Capítulo 15

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Narrador Omnipresente

Y esa noche llovió.

El agua caía como si nunca fuera a acabar.

Cuando la lluvia había parado, nuestro querido y amado Rey se acercó a uno de sus más fieles amigos, Sir Jhon.

-Este viento sopla del norte.- dijo el hombre grande y robusto mientras otra persona lo ayudaba ponerse una armadura.- Lluvia enviada desde Inglaterra.

-¿Por qué te estás preparando? Pelearemos sin armaduras.- habló Hal ignorando el comentario anterior.

-Necesitamos una vanguardia para atraerlos.- le recordó Falstaff.

-No puedes ser tu.- susurró en respuesta.

-La idea fue mía. Alguien debe encabezar el ataque para venderlo bien.- lo miro.- Mis hombres están preparados y según mí conciencia no puedo mandarlos ahí para hacer realidad mí tontería especulativa sin enfangarme a su lado. ¿O si?

-Yo pelearé contigo.- afirmó.

-Eres noble.- suspiro.- Sabes que no puede ser. Yo he nacido para esto y muero aquí o muero con una botella en Eastcheap. Creo que está sería una mejor historia... Y tu aún tienes cosas que hacer. Te unirás a la batalla. Prométeme que no te unirás tan pronto.- se acercó a Hal, quien lo miraba con completa seriedad.- No importa lo que veas ahí. Primero debes atraerlos hacía ahí a todos. Prométeme eso. Ganaremos, mí amigo.- tomo la nuca del Rey y juntó sus frentes.- Y así tal vez te pones a beber algo conmigo y contarme sobre futuros planes con la princesa.- se separó y le sonrió a Artemisa a la distancia.

~•~

-¡¿Donde está el Delfín?!- gritó Hal al llegar al campamento del enemigo.

Se arrodilló frente a la persona que estaba buscando minutos más tarde, siendo rodeado por el ejército francés.

-Le agradezco humildemente que me reciba, noble señor.- murmuró.

-Por favor, en su idioma. Yo disfruto hablar su idioma. Es simple y feo.- sonrió.- He esperado toda la mañana, toda la noche, su rendición. Nos habría ahorrado una gran incomodidad el tenerla antes.

-Se que usted no habla por su padre.-

-Yo hablo por mí padre.-

-Se que no habla por su padre...- repitió.- así que lo diré directamente. No he venido a rendirme. Hoy se ha derramado demasiada sangre cristiana en este campo, así que propongo esto; usted y yo pelearemos de hombre a hombre en lugar de nuestros ejércitos. Si pierdo mis hombres se irán de este lugar ahora y para siempre y tendrá mí cabeza. Si gano asumiré la corona de este Reino al morir su padre.

El Delfín pareció pensarlo por su silencio.

-¿Que dice?- prosiguió Hal.

-¿Tiene miedo, joven Enrique?-

-¿Que dice?-

-¿Le asusta está batalla? No es vergonzoso.-

Hal se paró.- Salve a sus hombres.

-Usted salve a sus hombres. Usted vino aquí, ¡A mí! ¡Rindase a mí!- exigió.

-No puedo hacer eso.- negó.

-Muy bien, muchacho.- se levantó de su asiento.- Hagamos famoso a ese campo que está ahí. Está pequeña aldea de Azincourt, que marcará para siempre él lugar de su inexperta desgracia.

Editado

 ℳ𝓎 ℒ𝒶𝒹𝓎  || ℛℯ𝓎 ℰ𝓃𝓇𝒾𝓆𝓊ℯ 𝒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora