La inesperada noticia de la futura decapitación de Cambridge y Lord Grey fue sorprendente hasta para mí.
Esa misma mañana, di dos toques a la puerta de la habitación de Hal y entré cuando esté me dio el permiso.
-¿Puede dejarnos solos?- le pregunté al hombre que se encargaba de vestir al Rey. El asintió luego de una rápida mirada a Hal y se retiró.
Me acerque al ropero, ignorando que Hal, parado a mis espaldas, estaba sin camisa, y saqué una camisa negra lisa.
Me di la vuelta y le lanze la camisa para que la agarrara. Cuando lo hizo, me miró con asombro.
-No se haga el delicado y póngase la camisa solo.- ordené. Volví al ropero buscando algún abrigo.- ¿Estás completamente seguro de lo que vas a hacer?- pregunté aún con la cabeza metida en el objeto de madera.
Lo escuché suspirar.
-Que hayan tenido una conversación con un francés sabiendo que Francia nos estaba amenazando se considera como traición.- lo mire.- Se que suena ridículo pero estamos en guerra, Tesa. Le dijeron a William que por mí pasado no debería haber tomado el trono. Cuestionaron mí nivel de liderazgo.
-¿William te lo dijo?- el asintió.- ¿Y tu confías plenamente en William?
Lo pensó por unos segundos y al final hablo:- Si.
Asentí con la cabeza y me acerqué para entregarle el abrigo que elegí.
-¿Y tu? ¿Confías en William?-
-¿Yo?- levanté ambas cejas en señal de incredulidad. Que me haya preguntado a mí, siendo solamente una amiga cercana para él, me tomo por sorpresa y me conmovió de cierta forma. Hal tomó el abrigo al mismo tiempo en que hacía un gesto de afirmación.- No lo se.- me encogí de hombros.- No he hablado lo suficiente con él.
-¿Pero su apariencia te parece la de alguien confiable?-
-Las apariencias engañan, Hal.-
~•~
Decidí no ir a la decapitación. La idea de ver sangre no era mí favorita.
Cuando la noche llegó, le ordene a una de las sirvientas que preparará la bañera para tomar, obviamente, un baño.
Me sumergí en el agua tibia y cerré los ojos, disfrutando de la relajante paz que había a mí alrededor, tratando de olvidar que estábamos en una guerra contra Francia y que ese mismo día habían decapitado a dos hombres.
Me senté para tomar aire luego de un largo rato bajo el agua y lleve mis manos a mi pelo para sacar restos de este de mí rostro. Al abrir los ojos, no pude evitar sobresaltarme, tanto que el agua llego a los límites de la bañera, casi salpicando el piso.
-Debes dejar de hacer eso.- pedí.- O si no te pondré una campana como a las vacas para que suene y me avise cada vez que te acercas.
Él sonrío y miro el suelo por unos segundos, aún sonriendo.
-¿Puedo?- señaló la bañera y recordé que estaba desnuda bajo el agua.
-No.- negué mientras trataba de tapar mí cuerpo lo mejor que podía con mis brazos.
-¿Porque no?-
-Por que no.-
-¿Y si te dijera que es una orden?- nos miramos en silencio por unos segundos. Sus ojos mandando una silenciosa provocación, retandome a seguir con esta locura.
-¿Y si me negara a esa orden por qué estoy desnuda?-
-¿Y si te dijera que no me importa que estés desnuda por qué, exactamente, lo que quiero es verte... desnuda?- y aún así, había notado que su mirada nunca bajo más allá de mis ojos.- Excepto que esto te ponga incómoda. Entonces prometo dejar de insistir. Es por eso que te estoy pidiendo permiso.
Editado

ESTÁS LEYENDO
ℳ𝓎 ℒ𝒶𝒹𝓎 || ℛℯ𝓎 ℰ𝓃𝓇𝒾𝓆𝓊ℯ 𝒱
Fiksi Penggemar"Me basto verla para descubrir que, en estos años, no la había olvidado un solo momento, que estaba tan enamorado de ella como el primer día." •Mario Vargas Llosa || Travesuras de la niña mala.