Caminabamos en silencio, ambos mirando en cualquier dirección tratando de evitar la tensión palpable en el aire. Quizás era bueno para ocultar los latidos de mi corazón, que por alguna razón eran tan rápidos que me hacían dudar de mi salud.
Seguía enojada por cómo había venido hacia mi, las preguntas que me había hecho. En realidad, porque sabía que no eran preguntas sino que me estaba recriminando, enojado por algo que él ni siquiera entendía.
¿Pero por qué enojado?
Me animé a mirarlo de reojo, su mirada fija al frente, sus labios ligeramente fruncidos, y fruncí el ceño inconscientemente.
Maldito sea quien quiera que lo hubiera tallado a mano y dejado en esta tierra.
Casi pegué un pequeño salto cuando notó mi mirada y se giró en mi dirección, obligandome a mirar para el otro lado de forma para nada disimulada. Suspiré al hacerlo, cerrando los puños y liberandolos finalmente, mirando al cielo y hablando pausado.
–No sé si lo sepas, Tobio– no pude verlo, pero casi sentí como su respiración se cortaba de golpe, probablemente por la sorpresa –Pero tienes talento para el Voley. Probablemente te lo dijeron, pero ustedes los talentosos no suelen entenderlo.
Silencio. Seguramente esperando a ver a dónde iba yo con eso.
–De más está decir que no todos lo tenemos. No para el voley, al menos. Y cuando tienes que trabajar duro para conseguir lo que quieres, hay... obstáculos, que son más difíciles que otros.
>> La última vez que jugué con el equipo, creo que choqué con el peor de todos. Nunca... nunca voy a lograr la perfección. Y no puedo arriesgarme a jugar si no puedo asegurarle mínimo eso a mis compañeros.
–Eres perfecta.
Mis hombros se tensaron de golpe, obligandome a frenar sobre mis pasos, y ni siquiera me paré a pensar qué tan abiertos estaban mis ojos mientras me giraba para mirar a Tobio. Sus ojos azules, brillantes apenas por las pocas luces de la calle, me miraban con su característica sinceridad inocente. Mi corazón, que yo juraba se había tranquilizado momentos antes, había vuelto al ritmo desaforado que me preocupaba.
–A veces rematas mal, o no llegas a recibir nuestro ataque rápido. Pero aún así.
Mis facciones se relajaron de golpe, mi cara en blanco al entender ahora de qué hablaba. Y al ver su rostro que seguía igual, su ceño apenas fruncido quizás en confusión, no pude evitar soltar una risita.
Negué con la cabeza, metiendo las manos en los bolsillos de la sudadera mientras volvía a caminar junto a él.
–Eres un tonto.
–¿Eh? ¡Tu eres la que no sabe recibir!
–¿Eh? ¡Yo si sé recibir! ¡Fue una sola vez que me ganó su rápido!
–¡Fue más de una!

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red cap | t. kageyama
Fanfiction𝐑𝐂 | • Deja la cadera quieta, capitán. Estás recibiendo, no bailando bachata • ••• 𝐝𝐨𝐧𝐝𝐞 Akai se esconde del mundo detrás de una gorra, pero Kageyama ve más allá de ella. ••• • Solo me pertenece el personaje de Akaihana y su familia.