viii

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Baje la mirada al cuaderno, tomando notas rápidas de los movimientos de Hinata, cuando escuché como el balón, lejos de chocar contra el piso, chocaba contra las manos de alguien, por lo que mire en esa dirección rapidamente.

-NOYA-CHAN- grité levantandome de un salto, llamando su atención y corriendo hacia él -FORMACIÓN, B- al decir eso él comenzó a correr en mi dirección también, y yo me frené, agachandome para que él apoyara sus manos en mis hombros y saltara, mientras yo estiraba los brazos como si fuera un espectáculo.

-Akai-chan- me saludó cuando se bajó, por lo que yo le choqué los cinco con la mano derecha, luego con la izquierda, luego los codos y las cabezas, pero este último paso de nuestro Saludo Hiper Magnífico se dificultó al tener la visera de la gorra, la cual se chocó y terminó sobandose la frente.

-¿Por qué se saludan así?¿No se vieron ayer en clase?- le preguntó Hinata a Tanaka, que acababa de entrar y los veía riendose.

-Pero este es el saludo del gimnasio, no lo hacen hace como un mes- aclaró en respuesta, por lo que yo sonreí en su dirección, hasta que sentí como golpeaban la visera de la gorra, haciendo que cayera al suelo.

-¿Sigues usando esa estúpida gorra?- me preguntó Noya molesto, y yo me agaché a recogerla, volviendo a ubicarla sobre mi cabeza mientras miraba disimuladamente a la puerta del gimnasio, cuidando que nadie me hubiera visto.

-No te pases de listo, pingüino- lo amenacé apuntandolo con el dedo, pero él estaba realmente molesto.

-¿Asahi-san sigue sin volver?- Daichi, que recién había entrado, negó con la cabeza.

-Pero es bueno que tú hayas vuelto, Nishinoya-kun, ahora si...

-Hasta que no vuelva ese cobarde yo tampoco lo haré- sentenció, y automáticamente mi semblante se volvió serio, por lo que agradecí que gracias a la gorra no se notara mi mirada. Suspiré, bajando aún más la visera, y me encaminé a la salida del gimnasio.

-De nada servirá que intentes convencerlo de algo que no quiere hacer- aunque intenté sonar normal, mi tono fue algo rasposo. Después de todo, yo había hecho lo mismo que Asahi.

Salí del gimnasio y frené frente a la máquina expendedora, viendo de reojo como Kageyama se acercaba en mi dirección. Toque el botón de la leche y el del jugo multifruta y los saqué cuando cayeron, extendiendole el primero a él cuando llegó hacia mi.

-Venías a buscar esto, ¿no?- él asintió con la cabeza, clavando la mirada en el cartón, para luego tomarlo, provocando que nuestros dedos se rozaran. Me senté en el suelo apoyandome contra la pared, tomando del jugo, y me sorprendí cuando noté cómo se sentó a mi lado, también tomando de su bebida.

-¿Por qué te fuiste?- preguntó de golpe, y aunque sonó tan frío como siempre, no pude evitar mirarlo con los ojos abiertos de par en par, sorprendiendome por su actitud. ¿Qué le pasa?.

-¿No es obvio? Vine a buscar mi vitamina C- esquivé el tema dandole el último sorbo a la caja de jugo, sintiendo su mirada fija sobre mi, lo que me ponía aún más nerviosa.

-¿Por qué usas gorra?- preguntó de nuevo, tomando del cartón, y no pude evitar fruncir el ceño. En serio está más raro de lo normal hoy.

-Porque me queda bien, doy un aire de misterio, a los chicos los vuelve locos, ¿no lo crees?- sonreí divertida, hasta que sentí como tomaba la punta de la visera.

-Pero la usas muy abajo, luego no ves la pelota y la rematas mal- levantó la visera, dejandome ver completamente su rostro. Está serio, definitivamente no lo hace con ninguna intención, es tan inocente que se me estruja el corazón dentro del pecho. Veo con total claridad el azul de sus ojos, y su mano tan cerca...

Basta, es un año menor.

Me levanté de pronto, acomodando la gorra a su posición usual, y apoyando mis manos en puños sobre mis caderas.

-Oye, yo siempre remato bien. No es fácil acostumbrarse a tu ritmo ridículamente rápido, e igual lo hago- lo señalé con el dedo, y él se levantó rapidamente.

-A veces no, y encima empiezas a gritar cosas raras- su tono era una mezcla entre ofendido y traumado al recordar aquello último, por lo que no pude evitar reír.

-Es español, Kageyama idiota- al decir eso gruñó, por lo que reí y comencé a correr, escuchando como me seguía -Oi oi oi, pensé que solo te molestaba si venía del camaroncín- me di vuelta y frené, pensando que él también lo haría, pero era demasiado tarde y me chocó, logrando que ambos cayeramos al suelo.

Al sentir que caíamos cerré los ojos por instinto, sintiendo como mi espalda chocaba en parte con el suelo y en parte con el brazo de Kageyama. Abrí los ojos ahogando un gemido por el dolor, y me encontré con los suyos mirandome con preocupación. Me incorporé apoyando una mano en su pecho, esperando que entendiera y se alejara, pero se quedó en la misma posición, y nuestros rostros estaban aún más cerca que antes, al punto de estar a tan solo centímetros de que nuestras narices se rozaran.

-¿Kageyama-kun, Akai-san?¿Qué hacen en el suelo?- la voz de Hinata hizo que me levantara, sonriendole al camaroncín para disimular.

-Resulta que a Tobito le molesta que todos le digan idiota, no solo cuando tú lo haces.

-Idiota, Akai-san idiota.

red cap | t. kageyamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora