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-Akaihana-senpaiiiii- antes de poder reaccionar al grito, Hinata ya había llegado frente a mi, frenando de golpe y respirando agitado.

-Camaroncín, si me llamabas frenaba- estiré la mano hasta palmear su cabeza, justo cuando Kageyama llegó corriendo, frenandose al vernos.

Alejé mi mano y me giré hacia él para saludarlo, encontrandome con su mirada azul clavada en mi mano, levantandola hacia mi con el ceño fruncido.

-Akai-senpai- me volvió a llamar Hinata, por lo que me giré hacia él mientras comenzabamos a caminar para el gimnasio -Daichi-san nos dijo que te va bien en la escuela, ¿es cierto?.

Alcé una ceja, bajando la visera de la gorra al ver que dos chicas pasaban por nuestro lado.

-Si, podría decirse. Ah, dejame adivinar- frené para que entraramos al gimnasio, volviendo a girarme hacia ellos -Descuidaron totalmente los estudios para jugar y ahora si no aprueban no podrán ir al campamento.

Ambos bajaron la mirada, el ceño fruncido y los labios haciendo puchero, a lo que sonreí divertida.

-Me encantaría ayudarlos, pero tengo que ayudar a Ennoshita a luchar con Tanaka y Nishinoya- me giré hacia atrás buscandolo, saludandolo con la mano al verlo -Pero puedo ayudarlos antes del entrenamiento a la mañana, ¿qué les...

-¡GRACIAS, AKAI-SAN/SENPAI!- gritaron ambos al unísono, provocando que negara con la cabeza.

-Ni -san ni -senpai, solo diganme Akai por dios- rodé los ojos, girandome para ver a Tanaka y a Nishinoya parados atrás mío, con el rostro sereno y las manos en el corazón.

-Nuestra Akai, nos eligió por sobre el chico que le gust...

Fueron interrumpidos por la cachetada que le pegué en la nuca a cada uno, provocando que se torcieran hacia adelante, a lo que me agaché frente a ellos levantando la visera para mirarlos a los ojos.

-Les aviso que Ennoshita me dio total libertad para usar mis métodos de aprendizaje- alcé las cejas, a lo que ambos se miraron entre si, corriendo hacia el nombrado.

Les sonreí a los de primero al girarme, notando como me miraban con terror para ir corriendo a prepararse para entrenar.

•••

Golpee el balón, rematando al otro lado de la cancha viendo como Tsukkishima llegaba a recibirla, y al girarme hacia abajo para ver a Ukai noté que no estaba prestando atención.

-¿Qué te tiene tan pensativo, viejito?- sus facciones se relajaron, mirandome ofendido, para luego volver a girarse hacia el lado contrario de la cancha.

-Akai, remata aún más fuerte- fruncí el ceño, sabiendo que podía verme al tener la gorra ligeramente subida.

-¿Más fuerte?- hice énfasis en el más, dandole a entender que estaba dando casi mi máximo, a lo que volvió a mirarme con un esbozo de sonrisa.

-Sé que puedes golpearla más fuerte, sólo hazlo.

Me encogí de hombros, volviendo a girarme hacia el otro lado de la cancha para ver a Asahi, pidiendole disculpas con la mirada. Ukai tiro la pelota, a lo que la enfoqué con la mirada, saltando de la plataforma a diferencia de las veces anteriores y apretando los labios mientras remataba en el punto exacto, logrando que fuera disparada hacia el piso.

Aterricé justo cuando se estampó contra el piso, Asahi tirandose hacia adelante y el gimnasio quedando en un silencio profundo luego del sonido del impacto. Me giré hacia Ukai, que tenía las cejas alzadas y se volvía a mirarme impactado.

-Repiteme por qué no vuelves al equipo femenino.

Rodé los ojos, volviendo a mirar al lado contrario de la cancha.

-Enfócate en lograr que estos lleguen a las nacionales- murmuré, lo suficientemente alto para que sólo él escuchara, y le sonreí culpable a Asahi, alzando la mano en señal de disculpa, a lo que él me sonrió de vuelta indicandome que no pasaba nada.

-Estos chicos están donde están en parte gracias a ti- me quedé quieta al escucharlo nuevamente, la mirada clavada en el piso de madera -Has sido buena entrenadora, pero eres aún mejor jugadora, Akai.

Bufé, cayendo sentada sobre la plataforma, mirando al rubio a los ojos y notando la sinceridad de sus palabras.

-Lo digo en serio, tienes talento.

-Gracias viejito, pero no todo es talento- subí una pierna, apoyando mi antebrazo en la rodilla y girandome nuevamente al costado de la cancha, clavando la mirada en el borde blanco -Y está perfecto.

red cap | t. kageyamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora