―Andre ―escucho susurrar alguien a quien trato de ignorar mientras me revuelvo en la silla ―, Andre, ya es tarde, deberías ir a tu habitación...
Ha pasado una semana después de ese encuentro y la verdad es que volvimos a la misma rutina. Es como si todo el exabrupto y el cuento de terror que desató Annalisse se hubiera aplacado en su máxima potencia.
Sólo que Anne nunca volvió porque no quise sellarla. Así que, Andre y Annalisse estarán acá durante un largo tiempo hasta que sea hora de dormir. Nuestro chiste interno es que interpretamos los viejos papeles para calmar a los otros.
―Está bien... ―no obstante, y a pesar de lo que contesto, vuelvo aponerme la campera sobre la cabeza para así cubrir la molestísima luz de los tubos fluorescentes ―, no tengo tanto sueño.
Oigo una risita divertida.
― ¿En serio?
―Por supuesto que sí ―hago un puchero e intento hacerme más pequeña. Me sobra media silla a pesar de estar en mi peso correcto ―, ya me levanto...
Vuelvo a sobresaltarme cuando escucho que Annalisse deja caer adrede un objeto pesado contra el suelo. La miro bastante enfurruñada y estoy a punto de mandarla a la mierda cuando sus ojos azules se encuentran preciosamente achinados y sus cejas los cubren porque lleva frunciendo el entrecejo quién sabe desde cuándo.
―Andá a tu cuarto a descansar, Andre. No pienso dejar que estés acá mientras te morís de sueño en una silla. Pensé que había quedado claro. No dormirás o harás el doble de trabajo que deberías acá. ―Chasquea la lengua ―. Did you hear it?
Tiene un punto, son sus reglas; las que acordamos después de que lográramos aplacar al pequeño monstruito sediento de cariño.
―Bueno, pero estoy haciendo este informe.
― ¿En tus sueños? ―Alza una ceja y todo ese enojo está a punto de esfumarse. Veo hasta cómo se curvan sus labios rojos hacia arriba.
En respuesta, lamo los míos y las mejillas enrojecen hasta el cuello.
―Ya sabés lo que dicen... si querés algo, tenés que luchar por tus sueños ―me encojo de hombros y trato de estirar las piernas. Annalisse ya no puede pelear más, le dio un ataque de risa, uno que de verdad se oye precioso ―, no entiendo qué es lo gracioso.
―¡Que sos una boluda! ―se escurre una de las lágrimas antes de intentar de borrar el gesto risueño y fallar miserablemente ―. Mañana venís a cuidarme y desayunamos en el comedor, dale.
―Yo no cuido a zombis tontos. ―bostezo y camino hasta el vidrio que sólo dejamos porque Marina se dio la vuelta por acá para completar unas planillas―. Pensé que también quedó claro eso.
Prefiero que se mantenga bastante alejada de todo este tema, por el simple hecho de que no sé cómo va a reaccionar cuando se entere que Annalisse y yo tuvimos ese pequeño desliz. No puedo llamarlo primera vez porque ella no me tocó y sólo la masturbé, pero...
ESTÃS LEYENDO
ðŽððð/ð/ððð ð ð
Ficção CientÃficaLas vueltas de la vida nunca son lo que parecen. Andrea es una ex convicta con un pasado difÃcil, a quien le toca hacer horas comunitarias como acompañante terapéutica en un centro de investigación que pertenece al Ministerio de Ciencia, TecnologÃa...