20.- Donando Amor

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EMMA

El día del trasplante llegó.

Muy temprano una enfermera entró a preparar a Ricardo, le pregunté por Santiago y me respondió que ya se encontraba en el quirófano, los nervios comenzaron a invadirme, debía ser positiva y confiar en que todo saldría bien.

Una hora más tarde, trasladaron a mí bebé a una habitación esterilizada y sólo personal autorizado podía ingresar, la enfermera me indicó que fuera a la sala de espera, más tarde me darían el parte médico e informarían sobre el donador.

Lucia y papá me bombardearon de preguntas al verme, les comenté lo que la enfermera me había dicho y sólo nos quedaba esperar.

- Santiago ha dejado el quirófano y lo han trasladado al área de recuperación, nos avisarán cuándo podamos verlo - informó Jazmín.

Venía de la ventanilla de información, me sorprendió e incomodó verla, saludo cariñosamente a Lucia y le dió un abrazo, decidí sentarme junto a papá, que tenía a Estrella en sus brazos, al verme quiso sentarse conmigo y la acomode en mí regazo.

- ¿Mí hermanito se pondrá bien? - preguntó con los ojitos llenos de lágrimas, mis pequeños eran unos hermanos muy unidos.

- Claro que sí pequeña - le besé la mejillas y acaricié el cabello - Ricky pronto estará bien.

El tiempo parecía avanzar muy lento y ningún médico o enfermera salía a darnos informes, la desesperación comenzaba a invadirme y movía el pie frenética, Lucia, Estrella y Jazmín no soportaron más, se fueron a la cafetería, papá fue hacer unas llamadas.

Escuché unos pasos acercarse, levanté la vista pensando que al fin tendría noticias, abrí los ojos con sorpresa al ver a Emily caminar hacia mí, venía tomada de la mano de un hombre.

- Emma, ¿Cómo estás?, ¿Cómo está mí sobrino? - preguntó y me abrazó.

Su acción me tomó por sorpresa, dudé un segundo y finalmente le devolví el abrazo, en estos momentos lo necesitaba, al separamos ambas sonreímos tímidamente.

- ¿Cómo te enteraste? - pregunté para romper el incómodo silencio que se había formado.

- Llame a papá para saber cómo se encontraba y me resumió la historia, así que apenas aterrizamos venimos para acá, quería verte y brindarte mí apoyo - explicó - Se que en el pasado no fuí la mejor hermana y te hice la vida imposible, pero he cambiado, fuí a terapia sane mis heridas y lo conocí.

Le extendió la mano al desconocido, que la tomó y se acercó a nosotras.

- Emma, te presentó a mí prometido - señaló a su acompañante, un chico alto, de tez morena clara, tenía un leve rastro de barba, cabello castaño oscuro y ojos cafés.

- ¡WOW gemelas idénticas! - expresó sorprendido - ¡Hola soy David! - besó mí mejilla.

Sonrojada le devolví el saludo y Emily sonrió.

El resto regresó, papá saludo a Emily y David, Lucia fue reservada al hablarles, una enfermera anunció que Santiago estaba despierto y podíamos pasar a verlo, estaba por pedirle a Lucia que me dejará entrar, pero Jazmín se adelantó.

- ¿Te importaría si entro primero? - preguntó a Lucia.

Ella asintió y Jazmín caminó hacia las habitaciones, papá me abrazó al notar mí incomodidad.

- ¿Esa es? - me preguntó Emily en voz baja.

- La novia, creo.

- Pero él y tú... - me observó y decidió no terminar la frase.

Decidí cambiar de tema, me contó cómo conoció a David y su historia, él estaba trabajando en el psiquiátrico dónde fue internada Esther, se hicieron amigos, él le sugiero tomar terapia, la apoyo durante el proceso y terminaron enamorándose.

- ¿Y que tal tu matrimonio?, Aún no entiendo por qué aceptaste casarte con ése que apenas conocías - comentó.

Suspiré y conté lo ocurrido estos años.

- Esther nos hizo mucho daño - afirmó - Siempre te llevaste la peor parte y no supiste como tomar desiciones.

- No fue la mejor madre, pero no la culpó de mis errores, la abuela intentó que no lo hiciera y no quise escucharla, sólo me queda hacerle frente a mis malas desiciones - expliqué.

Un doctor nos interrumpió preguntando por los familiares de Ricardo, rápidamente me acerque, explicó que el proceso había sido exitoso, lo tendrían en observación por veinticuatro horas, esperando que no ocurriera ninguna reacción o rechazo.

Me indicó que podía pasar a verlo y no podía permanecer más de veinte minutos, antes de entrar me vestí con ropa quirúrgica, cubre bocas y guantes, mi pequeño sonrió al verme y un par de lágrimas traidoras se me escaparon.

- Te amo mucho bebé - comenté mientras lo abrazaba y le acariciaba el cabello.

- También te amo mamita, ¿Puedo ver a Estrellita? - preguntó emocionado.

- Por ahora no bebé, pero pronto la traeré a verte - seguí acariciando su cabello, hasta que se durmió.

Salí y en el pasillo, comenzé a retirarme la extraña vestimenta, ví a Jazmín salir de una habitación cercana y al verme, caminó hasta mí.

- Iba a buscarte, Santi está preguntando por ti y quiere verte - explicó sonriente. - Eres afortunada.

- ¿Afortunada? - pregunté sin entender.

- Emma, no ha podido olvidarte - respondió con obviedad - Si yo fuera tú, intentaba reconquistarlo, ¿O ya no sientes nada por él?.

Me guiñó un ojo cómplice, no entendía nada.

- ¿Por qué me dices esto?, ¿Qué no eres su novia?.

Jazmín negó y se soltó a reír.

- Entre él y yo sólo existe una gran amistad, su corazón te ha pertenecido siempre - explicó - Ve, no lo hagas esperar.

¿Amigos?, Se despidió besándome la mejilla y se perdió en el pasillo, nerviosa toqué suavemente la puerta, al escuchar su voz, mí corazón comenzó a latir con fuerza, definitivamente también le pertenecía, entre lentamente, su mirada se encontró con la mía y me sonrió.

- Santiago, gracias por salvarle la vida a mí bebé, perdón a nuestro bebé - nerviosa acomode un mechón de cabello detrás de mí oreja - ¿Cómo te sientes?.

Me indicó que me acercara e hizo un espacio a un costado de su cama para que pudiera sentarme, tomó mí mano antes de hablar.

- Emma, no tienes nada que agradecer, es parte de mí deber como padre, además de cuidarlo, protegerlo y amarlo.

Los ojos en me cristalizaron al escucharlo.

- No llores pequeña Emma - limpió mis lágrimas con su pulgar - Te prometo que siempre voy a cuídalos.

Escucharlo llamarme como lo hacía en mí adolescencia, me hizo recordar los momentos que siempre estuvieron llenos de felicidad y amor.

- Tengo miedo, la felicidad y tranquilidad no suelen durar en mí vida - murmuré.

- Debes aprender a enfrentar los miedos, sólo así podrás vencerlos.

Tenía razón, debía soltar y dejar atrás esos capítulos dolorosos, el miedo y las malas experiencias, si de verdad quería ser feliz, debía trabajar en mí, en mí autoestima y amor propio, Santi me acomodó sobre su pecho, me acarició el cabello hasta que quedarnos dormidos.

Abrieron la puerta de golpe y las paredes vibraron por el impacto, el ruido nos hizo despertar, no pude evitar temblar de miedo al verlo recargado en el marco de la puerta.

- ¿Pensaste que podías dejarme?, No sé si eres estúpida, tonta, ingenua o todas - comentó Joaquín.

Yuritzin PM

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