Epílogo

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EMMA

Cinco años después

Me encontraba en la habitación de los mellizos, ordenando el clóset y haciendo maletas, el fin de semana nos iríamos de viaje a casa de los abuelos, Emily y yo sentíamos que finalmente habíamos cerrado las heridas del pasado.

- Mami, ¿Qué es amar? - preguntó Estrella, mientras entraba en la habitación.

La pregunta me tomó por sorpresa, dejé lo que estaba haciendo y centré mí atención en la pequeña de diez años.

- ¿Por qué quieres saber? - pregunté intrigada y la observé con atención.

Nos acomodamos en la orilla de la cama, Estrella centro su atención en sus manos y soltó un suspiro antes de hablar.

- Gabriel besó mí mejilla y dijo que me amaba - explicó nerviosa - ¿Qué quiso decir?.

Al escucharla abrí los ojos con sorpresa, por más que me negara aceptarlo mí monstruito estaba creciendo, en poco tiempo su padre y yo tendríamos que tener la tan temida charla del sexo.

- Amar es un sentimiento que te hace sentir alegría y felicidad - simplifique.

Estrella me observó con el ceño fruncido e inclinó un poco la cabeza, gesto que solía hacer con frecuencia cada que tenía dudas.

- Mamita creo que también amo a Gabriel y voy a extrañarlo mucho ahora que se va a mudar - explicó haciendo un tierno puchero.

A todos nos entristecía la inesperada mudanza de Jazmín, Clarissa y el pequeño, pero entendíamos que trás la partida de Diego (pareja de Clarissa quien murió de cáncer) decidieran iniciar de cero en otro lugar.

Santiago había sido su médico durante sus últimos años de vida y para él fue muy difícil perderlo, sin dudarlo estuve a su lado apoyándolo incondicionalmente. Esperaba que esté viaje nos ayudar a dejar atrás las malas experiencias, sin duda necesitábamos un descanso.

- Nena no importa a qué lugar vaya Gabriel, siempre será tú amigo y le haremos videollamadas para que no lo extrañes tanto... Quizá en unos años vuelvan a encontrarse - expliqué y la abracé.

Al instante comenzó a llorar, estaba creciendo muy rápido, suspire nostálgica.

- ¿Todo en orden? - preguntó Santi.

Alcé la vista, él estaba recargado en el marco de la puerta, vestía una playera gris, unos jeans ajustados y sus clásico vans, con el paso de los años se volvía más atractivo.

- Si cariño - respondí mientras le limpiaba las mejillas a Estrella con mis pulgares.

- Ok, debemos irnos - informó y entró por las maletas.

El viaje duró poco más de una hora.

Santiago estacionó la camioneta detrás de la de David, adelante estaba la de papá.

Emily, papá y yo fuimos los primeros en entrar, el lugar estaba sucio y cubierto de polvo, titubeante recorrí la sala, el comedor y lentamente subí los escalones mientras mí mente era invadida por los recuerdos, al llegar al segundo piso las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas, con la vista nublada entré a la que solía ser mi habitación.

Todo estaba tal cual lo había dejado, me acerque a la mesa de noche y tomé el marco que contenía la foto de mis abuelos, nostálgica recorrí sus siluetas con mí dedo índice, me habían hecho mucha falta durante estos últimos años.

Derrotada me deje caer en el suelo y seguí llorando, escuché la puerta abrirse, no sabía cuánto tiempo había pasado, escuché pasos acercarse, Santi llegó a dónde estaba se agachó a mí altura y me envolvió en sus brazos, su abrazo reconfortó mi alma.

- Te amo - mencionó mientras me besaba la frente.

Cuando me tranquilice, nos reunimos con el resto e iniciamos con la limpieza general, decidimos preservar un par de objetos como recuerdo.

Por la tarde, agotados nos sentamos en la mesa del jardín a comer, mientras veíamos a nuestros hijos disfrutar de los columpios y resbaladilla que había en el lugar.

- ¿Qué haremos con la casa? - preguntó Emily.

Se encontraba sentada en las piernas de su marido y él la abrazaba por la cintura.

- Ustedes deciden son las dueñas - nos señaló papá.

- Hay que crear nuevos recuerdos junto a nuestros hijos, lo mejor es conservarla en memoria de los abuelos - comenté, mientras mantenía la vista en los niños.

- Tienes razón, hay que enfocarse en el presente... Los malos recuerdos quedaron en el pasado... - mencionó Emi.

Durante nuestra estancia, que fue de una semana, decidimos renovar el lugar y así dar inicio a esta nueva etapa, dónde quiera que se encontrarán nuestros abuelos estarían orgullosos de nosotras y de ver lo que habíamos hecho.

Hoy era nuestra última noche, después de acostar y arropar a nuestros hijos n su habitación, Santi y yo decidimos ver una película antes de dormir, me recosté junto a él apoyando la cabeza en su pecho, era mi lugar favorito, me rodeó con un brazo la cintura y me atrajo hacia su cuerpo.

Antes de iniciar la película, me besó la coronilla y terminó apoyando su barbilla sobre mí cabeza, me relajé tanto, que al poco tiempo me quedé dormida.

A desperté a la mañana siguiente por el barullo que se escuchaba en la planta baja, a tientas busque en la cama y abrí los ojos al no encontrara Santiago, perezosa me levanté a darme una ducha antes de reunirme con los demás.

Al salir del baño, encontré una muda de ropa en la orilla de la cama, nuestras maletas ya no estaban, lo más probable es que mi marido las haya llevado a la camioneta, revise el celular, faltaba una hora para irnos.

Sonreí al entrar al comedor, siempre había soñado con tener una gran familia unida y amorosa, en este momento me sentía afortunada de ver realizado mí sueño, todo era armonía y felicidad.

- ¡Pequeña, al fin despertaste! - Santi me señaló un lugar a su lado.

Saludé a todos antes de sentarme junto a él.

Tuvimos un tranquilo regreso a casa, al llegar acostamos a nuestros hijos en sus respectivas camas, se habían quedado dormidos durante el viaje, checamos que todo estuviera en orden y regresámos a nuestra habitación.

Santiago cerró la puerta con seguro, de inmediato junto nuestros labios y poco a poco el beso aumentó de intensidad, de mis labios paso a mí cuello, mientras desesperado comenzaba a desvestirme, bajo sus manos hasta llegar al botón de mis jeans, lo desabrochó y coló su mano.

Sentí sus dedos en mí intimidad, en segundos estábamos desnudos y jadeando recostados en el colchón, Santi se colocó sobre mí, sin previo aviso me penetró, un gemido se me escapó como respuesta a sus embestidas, juntos llegamos al orgasmo.

- Te amo - mencionamos al mismo tiempo y sin aliento.

Me envolvió la cintura con ambas manos y me atrajo hacia él, me llenó de besos el rostro mientras me repetía cuánto me amaba, me encantaba que fuera así de cariñoso y amoroso, amaba a Santiago en todas sus facetas.

- Te amo Santiago, nunca lo dudes, ni lo olvides - mencioné antes de volver a besarnos.

No perdimos más tiempo e iniciamos una nueva ronda de caricias.

Yuritzin PM

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