31.- ¡Justicia!, Finalmente

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EMMA

- Luego de haber revisado las pruebas, escuchado los testimonios y revisar los reportes médicos, es momento de dar mí veredicto - indicó el juez - Señor Joaquín póngase de pié - se escucharon las cadenas - Por los siguientes delitos: privación de la libertad, violencia física - psicológica y abuso sexual, Se le condena a pasar cincuenta años en una cárcel de máxima seguridad, sin derecho a fianza.

El juez golpeó con el martillo dando por finalizado el caso, escuché varias exclamaciones por parte de la familia de Joaquín, no les presté atención ya que Santiago me envolvió en sus brazos susurrando un "se ha hecho justicia", lo aferré con fuerza y lloré en su pecho.

Todo esté proceso había sido realmente desgastante y difícil, en incontables ocasiones Emily y yo estuvimos a punto de rendirnos, tener que relatar lo ocurrido en diferentes ocasiones no ayudaba a cicatrizar las heridas, pero finalmente después de tanta lucha hoy la pesadilla había terminado.

El resto de los implicados también fueron condenados a la pena máxima y gracias a los contactos de David en el psiquiátrico, Esther se encontraba en completo aislamiento y era monitoreada las veinticuatro horas, según los últimos informes su salud mental y física estaba por completo deteriorada, no le quedaba mucho tiempo de vida.

No me alegró saber que está sufriendo, pero tampoco estaba dispuesta hacer algo por ayudarla, lo que le estaba ocurriendo no era otra cosa más que el karma existe, que tarde o temprano te regresa lo bueno o malo que hagas.

- Se terminó - comentó Emily con lágrimas en los ojos.

Estaba frente a nosotros, David la tenía abrazada de forma protectora, me acerque y respondí.

- Somos libres - la envolví en un enorme abrazo.

- Somos libres - repitió mis palabras.

Escuché el sonido de las cadenas, levanté la vista y note a Joaquín despidiéndose de su familia, quienes no paraban de gritar que todo era una injusticia, que él era un buen hombre y no del merecía, cómo se notaba que en realidad no lo conocían, apesar de la pruebas se negaban a creer la verdad.

Su hermana notó que los observaba, tenía a su bebé en brazos y aún así se acercó amenazante hasta dónde está e intentó golpearme.

- ¡Todo esto es tú culpa, le arruinaste la vida!, ¡Nos arruinaste la vida! - gritó fuera de sí.

Su pequeño se removió entre sus brazos, asustado comenzó a llorar, David y Santiago intervinieron separándola.

- Fue el quién arruinó mí vida, durante años abusó de mí, me mantuvo aislada, maltrató a mis hijos y no conforme con eso, decidió secuestrarme - dije llorando - Se merece estar dónde está, así no volverá a dañar a nadie.

- ¡Mientes maldita!, ¡Mientes! - gritó de nuevo e Intentó volver agredirme.

Fue sujetada por su madre y hermana mayor, su padre se intimidante pero papá le bloqueó el paso.

- Han arruinado y humillando a mí familia - mencionó el señor con los dientes apretados.

- Tu hijo ha sido el único que arruinó a tú familia, deja de culpar a mí hija - respondió papá - Si vuelven acercarse se atenderán a las consecuencias.

Dimos media vuelta listos para irnos, pero antes de salir gritaron a mí espalda.

- ¡Pagarás por todo lo daño que nos has hecho! - gritaron las hermanas.

- ¡Cuídate Emma, te estaré vigilando! - agregó Joaquín.

Esas últimas palabras me erizaron la piel, Santi notó mí incomodidad y de forma protectora pasó un brazo por mis hombros, "siempre juntos" murmuró en mí oído y abandonamos el lugar, cerrando así está oscura etapa.

Subimos a las camionetas que nos llevaron de vuelta a casa, dónde comeríamos en familia, fuimos recibidos por Jazmín, Clarissa, Diego y el pequeño Gabriel, los mellizos corrieron a saludarlo luego se fueron al patio listos para juzgar, los adultos nos acomodamos en la mesa del jardín y les contamos lo ocurrido a nuestros amigos.

Al llegar la noche comenzaron a despedirse, estábamos contentos de poder seguir con nuestras vidas tranquilamente, Emily se había quedado dormida en el sillón, el embarazo la dejaba agotada, David la tomó en brazos y la acomodó en su camioneta con cuidado, se despidió antes de arrancar.

Una vez sólos suspire al notar el desastre, él dijo que no me preocupara ya se ocuparía mañana, entramos al cuarto de nuestros monstruitos y los encontramos dormidos en la alfombra, Santiago los acomodo en sus respectivas camas, desde que supo que estaba embarazada no me dejaba cargarlos.

Ya en nuestra habitación Santiago cerró la puerta con seguro y se colocó a mis espaldas, comenzó a bajar lentamente el cierre del vestido, mientras que depositaba tiernos besos en mí cuello, hombros y espalda desnuda, me giré rápidamente quedado solamente en ropa interior.

- Te Amo - lo besé con deseo.

Rápidamente me correspondió encendiendo y alborotando mis hormonas al máximo, con desesperación desabroche y quité su camisa, para seguir con los pantalones que logré sacarlos con su ayuda, ahora estábamos en ropa interior lo cuál duró muy poco, una vez desnudos me tomó de los muslos y me obligó a colocar mis piernas en sus caderas.

Sin romper el apasionado beso caminó hasta la cama, me sentó en el borde y comenzó a dejar besos húmedos por mí cuello, clavícula, hasta llegar a mis inchados pechos, los tomó con ambas manos y comenzó a masajear lentamente, un par de gemidos escaparon de mí garganta, continúo con su tortuoso camino hasta llegar a mí abultado estómago.

- Pequeña, luces hermosa - mencionó mientras lo besaba cariñosamente - Me siento el hombre más afortunado.

Sonreí como respuesta, siempre era muy tierno y cariñoso, me besó la parte interna de los muslos y mis terminaciones nerviosas reaccionaron a su contacto, con un dedo recorrió mis pliegues notando la húmedad e intencionalmente presionó mí clítoris, me estaba torturando y me quejé por ello.

- Santiago - chille.

- Dime amor - respondió tranquilamente, aumentando su contacto.

Comenzó a penetrarme con su dedo, mientras se acercaba a uno de mis senos y se metía el pezón a la boca, el placer invadió mi cuerpo por completo.

- ¿Es esto lo que querías? - preguntó con mí pezón aún en su boca y agregó otro dedo.

Gemí como respuesta, abandonó mis senos y llevó su rostro hasta mí entrepierna, su cálido aliento me hizo temblar, sus dedos fueron remplazados por su lengua, tomándome por sorpresa me sujeté con fuerza de la cama, mientras me entregaba por completo a las sensaciones que experimentaba, no tarde en llegar al orgasmo.

Mí cuerpo aún convulsionaba cuándo se introdujo por completo y comenzó a embestir me con fuerza, decidí tomar el control, lo recosté en la cama me subí ahorcadas en él y comencé a moverme, me tomó de la caderas marcando así el ritmo de mis movimientos, hasta que juntos llegamos al orgasmo.

Agotada me dejé caer sobre su pecho e intenté recuperarme, me retiró el cabello de la cara y me dió un tierno beso en la frente.

- Te amo pequeña - le escuché decir antes de quedarme dormida.

Yuritzin PM

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