xiii

876 125 7
                                    

Las preliminares habían llegado, lo que significaba viajar. A medianoche. Con Hinata vomitando.

-¿Trajiste un par de pantalones extra?- reí codeando a Tanaka antes de subir al bus, viendo como su expresión se tornaba molesta mientras yo le sacaba la lengua. Me adentré en el pasillo que formaban los asientos, e iba a ir al fondo, hasta que escuché los gritos de cierto pelinaranja.

-Idiota, Kageyama idiota- me acerqué rapidamente y tomé un puñado del cabello de Hinata, tirandolo para atrás, alejandolo de Tobio el cual estaba por golpearlo.

-¿Estás probando los límites de mi buen humor a las doce de la noche? Porque te aviso que está en números negativos- lamentablemente, ya había agarrado tanta confianza conmigo que solo se retorcía bajo mi agarre.

-NO ME DEJA SENTARME CON ÉL- miré al azabache, que desvió la mirada hacia la ventana, y volví a mirar al más bajo, que ponía cara de perrito mojado esperando que lo defendiera.

-No tienes un buen historial de viajes en autobus, no puedes culparlo- él se cruzó de brazos molesto, y abrió la boca para hablar, pero noté la cara que ponía -No, no me sentaré contigo. Si me vomitas te vomito, y hoy después de tanto tiempo comí milanesas con puré y no pienso devolverlo- lo solté y caminó hacia el fondo, donde Sugawara palmeaba su asiento. Ese chico es un amor, nunca cambia.

-Tú si puedes sentarte- la voz de Tobio me tomó por sorpresa, mantenía la mirada fija en la ventana y, a pesar de lo oscuro que estaba, se notaba un leve sonrojo en sus mejillas, por lo que sonreí, sentadome a su lado.

-Vaya, ¿tienes algún fetiche con que te babeen el hombro?

-¿Fetiche?- mis ojos se abrieron por la sorpresa, mientras sentía mis mejillas calentarse. ¿Todos los de primero son así de inocentes? Estoy casi segura de que Tanaka tiene los posters de mujeres en bikini desde la secundaria. Escuché un carraspeo de garganta, y al girarme, vi al nombrado mirandome ofendido, girando la cabeza y sentandose junto a Noya.

-Oh vamos, si lo tenías planeado desde el principio. No uses esto de excusa, te vi las intenciones, traidor- grité señalandolo con el dedo, hasta que sentí como Kageyama se inclinaba detrás mío, sacandome la gorra, por lo que vi la sonrisa victoriosa de Noya, y me giré hacia el azabache con el ceño fruncido.

-Es incómoda para dormir- justificó, mientras pasaba por arriba mío para tirarla en el compartimiento de arriba junto con nuestras mochilas.

No lo mires, no lo mires, no mires ese torso trabajado que se llega a ver porque se levantó su sudadera.

Es menor, es menor, es menor.

Volvió a su lugar cuando el bus arrancó, y yo me tiré hacia atrás en el asiento, cruzando los brazos y cerrando los ojos, cayendo dormida automáticamente.

•••

Sentí, entredormida, como estaba con la cabeza sobre mi mano, recostada sobre el regazo de alguien, y como ese alguien acomodaba una sudadera sobre mi. El perfume característico de Tobio llegó a mis fosas nasales, e inconscientemente se me escapó una pequeña sonrisa, removiendome para acomodarme mejor.

•••

-¿Sigue dormida? Pero si Ukai-san frenó como un salvaje.

-Shhh Tanaka-senpai, se va a despertar y va a desatar su ira contra nosotros.

-¿No crees que exageras con el miedo que le tienes a Akai-kun? Si es un am...- me levanté de golpe, tomando a Asahi por el cuello de la remera, tirando de él para acercarlo a mi rostro, con el semblante completamente serio. Su expresión se deformó en pánico, hasta podía ver el sudor cayendo por el costado de su rostro, y el grito ahogado de Hinata.

-No subestimes mi mal humor en las mañanas, Asahi Azumane- lo solté y automáticamente se alejó casi un metro, mientras yo estiraba los brazos -Menos cuando estaba así de cómoda.

-¿Ah si?- la voz de Sugawara hizo que me girara hacia él con los ojos abiertos de par en par, para luego ver a Tobio detrás mío, observandome curioso. Me levanté y tomé la mochila y la gorra en un movimiento fugaz, colocandomela cubriendo casi todo mi rostro, al sentir mis mejillas calientes.

-Te voy a matar, Sugawara- susurré al llegar a su lado, y él pasó su brazo por mis hombros, riendo.

-No te enojes, me gusta más cuando me llamas Suga-chan.

-Te voy a patear en donde no te llega el sol, Suga-chan.

red cap | t. kageyamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora