Sótano

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Seokjin reía mientras corría en un amplio campo verduzco y brillante. Había arboles de colores y alguién jalaba su mano. Aquel desconocido usaba un overall de jean y una camisa de rayitas, su cabello era color azul y su mano con pequeños tatuajes lo guiaba a un lugar desconocido mientras reía con él. Se detuvieron bajo un árbol alto y enorme con un pequeño columpio de madera, sostenido entre dos cuerdas gruesas.

—¿Me empujas? ¡No hay edad para subirse! —Se sentó en el columpio y apretó sus manos en las cuerdas. —¡Vamos Seokjin!

—Sostente con fuerza, Jungkook. — El nombre fluyó de sus labios sin que lo pensara, simplemente era consciente entonces de quien era. Empujó sus manos contra su espalda y su hermano de 20 años rió mientras ascendía con velocidad, sin embargo, no era capaz de ver su rostro, pues parecía siempre demasiado brillante.

—¡Más alto! ¡Más alto! —Exigía y entonces se balanceo tan lejos que el sol brilló y ocultó su figura un instante. De repente se escuchó una pequeña campana repetitiva y fastidiosa.

Jungkook arrastró sus pies por el suelo para detenerse y sus hombros descendieron con tristeza. —¿Ya te vas?

—Sabes que debo irme, Jungkook. —Rodeó su cuello con sus brazos y apoyó su mejilla en su cabeza. —Lo siento.

Jungkook se encogió de hombros, aún dándole la espalda mientras seguía sentado en el columpio. —Te espero mañana en el mismo sueño, no llegues tarde.

—Jamás lo hago.

Seokjin despertó de repente, sintió que era otra persona en un mundo desconocido. Su mejilla estaba sobre su mano contra la almohada y todo lo que vió fue su pequeña mesita de la comoda, donde una fotografía enmarcada reposaba.

Poco a poco se sentó y la sostuvo entre sus manos. Dos pequeños mundos brillantes le devolvían la mirada, encerrados en dos bonitos ojos repletos de pestañas. Unos dientes blanquitos formaban una curva en una sonrisa hermosa, mientras el inicio de la nariz estaba arrugado y casi podía percibir en su memoria, una risa cantarina y graciosa que se extendía con una voz adorable.

Jungkook, su hermano, parecía inmortalizado y hermoso en esa fotografía que había mantenido consigo durante 10 años. No tendría más de 20 años en ella, era joven, hermoso, su cabello azul y alborotado atado en una cola alta mientras reía ante la cámara, estirando sus manos para detenerle de tomarla.

Él lo había fotografiado y guardado la foto consigo por siempre. ¿De verdad su hermano menor se había suicidado por culpa de él? ¿Por estar preso del coma y no despertar? Ni siquiera había podido despedirse, abrazarlo, detenerlo, nada.

Y aquello dolía más que un sinfín de flechas disparadas a su cuerpo. Exhalo temblorosamente y se acostó en su cama, deseando no salir y recorrer el mundo, solo, sin nadie.

Había querido escapar de su familia, pero en todos los hospitales tenían alguna influencia, dificultándole encontrar un empleo como doctor en otra parte. Era de ellos, sus conocimientos y habilidades les pertenecían, él no era mas que un títere. Excepto que se había negado, escondido como un doctor de medicina general y no un cirujano de renombre.

Se había negado a colaborarles con sus …grotescas artimañas, pero tampoco podía escapar porque había sido engañado y cometido un pecado al igual que ellos. Ahora tenían evidencia en su contra y el candado de su silencio.

Seokjin regresó al hospital con pasos arrastrados, cansado, evidentemente estresado con aquellas bolsas negras bajo sus ojos, había perdido peso y su ropa lucia arrugada. No era el mismo doctor de antes pero tampoco le importaba. Solo quería dormir y desaparecer, que nadie se involucrara más con él.

LOVE KILLA | NAMJIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora