Capítulo 4

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-Creo que será mejor que vuelvas con Felipa, Tesa.- murmuró Hal esa misma noche, ambos apoyados contra el barandal del balcón de mí habitación mientras las estrellas y la luna brillaban por encima de nuestras cabezas.

-Es una lástima.- murmuré.

-Si.- suspiro.

-Felipa no va a poder verme por un tiempo, padre tendrá que cerrar la boca ante mí decisión por qué no voy a cambiar de opinión y tu me vas a tener que aguantar, por qué acabo de aclararte que soy alguien terca y que no me voy a ir.- la expresión de Hal en ese momento valia todo el oro del mundo.

-Artemisa, es peligroso. Estamos al borde de una posible guerra, ¿Entiendes eso?- tomo mis mejillas con sus manos y me obligó a mirarlo.- ¿Puedes entender la gravedad del asunto?

-Claro que la entiendo, pero tu debes entender que te tengo mucho cariño, más que a cualquiera...- mí voz fue apagándose a medida que nuestros ojos se desviaban a los labios del otro. Respire profundamente y decidí seguir con el vómito verbal, apesar de que sabía que ninguno de los dos estaba prestando verdadera atención a lo que decía.- Más que a cualquiera otra persona, por qué eres especial para mí y...- él se acercó un paso más, permitiéndome sentir como su respiración y la mía se mezclaban. Trague saliva con fuerza.- Y eso. Si, eso.

-¿Que decías?- preguntó con una pequeña y traviesa sonrisa, pero con la respiración agitada por estar tan cerca. Tenía una mirada de superioridad, sabiendo lo que causaba en toda mí persona.

-No pienso repetir...- él me interrumpió al tomar mis caderas y acercarme más a su cuerpo, si es que eso era posible, pero sin juntar nuestros labios.

-Una verdadera lástima.- susurró. Sus labios rozaban con los míos al hablar y la punta de su nariz acariciaba suavemente la mía.

-Si...-

Y justo cuando pensé que iba a besar mis labios, empezó a dejar pequeños besos en mí mentón hasta bajar a mí cuello, lentamente, en una maldita y placentera tortura. Mí cuello se estiró para dejarle más espacio y mis ojos se perdieron en las estrellas del cielo, mientras mis manos se enterraban en su cabello.

-Hal...- suspiré y estuvimos un rato así. Él besando mí piel y apretando mí cintura con las manos y yo sin poder dejar de suspirar y acariciar los suaves cabellos de su nuca.

Luego se detuvo y me abrazo por la cintura. Se quedó ahí, quieto, con el rostro enterrado en mí cuello.

-Enserio deberías considerar irte de Inglaterra, Tesa.- apoyo su frente en la mía.

-Y tu deberías alejarte antes de que mí corazón explote de nerviosismo.- lo empuje con suavidad y volví a entrar en mí habitación, cerrando la puerta y suspirando aliviada tan pronto estuve completamente sola.

~•~

La semana siguiente se baso en soportar las dos facetas de Hal.

La primera de ellas insistía en que me fuera de Inglaterra y me refugiara en Dinamarca junto a Felipa. Me perseguía a todos lados, tratando de convencerme a toda costa. Cada vez que me negaba, se enojaba tanto que dejaba los apodos cariñosos y me llamaba por mí nombre completo.

La otra, en cambio, era totalmente diferente. Se acercaba hasta invadir mí espacio personal y se mostraba encantador, siempre llamándome "Mí lady" con aquel acento inglés que tanto me encantaba. Dejaba besos en las comisuras de mis labios y tomaba mí cintura con fuerza y posesividad.

Realmente, dos facetas totalmente diferentes, aunque no negaba que estaba encantada con la segunda faceta.

Parecía que la tensión de tantos años se estaba rompiendo poco a poco, derrumbándose y desvaneciéndose luego de nuestro encuentro hace pocos días gracias a su coronación y mi viaje a Inglaterra.

Venir fue la mejor decisión que pude haber tomado en años.

Editado

 ℳ𝓎 ℒ𝒶𝒹𝓎  || ℛℯ𝓎 ℰ𝓃𝓇𝒾𝓆𝓊ℯ 𝒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora