19.- Unidos por Nuestros Hijos

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EMMA

- ¿Famosa? - pregunté sin entender.

Jazmín me observó atentamente y sonrío.

- Muero de hambre, ¿Por qué no vamos todos a desayunar? - propuso, evadiendo mí pregunta.

- Papá, quisiera llevar a Estrellita a darle un baño y descansar, más tarde vendré con Ricardo - expliqué.

Asintió y comenzó a despedirse, Lucia hizo lo mismo, incómoda me despedí de Jazmín y Santiago.

- Descansa tú también, después de desayunar iré a la casa a cambiarme y regresaré a estar con Ricardo - explicó Santiago y besó la mejilla de Estrella.

Salimos del hospital y papá manejó hasta la casa de Lucia, en el camino me informó que mí gemela, lo había buscado para solucionar los problemas, Esther había tenido que ser recluida en un psiquiátrico, después de la muerte de los abuelos se desquició, también comentó que Emily estaba por casarse.

Me sorprendió escuchar las novedades y me alegre por mí hermana, no importaba lo ocurrido con nosotras en el pasado, todos merecían ser felices, pero al parecer yo no, al llegar a casa, Lucia nos dió un breve recorrido.

Comentó que la antigua habitación de Santi, ahora sería de los mellizos, papá le había comentado que nos quedaríamos y estaba dispuesta a heredarle la casa a sus nietos.

- Mañana iremos de comprás - informó Lucia.

- Ya han hecho demasiado por nosotros - comenté.

Me sonrió y seguimos organizando, le comenté a papá que pasaría con mí carrera, prometió ayudarme con los trámites, me informó sobre la demanda, el divorcio y el cambio de apellidos, Santi quería reconocer a sus hijos.

SANTIAGO

- Así que eres padre - confirmó Jazmín. - Eres afortunado, su madre es el amor de tú vida, pocos tienen esa suerte.

Estábamos en una cafetería cercana al hospital.

- Algún día también formarás tú familia, junto a un buen hombre - aseguré.

- Quizá, ya no me hago falsas ilusiones, no cambies el tema, quiero detalles - me observó y alzó las cejas.

Le conté todo.

- Sólo me bastó verla, para que revivieran los sentimientos que creía olvidados - confesé.

- ¿Vas a darte otra oportunidad con ella?.

- No quiero apresurarme y cometer los mismos errores del pasado, además no tengo claros mis sentimientos, hemos cambiado y necesitamos conocernos, además ella no está bien emocionalmente - me sincere.

- Por el momento, sólo los unen sus hijos.

Asentí.

Después de pagar la cuenta, regresamos al hospital para recoger mí auto y poder llevarla a su departamento.

- Te veré el día del trasplante - comentó antes de bajar.

- Gracias por ser mí amiga y siempre apoyarme - le besé la mejilla.

Maneje hasta el edificio dónde vivía, acomode el auto en el lugar correspondiente de estacionamiento, baje la pequeña maleta que llevaba al hospital donde transportaba el uniforme y mí equipo, subí al elevador y marque el número 5, en ese piso se encontraba el departamento.

Luego de tomar un baño y vestirme con ropa cómoda, tomé la cartera, las llaves y unos libros para colorear, que le había comprado a Ricardo, pasaría la tardé con él, al llegar al estacionamiento subí al auto y regresé al hospital.

Al llegar me informaron en que habitación se encontraba y que su madre lo acompañaba, caminé hasta el área de pediatría, me dirigí al área privada y busque el número de habitación, respiré profundamente antes de entrar, no entendía porque, pero estaba nervioso.

Ricardo veía caricaturas y reía en voz baja, Emma estaba sentada en una silla al lado de la camilla, tenía la cabeza apoyada en la orilla del colchón y dormía, el pequeño le acariciaba suavemente el cabello, era una tierna escena.

- ¡Hola Ricardo! - llamé su atención.

- ¿Hola? - preguntó desconfiado y asustado.

- Soy Santiago, trabajo como doctor en este hospital y seré tú donador de médula - expliqué y me acerque a darle los libros de colorear.

Me observó con el ceño fruncido, quise reír, se parecía tanto a mí al hacer ese gesto, tímidamente los tomó.

- ¿Papá Joaquín y si va a pagar mí tratamiento? - preguntó curioso y emocionado.

¿Joaquín?, Hasta dónde tenía entendido, Humberto le pasaba una generosa mensualidad a Emma, además Javier y Amelia le habían dejado una herencia, que para nada era pequeña, ¿Por qué él cubriría los gastos?.

Emma se despertó sobresaltada y observó el lugar, al ver a Ricardo se relajó, lo llenó de besos y el pequeño sonrió feliz.

- ¿Bebé, cuánto tiempo llevas despierto?.

- Poquito mami, una enfermera me puso la caricaturas y me dió de comer, luego llegó él - me señaló.

Emma giro en mí dirección y me observó apenada.

- Santiago, no te había visto, ¿Hace mucho que llegaste?.

Negué, tomé una silla y la moví para sentarme junto a ellos.

- Te dije que vendría, ¿Dónde está Estrella?.

- Se quedó con tú mamá, que se ofreció a cuidarla, papá vería al abogado - explicó.

- Mami, él me dijo que me donará médula - intervino Ricardo.

Emma le sonrío cariñosamente, antes de confirmar que ya lo sabía.

- ¿Entonces no moriré, como me dijo papá Joaquín? - preguntó esperanzado.

Furioso apreté las manos en puño, ¿Cómo se atrevió a decirle eso?, Quería tenerlo de frente y decirle unas cuantas cosas, nada agradables por su puesto.

- ¿Cuándo te dijo eso? - preguntó Emma alarmada.

- Cuándo te encerró en su habitación y nos prohibió vete, dijo que estabas castigada porque no serías para nada - explicó el pequeño.

Las lágrimas se acumularon en los ojos de Emma, desvío la mirada y chocó con la mía, la vergüenza, el dolor y la tristeza se reflejaban en ellos, tomé su mano y le dí un suave apretón, pasamos juntos el resto de la tarde.

Cuando Ricardo se durmió, le pedí hablar a fuera de la habitación, aceptó y salimos en silencio.

- ¿Pasó algo malo? - preguntó en voz baja.

- No, todo está bien, me imagino que tú padre te comentó que los niños pronto llevarán mí apellido - inicié - Se que es apresurado, pero me gustaría decirles que soy su padre y pasar tiempo juntos para conocernos, también me haré responsable de sus gastos.

- Santiago, me alegro que los aceptes y quieras pasar tiempo con ellos, te pido que un poco de tiempo para contarles la verdad, hemos pasado por situaciones difíciles y no están estables emocionalmente.

Lo que decía tenía sentido, pero también tenía un punto y debía entenderme, había pasado casi cinco años sin saber de su existencia, era obvio que quería recuperar el tiempo perdido.

- Te propongo que vayamos a terapia familiar - comenté - Así la psicóloga nos ayudará a contarles la verdad.

- Aceptó - extendió la mano para cerrar el trato, pero decidí darle un abrazo.

Su olor invadió mis fosas nasales al igual que los recuerdos mí memoria, me alejé rápidamente, no quería confundirme ni confundirla, por el momento el única relación que necesitaba era con nuestros hijos.

Mamá y Humberto aparecieron al anochecer para llevarnos a cenar, Emma no quería dejar sólo a Ricardo, le aseguré que dejaría una enfermera a cargo, aceptó no muy convencida.

Durante la cena Humberto nos informó, que esa mañana había iniciado los procesos legales.

Yuritzin PM

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