El pintor perdido

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"Cuando te vas, las piezas de mi corazón te extrañan. Cuando te vas, la cara que creí conocer, las palabras que necesito oir para pasar el día y hacer que todo este bien las extraño también.
Te necesito"

Sus dedos se estiraron con delicadeza, su piel pálida y blanca que se suponía debía ser parecida a la muerte, ahora era como crema suave y perfecta

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Sus dedos se estiraron con delicadeza, su piel pálida y blanca que se suponía debía ser parecida a la muerte, ahora era como crema suave y perfecta. El frío sonrojaba sus mejillas, apartaba su cabello de sus ojos como una ventisca ónix y llena de ondas. Aquellos ojos tiernos ahora lo observaban desconfiados y parecían ser acompañados por unas cejas gruesas como flechas descendiendo a la diana de su corazón. Aquellos rasgos regordetes desaparecían y descendían en líneas marcadas que disiparon el recuerdo de un niño, convirtiéndolo en el de un hombre. Guapo, perspicaz, sus labios rojos estirándose de lado con una sonrisa burlona.

Tenía aretes de cruz tintineando en sus orejas, además de una serie de piercings que resaltaban en las curvas ascendentes. Elevó el rostro con altanería, el cuello de cisne se expuso atractivamente ante la risa rica y gratificante que envió ondas por la manzana de adán.

Portaba una camisa de botones abiertos color morado que enseñaba su blanco pecho, firme y con maravillosas curvas que se extendían en cada respiración. Y justo sobre el pectoral izquierdo había una pequeña línea, una cicatriz inofensiva que parecía burlarse de las mentiras que repartían todos sobre él, además de incitar una lamida pues estaba justo al lado de un pezón oscuro y erizado por el frío.

Sus pantalones de lana color gris caían despreocupados por una V firme que exponía una pelvis con un lunar en un costado. Los muslos firmes eran lo suficientemente gruesos y marcados para resaltar en la escurridiza tela hasta sus pies blancos y desnudos, posados sobre el pasto mojado del roció y con las puntas rosadas por el frío.

Kim Jungkook emitió una risita pero tenía sus manos temblando, era tan alto como Taehyung y terminó por esconder sus manos en los bolsillos de su pantalón para detener su nerviosismo, resaltando la curva de su miembro escondido como sin nada al tensar la tela. Era un hombre expuesto como un pecado pero él seguía viendo aquel niño que le había pedido auxilio.

Jungkook tragó y ladeo el rostro con burla, enseñando su cuello. —¿Tae Tae, no es así?.

Su voz impulso los latidos de su corazón, acarició sus orejas y le permitió notar que ahora tenía un color diferente, probablemente la madurez había manipulado su bonita melodía, pero, aun así, había matices de su juventud, permanecía escondido en algunas palabras ese tono bonito que siempre tenía como un niño pidiendo permiso.

Kim Taehyung se mantuvo unos segundos con su raciocinio en la nada, observando como poco a poco el que había desaparecido siendo un niño, se acercaba hasta deslizar sus dedos por sus hombros en apretones apreciativos, convertido en un ser etéreo que parecía ser acariciado por la madrugada como un pecado.

—Mmm, has cambiado. —Susurró Jungkook, sus dedos finos temblaron unos segundos y finalmente tocaron la piel de sus mejillas. Sus dígitos estaban fríos y Taehyung tembló, no sabía si era por el escalofrió que lo recorrió, por la presencia de quien había permanecido en su mente como un tatuaje o por las emociones que se arremolinaban en su pecho mientras su jovencito perdido lo tocaba.

LOVE KILLA | NAMJIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora