24.-Un Día Especial

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SANTIAGO

El momento de lanzar el ramo llegó, Emma no quería participar y Emily terminó rogándole, le cayó en los pies, Estrella se acercó y lo levantó.

- ¡Es para ti, mamita! - comentó emocionada.

Emma no pudo negarse a nuestra hija y lo tomó, ahora era el turno de los hombres, David lanzó la liga y está terminó en mis manos, sorprendido le pregunté a Emma si creía que era una señal, sonriente comenzó a negar.

- ¿Compartes el resto de tú vida conmigo? - mencioné en su oído.

Se giró rápidamente y me observó extrañada.

- ¿Es una broma? - preguntó.

Negué, abrió los ojos sorprendida.

- Aceptaré, si lo pides de manera correcta - aseguró.

Sonreí y le dí un beso en los labios, sí lo que quería era una propuesta formal con el combo de flores y corazones, la tendría. Nuestros padres observaron el ramo y la liga.

- ¿Los siguientes? - preguntó Humberto.

- Iniciaré los preparativos - secundó mamá y me guió un ojo.

- ¿Quién les dijo que quiero casarme? - cuestionó Emma con seriedad.

La observamos sorprendidos y ella se soltó a reír.

A la medía noche los novios partieron a su luna de miel, la despedida fue bastante emotiva.

La mellizos se quedaron dormidos de regreso a casa, al llegar los llevamos a su habitación, les pusimos las pijamas y les dimos el beso de las buenas noches, en silencio salimos de la habitación para dejarlos descansar.

Entramos a nuestra habitación, cambiamos nuestros atuendos por pijamas y cansados nos tumbamos en la cama, Emma recostó su cabeza en mí pecho, acaricié su cabello y hasta quedarnos dormidos.

Al día siguiente me desperté con un plan en mente, necesitaría la ayuda de mamá, le llamé para comer juntos, Emma se despidió después del desayuno, iría a trabajar.

Hace unos meses fundó su propia empresa, estaba muy orgulloso de sus logros y ver sus sueños cumplidos.

Era mí turno de llevar a los mellizos a la escuela.

- ¡Se está haciendo tarde! - grité, mientras observaba el reloj.

Escuché sus pequeños pasos, bajaban corriendo las escaleras.

- ¡Con cuidado! - grité al verlos - Su madre nos matará si algo les llega a pasar.

Bajaron con calma el último par de escalones, ambos traían sus mochilas ya puestas.

- ¡Estamos listos papi! - dijeron a la vez.

Luego de dejarlos, manejé hasta el hospital e inicié mí turno en urgencias, no era de mis lugares favoritos pero si dónde más se podía aprender, a la hora de la comida recibí un mensaje de mamá, me esperaba en la cafetería.

La encontré en una mesa cercana a la entrada, leía entretenida el menú, me acerque y besé su mejilla.

- ¡Hola cariño!, ¿Todo está bien? - preguntó en cuánto me senté.

- Todo está muy bien má - respondí de inmediato.

- Tú llamada matutina me preocupó, te escuchabas ¿Nervioso, ansioso?.

- Má, necesito ayuda - aseguré.

La mesera se acercó y nos tomó la orden, la plática quedó en pausa mientras nos concentramos en comer, al finalizar mamá volvió hablar.

- ¿En qué o con qué necesitas mí ayuda?.

- Má, sabes bien lo importante que es Emma para mí y lo enamorado que estoy - inicié - He decidido dar el siguiente paso, le propondré matrimonio, necesito ideas para la propuesta.

Mamá quedó de ayudarme y mandar opciones, nos despedimos con un abrazo.

Llegué a casa justo a la hora de cenar, los mellizos jugaban en la sala, mientras mí pequeña se encontraba en la cocina sirviendo los platos, me acerque y la abracé por la espalda.

- ¡Que bien que ya estás en casa! - comentó emocionada.

- ¿Me extrañaste? - pregunté y le besé el cuello.

Sentí como su cuerpo reaccionaba, lentamente giró hasta quedar frente a mí, pasó sus brazos por mis hombros y los cruzó detrás de mí cuello.

- Claro que te extrañé, ¿Y tú? - respondió coqueta y besó fugazmente mis labios.

No resistí más y volví a besarla, mis manos comenzaron a recorrer su cuerpo, llegué hasta sus muslos, fuí subiendo lentamente su vestido, hasta llegar a sus nalgas y las presione con fuerza, un gemido se ahogó en nuestro beso.

Recorrió mí pecho lentamente, comenzó a desabrochar mí camisa, mí cinturón y el pantalón, notaba lo ansiosa que estaba, lleve una de mis manos a su clítoris, comencé acariciarlo en círculos, escuché sus pequeños gemidos mientras dejaba besos húmedos en mí cuello.

- Mamita tengo hambre - habló Estrella a mí espalda. ¿Que están haciendo?

Intentamos regular nuestra respiración y acomodar nuestras ropas.

- Seguiremos más tarde - mencioné en su oído.

Emma se sonrojó y asintió.

Al terminar de cenar llevamos a nuestros hijos a su habitación, cómo cada noche les pusimos la pijama, leímos un cuento hasta que se quedaron dormidos, besamos sus frentes y abandonamos la habitación.

Regresamos al comedor a dejar todo en orden y preparar algunas cosas para el día siguiente, Emma y yo éramos un gran equipo, subimos a nuestra habitación, entre al baño a darme una ducha rápida, abrí la regadera y me desnudé rápidamente.

Escuché la puerta abrirse, segundos más tarde Emma estaba abrazándome por la espalda, comenzó a besarme el cuello, sus manos recorrían mí pecho y lentamente fue bajando hasta llegar a mí miembro, que de inmediato reaccionó a su toque.

Me encantaba que tomara la iniciativa y disfrutará del momento, se puso frente a mí, la tomé con brusquedad apoyando su espalda en la pared y comencé a besarla con deseo, enrolló sus piernas en mis caderas, haciendo fricción en nuestros sexos.

Llevo sus manos hasta mí nuca y enterró sus dedos en mí cabello, e intensificó el beso, deje sus labios para recorrer su cuerpo, llegué a sus senos me llevé un pezón a la boca y el otro a mí mano, la escuché gemir, miembro se puso más duro al escucharla, quería sentirla.

Solté su pezón y me acomodé en su entrada, decidí torturarla un poco mientras jugaba con su clítoris, ansiosa comenzó a pedir más, hasta que la penetré lentamente, me cantaba disfrutarla, poco a poco sus paredes vaginales se acostumbraron a mí tamaño.

Volvimos a besarnos y aumenté el ritmo, después de un par de embestidas, decidí ponerla de espaldas, levanté bruscamente sus nalgas, le abrí un poco más las piernas y le penetré con intensidad, aferré sus senos mientras repartía besos en su cuello y espalda.

Lo gemidos era la confirmación que estábamos disfrutando del momento, sentí que estaba a punto de llegar al orgasmo, la penetré con más fuerza y juntos llegamos al orgasmo, ambos nos recargamos en la pared.

Después de recuperarse, se giro hacia y me besó, terminamos de bañarnos, regresámos a la habitación para secarnos, luego de ponernos la pijama, nos tumbamos en la cama quedando dormidos al instante.

Habían pasado unos días, con la ayuda y apoyo de mamá, estaba todo listo para está noche, Humberto pasó por los mellizos, pasarían el fin de semana con ellos, manejé hasta las cabañas que se encontraban fuera de la ciudad, en la recepción informe de mí reservación.

Yuritzin PM

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