𝑆𝑢𝑒𝑛̃𝑜𝑠 𝑏𝑎𝑗𝑜 𝑙𝑎 𝑎𝑙𝑓𝑜𝑚𝑏𝑟𝑎

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Cuando llego a la habitación donde está confinada, le sonrío con un poco de simpatía

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Cuando llego a la habitación donde está confinada, le sonrío con un poco de simpatía. Ella me devuelve el gesto y me quedo helada al notar ese cambio radical que le ha hecho a su aspecto. Se sacó todas las vendas del rostro, volvió al color original de su cabello. Ya no hay vidrios que nos separen. Veo cómo sus pasos erráticos se acercan hasta donde me encuentro y la tengo a dos palmos de mi cara. La piel sedosa de su rostro se encuentra bastante uniforme, salvo por unas cuantas e imperceptibles cicatrices.

Sin decir una palabra, pasa su mano por las mejillas, me toma de la nuca y estampa su boca contra la mía. En shock, intento apartarme, pero la manera en que me besa es asfixiante, deliciosa y no puedo parar de responderle. Los ojos azules me miran en cuanto su lengua serpentea hasta tocar la mía.

Me gusta lo que hace, así que dejo que continúe explorándome.

Luego de saciarse un poco, baja sus besos hasta mi cuello. Noto sus manos que acarician mis senos; los magrean con verdadero deseo. Yo suspiro, estoy a punto de estallar en un orgasmo antes de lo previsto. Me tomo de su blusa, la araño con desesperación, sus ataques son increíblemente deliciosos.

Y entonces, en medio de esos tratos, sus dientes rompen parte de mi piel, llevándose venas y músculos a la vez. Continúa masticando con mirada ausente, ni siquiera tengo miedo de lo que me hace. Sus dedos bajan hasta mi entrepierna, se hace espacio entre mi ropa interior y comienza a masturbarme.

Uff, se siente placentero, se siente tan bien... tan... ¡Dios!

Tamara entra en la habitación, intenta alejarme, pero es golpeada hasta que logra desnucarla. Anne toma mis brazos, los desgarra y yo sonrío, como si estuviera totalmente dada vuelta. A pesar de que Kevin intenta que no escale el nivel de violencia y asegura que lograrán pegarme las extremidades de nueva cuenta, es imposible; nadie puede alejarme de este trato que elijo tan felizmente. Me gusta lo que me hace, a pesar de que me come estando viva. Sus ojos rojos y lujuriosos sólo me hacen sentir amada.

―Gracias... ―le susurro antes de que me abra la cabeza por la mitad.

Despierto y contemplo el techo de la habitación con un sentimiento extraño instalándose en mi pecho

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Despierto y contemplo el techo de la habitación con un sentimiento extraño instalándose en mi pecho. No sé identificarlo, pero creo que es una mezcla de calentura y terror.

𝐴𝑛𝑛𝑎/𝑒/𝑙𝑖𝑠𝑠𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora