33.- Reacción en Cadena

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EMMA

Nos encontrábamos tumbadas en la sala de mí casa, Emily había decidido hacer una tarde de películas con los mellizos, mientras nuestros amados terminaban de cubrir sus respectivos turnos en el hospital, amábamos que fueran doctores pero odiabamos que cubrieran turnos de emergencia.

Lo sé era un actitud bastante egoísta e infantil, pero en este momento todo era culpaba de las hormonas que me ponían sensible, me encontraba a días del parto, estaba en el noveno mes y temía estar sola al momento de iniciar con las contracciones.

- David ya viene por mí - informó Emi, mientras acomodaba con cuidado a Estrella en el sillón.

Los mellizos se habían quedado dormidos después de ver Aladin por tercera ocasión, el timbre sonó, mí gemela inmediatamente fue abrir y escuché como saludaba a su esposo.

- Hola Emma - saludó David al verme.

- Hola cuñado - respondí.

Emi tomó su bolso y se acercó a mí para despedirse, al agacharse se quejó, rápidamente David se acercó para preguntarle si se encontraba bien, respondió que sólo había sido una punzada sin importancia, me levanté del sofá y los acompañe hasta la puerta.

Mientras se acomodaba en el asiento de la camioneta de David, volvió a quedarse está vez lo hizo más fuerte y se sostuvo el vientre con ambas manos.

- Amor, creo que... he roto... fuente - comentó con voz entrecortada.

Mí cuñado no perdió más tiempo, cerró su puerta y corrió hasta el otro lado para encender el auto, estaban por arrancar cuándo sentí una fuerte contracción que me dobló del dolor y sentí un líquido caliente correr por mis piernas.

- También he roto fuente - informe.

- ¡Mierda! - gritó David, desesperado.

Bajo del auto llegó hasta a mí me tomó en brazos y me acomodo en los asientos trasero, regreso a la casa por los mellizos aún dormidos los acomodó a mi lado, retomó su lugar y emprendió el camino al hospital, comencé a marcarle de inmediato a Santiago e informarle lo ocurrido, pero el muy inteligente no respondía mis llamadas.

El miedo y la desesperación me invadieron, Emi había informado a papá y a Lucia la situación, se reunirían con nosotros en el hospital.

- ¿No responde? - preguntó David.

Negué e intenté nuevamente, ¡Voy a matarlo!, Pensé.

- Celular del doctor Santiago - respondieron después de veinte llamadas.

- Informe a ese inútil, que su hija está por nacer y voy para el hospital - expliqué con los dientes apretados, intentando controlar el dolor de una nueva contratación.

Escuché como le informaban y pedía que pusiera en altavoz, no tuvo oportunidad de hablar, ya que Emily y yo soltamos al mismo tiempo un gritó de dolor, la comunicación se perdió en cuánto solté el celular y David aumentó la velocidad.

En la entrada de urgencias ya nos esperaban Julia mí ginecóloga, acompañada de Marcus su esposo y ginecólogo de Emily, los enfermeros de inmediato nos acomodaron en las camillas, observé como papá y Lucia se hacían cargo de los mellizos, ya que David acompañaría a su esposa.

Al entrar en la sala de partos, una de las enfermeras me desvistió y colocó la típica bata de hospital, e indicó e que posición debía colocarme, Julia se coló frente a mí pidiéndome que pujara, las lágrimas se acumularon en mis ojos, no podía hacerlo sin Santiago el era mí apoyo.

- Emma tienes que pujar, estás arriesgando la vida de la bebé- me reprendió Julia.

- No puedo si él - respondí entre sollozos.

Mí mente traicionera me recordó el parto de los mellizos, en ese momento Joaquín no dudó en ser mí apoyo, nuevamente lloré.

- Emma, Santiago está terminando una cirugía y ya no debe tardar, mientras tanto adelantemos el trabajo - explicó Julia.

- ¡Ya debería estár aquí!, ¡A caso no le importamos! - grité presa del miedo y los nervios.

Me sentía abandonada, Julia suspiro cansada, pidió que lo buscaran de inmediato y le informara la situación, la puerta se abrió de golpe y un agitado Santiago hacia acto de presencia, sentí un poco de alivio al verlo, me tomó de la mano y besó cariñosamente mí frente.

- Estoy aquí pequeña, vamos hacerlo juntos - comentó.

- Tardaste demasiado - dije molesta.

Besó fugazmente mis labios, Julia nuevamente me indicó que pujara, está vez obedecí y apreté con fuerza la mano de Santi.

- Una vez más - pidió.

- ¡Te odio! - grité - Es la última vez que pasó por ésto, te harás la vasectomía o no volveremos a tener sexo - lo amenacé.

Las mejillas de Santiago inmediatamente se tiñeron de rojo, Julia y las enfermeras comenzaron a reír.

- Hablaremos de esto más tarde - dijo en voz baja.

- No es negociable - agregué y seguí pujando hasta que escuche un llanto.

- Lo has hecho muy bien Emma - felicitó Julia -¿Santiago quieres cortar el cordón?.

Asintió y se acercó, al regresar traía a nuestra nena en brazos.

- Te amo mucho pequeña Emma - comentó y me besó repetidamente los labios.

- Te amo Santi - respondí e inmediatamente me quedé dormida.

Desperté desorientada gracias al olor a sanitizante, estaba en una típica habitación de hospital, Santi entró arrastrando una pequeña cuna de cristal, dónde se podía observar un pequeño bulto envuelto en mantas blancas.

- Has despertado, ¿Cómo te sientes? - preguntó mientras se acomodaba a mí lado.

Tenía cargada a nuestra hija, que dormía plácidamente en sus brazos.

- Quiero cargarla - pedí.

Con cuidado la depósito en mis brazos.

- Bienvenida al mundo querida Patricia - mencioné mientras depositaba un pequeño beso en su cabecita.

Santiago rodeó mis hombros con un brazo y me acercó a él, sus ojos nos observaban con infinito amor.

- Emma, gracias por ser la mujer de mí vida, por darme una hermosa familia, mis hijos y tú son lo más valioso que poseo, te amo tanto pequeña - comentó mientras limpiaba mis lágrimas con besos.

La puerta se abrió, nuestra familia y amigos entraron como torbellinos listos para conocer a la bebé, Santi subió con cuidado a los mellizos en la camilla para que pudieran conocer a su hermanita, Ricardo fue el primero en acercarse a besarla, Estrella la observó detenidamente y finalmente depósito un cariñoso beso en su frente.

Lucia y papá fueron los primeros en querer cargarla, los abuelos sonrieron felices al conocerla.

- Pero si es igualita a ti - le mencionó Jaz a Santiago.

- Soy su padre, que esperabas - respondió sarcástico.

Más tarde Emily y su familia aparecieron e informaron que era mí compañera de habitación, presentó a las gemelas, que a mí parecer eran una copia fiel de su padre.

- Estas hermosas son Alicia y Alexa - comentó Emi.

Al igual que nosotras, las pequeñas eran gemelas idénticas e iba hacer complicado identificarlas, aunque quizás más adelante pudiéramos distinguirlas por su carácter o personalidad, así como nosotras que éramos idénticas más no iguales.

Observé atentamente a las personas de mí alrededor, hablaban animadamente y cargaban a las nuevas integrantes, sonreí, todas ellas formaban una parte importante en mí vida y cada una había dejado una huella especial en mí corazón, finalmente había encontrado la felicidad.

Yuritzin PM

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