Epílogo

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Saltaba sobre el miembro de Hal mientras esté controlaba mis movimientos con sus manos en mi cadera. Mí cabello caía como cortinas a los lados de mí cabeza, apoyada entre el hueco de su cuello y hombro, y mis manos se sostenían desde cada lado de su cabeza.

Los suspiros y gemidos salían entrecortados de las bocas de ambos. Sus manos apretaban cada vez más fuerte mí piel y mis dientes mordían su hombro por tales sensaciones.

-Hal...- gemi cuando llegue y el giro mí cuerpo para seguir con las embestidas y explotar en su propia liberación. Suspiro y enterró su rostro en mis pechos y yo llevé mis manos a su sudado cabello.

Salió de mí y me cubrió bien con la bata de seda esmeralda mientras el se subía bien los pantalones. Se acostó a mí lado y ambos suspiramos al mismo tiempo.

-Mañana nos casaremos.- comenté con una leve pizca de incredulidad en el tono de mí voz.

-Y no nos dejarán vernos en todo el día.- se pasó las manos por la cara al mismo tiempo en que se quejaba.- ¿Es necesario?

-Es mala suerte ver al novio antes de la boda.- bufé.- No se por qué, pero así es.

Giró el rostro para verme y me abrazo de costado pasando su brazo sobre mí estómago y apoyando la cabeza de nuevo en mis pechos.

-¿Prometes que no te escaparás?-

-No me escápare, Hal.- sonreí.- Lo prometo.

~•~

-¿La posibilidad de escapar sigue en pie?- le pregunté a mí padre mientras me paseaba de un lado al otro de mí habitación con el vestido de novia ya puesto. Mí voz demostraba lo nerviosa que estaba y no podía dejar de morderme las uñas.

-Por mí no hay problema.- murmuró Enzo, mí hermano mayor y Rey de Italia.- Y tampoco me importaría provocar una guerra por salir escapando con la novia.

-Enzo.- lo regaño mí hermano Mateo, el segundo hijo después de Enzo.- Artemisa, querida.- se acercó a mí y tomo mis manos.- Debes recordar que amas a Hal y que tienes otro hermano. Yo también te ayudo a escapar.- recibió sonrisas divertidas por parte de todos y terminamos estallando en risas.

-Ya basta, niños. Por favor.- pidió nuestro padre.- Esto es un tema serio. ¿Estás segura de que quieres casarte? Por qué sino cumpliré con todo lo que han dicho tus hermanos, princesa.

-Estoy segura. Es que...- moví mis manos con desesperación.- Estoy nerviosa. Es todo.

-¿Nerviosa de que?- preguntó Enzo.- ¿De la noche de bodas?

No respondí.

~•~

Al entrar al castillo, decorado con blanco y pequeños detalles en dorado, mis ojos se fijaron rápidamente en la figura de Hal en el altar.

Podía sentir como la larga cola del vestido era sostenida por mis primos pequeños. El brazo de mi padre se aferraba a mí como si fuera la última vez que nos veríamos y supe que tenía miedo de entregar a su pequeña.

Y cuando por fin llegamos al altar y padre me soltó, las puntas de sus dedos acariciaron mí mejilla y se alejó con una sonrisa triste. Sonreí con tristeza y me pare frente a Hal, escuchando como el arzobispo carraspeaba y empezaba con la ceremonia.

Aún así, creo que ninguno de los dos le prestó ni la más mínima atención.

El momento de los votos fue, definitivamente, mi favorito.

-Con está mano yo sostendré tus anhelos, tu copa nunca estará vacía, porque yo seré tu vino. Con esta vela alumbrare tu camino en la oscuridad y con este anillo te pido que seas mía.- levantó mi mano hasta sus labios y dejo un beso en el dorso. Agarró el anillo que le tendía uno de los sirvientes y lo introdujo en mi dedo anular.

Sonreí.

-Juro por mi alma eterna amarte y proteger tu espalda ante todo, seré tu refugio en cualquier adversidad y problema por el resto de nuestras vidas, hasta que la muerte nos alcancé y debamos partir al cielo.- tomé su anillo y repetí su acción mientras Hal me observaba con una sonrisa.

Cuando el momento del beso llego, Hal levantó el largo velo y sonrió aún más al ver mí rostro, seguramente sonrojado por tener tantas miradas sobre nosotros. Acarició mí mejilla con el mayor cuidado y cariño del mundo y se acercó hasta besarme y sellar cada promesa con aquel beso.

Se separó y movió su nariz contra la mía en un beso esquimal frente al tumulto de personas que celebraban nuestra unión.

-Te amo, mi lady.-

-Te amo, Hal.-

Editado

 ℳ𝓎 ℒ𝒶𝒹𝓎  || ℛℯ𝓎 ℰ𝓃𝓇𝒾𝓆𝓊ℯ 𝒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora