado?- sugirió.

-Eso fue muy inapropiado, mí señor. Debo rogar que me perdone.- seguí con el juego y uni mis manos, rogando, mientras me acercaba.

-Esta bien, mí lady.- sonrió y envolvió mis manos con las suyas, agachándose hasta que su cabeza quedó al nivel de la mía.- Todo está bien.

Sonreí. Apesar de que en aquella edad era tan inocente, sentí como si aquellas palabras tenían más de un significado y que el recuerdo de él diciéndome que todo estaba bien me reconfortaria en un futuro.

-Buenas noches, Hal.- y en un gesto inocente de una niña, dejé un beso de despedida en sus labios, alejándome y entrando a la habitación luego de una última sonrisa.

Supe por sus pasos que se había alejado unos cuantos minutos después, tal vez se había quedado paralizado luego de mí acción.

-¿Arte? ¿Que paso?- Giselle se sentó en la cama y preguntó con voz somnolienta.

-Nada, hermanita, todo está bien.-

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 ℳ𝓎 ℒ𝒶𝒹𝓎  || ℛℯ𝓎 ℰ𝓃𝓇𝒾𝓆𝓊ℯ 𝒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora