𝑁𝑜 𝑖𝑚𝑝𝑜𝑟𝑡𝑎 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑠𝑒, 𝑎𝑠𝑢𝑚𝑖𝑟𝑒́ 𝑙𝑎𝑠 𝑐𝑢𝑙𝑝𝑎𝑠

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A eso de las once de la mañana, llegamos al Ala A

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A eso de las once de la mañana, llegamos al Ala A. Estuvimos todas esas horas en el comedor y el chico se encargó de darnos diferentes aperitivos para que nos mantengamos entretenidas y no prestemos atención a los científicos que estaban en mesas distantes. Antes de irnos, le dije que, si tiene su propio café y sigue con esa atención, seremos sus consumidoras favoritas y lo haremos multimillonario.

El chico se sonrojó con mis palabras y rió más avergonzado porque Annalisse le guiñó un ojo con mucha coquetería. Dios, amo que lo haga con todo el mundo.

Me alegra mucho que no haya habido ningún percance y por eso, logramos meternos en la sala antes de cerrar la puerta con traba. No porque no quiero que salga, sino porque lo que tengo planeado es un poco especial y no deseo que entren de sopetón y nos encuentren en...

En fin.

Termino de depositar todas las cosas en un escritorio que ya preparé y, de la manera más experta y tal como los años en el servicio me lo enseñaron, logro sentarla en la cama. Me subo a sus piernas, la miro desde mi nueva altura y le robo otro beso antes de acostarla.

Noto que se deja mansamente y siento que lo que se viene está a punto de romperme el corazón.

―Te amo, Andrea ―siento que sus manos acarician mis mejillas con una ternura que nadie pensaría que posee ―, muchas gracias por lo de hoy... fue una salida tan, pero tan linda que...― Annalisse susurra ahora con una voz pequeña e inocente, no interpreta a su contraparte.

Seguimos por buen camino.

―Annalisse, sos tan bonita...

Es la primera vez que se lo digo en voz alta. Sus ojos me miran en shock, un calor trepa por todo su cuerpo y sus mejillas se calientan más que las mías.

― ¿Por qué...? ―vuelvo a besarle los labios, le sonrío como puedo y, tiernamente, logro tomar sus brazos para atarlos en dos arandelas que solían usar para inmovilizarla y comenzar con sus carniceros experimentos.

―Shhh, todo va a estar mejor ―. Le susurro, antes de acercarme a los pies de la cama de manera sigilosa y con movimientos muy cuidadosos.

Los mismos que solía usar en la arena antes de atacar.

―Pero...

―Necesito que cooperes, ¿sí?

― ¿Andre...?

―No es tu culpa de todo lo que te pasó. ―Con paciencia, ato sus pies y finalmente la tengo inmovilizada ―. Annalisse, entiendo por qué desarrollaste una segunda personalidad...― me siento en la cama con tranquilidad y la miro con seriedad ―, Anne te está protegiendo porque fueron diez años de un calvario que dejaría loco a más de uno y descubriste que ella consigue mejores cosas que vos, ¿no?

―Me ataste...

Intenta debatirse. Rápido tomo un pedazo del chocolate y se lo acerco a la boca. Agranda la mirada, pero yo no cambio el gesto. Ambas sabemos que es bastante arriesgado que haga esto cuando se encuentra enojada.

𝐴𝑛𝑛𝑎/𝑒/𝑙𝑖𝑠𝑠𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora